lunes, 25 de abril de 2011

Aulas Democráticas


“La democracia es la forma de gobierno de los hombres libres”  así empezaba su conferencia de inauguración de las “Aulas Democráticas” el opositor a la tiranía, Severo Moto. De esto hace ya muchos años, yo diría que casi una década, en la que un puñado de mujeres y hombres de Guinea Ecuatorial escuchaban las palabras sencillas y sinceras de un hombre comprometido con el futuro de su pueblo. Los asistentes estaban ávidos de formación y querían saber si existía alguna forma de gobierno mejor que la estaban condenados a soportar por culpa de un tirano y su banda armada.


“Cada pueblo se organiza como quiere y puede. La democracia permite que los ciudadanos, no los súbditos, determinen el gobierno que ha de dirigir la vida pública y gestionar los recursos del Estado”. Moto hablaba de política y enseñaba que de la opinión de todos pueden salir las soluciones a problemas comunes. Las “Aulas Democráticas” significaron y aún siguen siendo una de las iniciativas prácticas más avanzadas de la política guineana, un paso adelante en el proceso de maduración de la ciudadanía para que pueda ejercer, con libertad y conocimientos, la elección de la clase de gobernantes y gobiernos que quiere para su futuro.

“Los guineanos – decía Severo Moto a un periodista extranjero- saben perfectamente lo que quieren y están preparados para asumir la responsabilidad de elegir a sus representantes, de eso no cabe duda, pero hemos de presentar unas alternativas coherentes y posibles así como programas electorales para que cada ciudadano sepa a quién otorga la confianza”.

S. Moto es un convencido demócrata y tras la experiencia de estas “Aulas Democráticas” se fijó otro objetivo que, como antaño, irritó sobremanera a los especuladores políticos y a los aliados del sátrapa, T. Obiang Nguema,  que no fue otro que la creación del “Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio”.

El “Gobierno de Guinea Ecuatorial  en el exilio” nació de su vocación de servicio y propuso este ejercicio de democracia con la intención de crear unos cuadros de mando y sus respectivos equipos técnicos. La generosidad de Moto y como no, del Partido del Progreso, quedó patente cuando abrió sus puertas a otras formaciones políticas guineanas y a independientes.  A día de hoy, algunos de los integrantes de estos cuadros se marcharon y entre estos los hubo que se fueron tan lejos que están sentados a la derecha del mismísimo tirano. Moto nunca criticó estas actitudes y mantuvo, aun lo hace, un prudente silencio sobre estas deserciones pues considera que las situaciones personales en el exilio son muy penosas y hace falta mucha calidad moral para aguantar el envite de los zarpazos de la tiranía que, dicho sea de paso, cuenta con la simpatía y el apoyo incondicional de, paradojas de la vida, Estados democráticos con el español.

“El Gobierno en el exilio” cuenta con muy buena salud. Más de medio centenar de guineanos están, de una manera directa, involucrados en este proyecto. Cada tres meses se celebra alguna convención o asamblea general, donde siempre es ratificado Moto como presidente.  No deja de ser curioso que se nieguen a reconocer a Moto algunos sectores, por lo general nada transparentes, y que desprecien sus iniciativas aún siendo estas avaladas por la mayoría de los militantes y ni que decir tiene, de los cuadros dirigentes.  Es cierto que algunos militantes del Partido del Progreso y del Gobierno en el exilio han sido “tocados” por fuerzas ajenas y opuestas a la plataforma de Moto con el objetivo de debilitar su liderazgo. Los enemigos de Moto lo saben y por eso está la consigna de acabar con él, sea como sea. En un principio lo llamaban “autoproclamado” Presidente, precisamente los menos democráticos de los círculos políticos guineanos cuando, Moto, es un hombre que se somete a pecho descubierto a las críticas de todo aquel que las quiera realizar, siempre dentro de un contexto.

Moto  siempre ha puesto su cargo a disposición del Partido del Progreso pero, aunque han existido tímidos movimientos de desestabilización, al final han tenido que marcharse los díscolos, ante la real, nítida y aplastante falta de apoyos.  Moto gana y se queda y otros pierden y se van. Así es la democracia.
Con Severo Moto estamos los militantes y simpatizantes del Partido del Progreso y del Gobierno en el exilio. Su ejemplo y firmeza ante los envites de la tiranía hacen que el Partido, la militancia y los equipos de técnicos, le tengan un gran respeto y sobre todo, la más alta consideración. Moto se gana, cada día, el respeto de todos nosotros y hoy, aprovechando el recuerdo de la puesta en marcha de las “Aulas Democráticas” queremos expresar nuestro orgullo y lealtad por el trabajo que realiza.

La Redacción del Confidencial.