jueves, 21 de octubre de 2010

La increíble realidad del pueblo guineano. (Crónica de mi viaje de negocios a GE)

La increíble realidad del pueblo guineano. (Crónica de mi viaje de negocios a GE)  

Un amigo me habló de la posibilidad de hacer negocios en Ge. Con ese motivo me puso en contacto con la Cámara de Comercio Hispano-Guineana, que me concertó una entrevista con un Agente de Desarrollo del gobierno guineano, que vino ex proceso de Guinea a entrevistarse conmigo. 

Una vez acordados  los términos de mi colaboración, acepté desplazarme a Guinea, para poner en marcha el proyecto.

A mi llegada a la ventanilla de Iberia, para efectuar mi embarque del vuelo con destino a Malabo, algunos guineanos me encomendaban que les llevase paquetes para entregar a sus familiares de Guinea (esta imagen me retrotraía a un pasado ya olvidado). Después de cuatro horas de vuelo, mi llegada a Malabo; y me decepción Malabo, una ciudad que se cae; sin saneamiento ni agua corriente (cada cierto tiempo un camión cisterna reparte agua potable), con la mayoría de las calles sin asfaltar, las paredes de las casas (que se alternan con chabolas) llenas de barro hasta la mitad, todo suciedad y mal olor. Todo parece,  como si hubiéramos retrocedido en el tiempo 50 años. Desde luego no se corresponde con la capital de un estado que cuenta con un PIB, por habitante, superior a la propia España.

Me alojo en un hotel (omitiré dar nombres, por mi seguridad) de la Nueva  Malabo una ciudad pensada para el turismo, nada que ver con la otra Malabo. Allí me está esperando el Agente desarrollo, él y su esbirro van a ser, en adelante mi sombra. Todo planificado, no me puedo salir del guión; la lista de prohibiciones: no se pueden hacer fotos sin permiso, no te acerques a una guineana (si te ven acompañando de una nativa, puedes ir a la cárcel), no llevar bebidas alcohólicas, ni materiales que puedan ser explosivos (alcohol), ni navajas o cuchillos,....... y  muchas cosas mas...

Me recordaba de mi viaje a la unión Soviética, en plena Guerra Fría. Y me advertían: "Por tu bien, no te saltes el guión". 

Una vez en la Oficina de Desarrollo, mi anfitrión, me presenta a una funcionaria de alto rango,  de unos 45 años, casada con otro funcionario del estado, con varios hijos, algunos de otra mujer (parece que es frecuente, la poligamia, más o menos encubierta, entre los gerifaltes del régimen). Con ella estudiaría todos los pormenores de mi proyecto. De vez en cuando, la funcionaria, me preguntaba por algunos  lugares de España (ella había estudiado aquí).

Terminada mi jornada, refrescadas las prohibiciones, regreso al hotel. Me apetece mucho "salirme del guión" En  mis primeros "tanteos" por el hotel, me encuentro a una pareja de recién casados, que habían venido de España, porque su tía, que vivió aquí, en tiempos de la autonomía de GE, les había insistido en que aquello era un paraíso. Habían sido realojados en esto hotel, porque en el que estaban, no reunía las mínimas  condiciones, con baños comunes y todo mugriento."Vaya paraíso", me comentaban; "esto está bastante peor, que cuando lo dejó mi tía".

Una vez adentrado en la auténtica Guinea, (la que me querían mostrar era una espejismo), es cuando pude conocer la triste realidad de este pueblo, en el que la extrema pobreza se da la mano, con la opulencia de unos pocos arrimados al régimen. Puedes encontrar un mercedes de alta gama, y  al lado una chabola.

Una gran mayoría, vive todavía practicando una agricultura tradicional de subsistencia, junto con la recolección de frutos del bosque, la caza y la pesca, como únicos recursos. Los productos de primera necesidad, casi todos importados, no están al alcance de este minoría desheredada. Un producto de tan primera necesidad como la leche, cuesta 1,80  euros. Inaccesible para muchos habitantes  que  no disponen de más de 2 euros al día.

Te encuentras una parte importante de los hombres sin ocupación, anegados de una  desmotivación y falta de estímulos, que les aboca al tedio. Estos comportamientos son casi generalizados en la juventud, que no ven un futuro claro en este país.

Aunque no es  fácil sacarles algo de la política o de sus gobernantes (existe mucho miedo a las represalias), cuando se abren, te cuentan (todos lo saben) que Teodoro, está muy enfermo  y su hijo (Teodorín) un drogadicto, que se gasta el dinero fuera del país en sus muchos caprichos. Esto produce una gran desazón en ellos, podrían soportar que siguiera gobernando el tirano de Teodoro, pero no el loco de  su hijo, con él no habría ningún futuro para ellos.

Vuelta a la Oficina de Desarrollo, para seguir trabajando en el proyecto, tuve ocasión de conocer el proyecto definitivo de la Nueva Malabo, que no está concebido como el tradicional ensanche, conservando el centro histórico, reformado, de la ciudad original. Aquí se hace una ciudad nueva; una ciudad para los gobernantes y el resto de clases pudientes, que viven pegados al gobierno y para los turista (para que no vean la miseria).Un auténtico apartheid, impuesto a su propio pueblo.

Una vez terminado mi trabajo en Guinea y mi regreso a España, he tenido tiempo para pergeñar mínimamente un análisis sobre la situación real de los ecuato-guineanos. Y mi conclusión es que, desde su independencia, no se ha hecho nada en mejorar la vida de sus habitantes (inclusive se ha retrocedido) y en sus infraestructuras: todo está por hacer.
Encuentro un pueblo evocado al desastre, con unos gobernantes, que están esquilmando todas las riquezas de este país, para su propio beneficio y el de sus muchos arrimados, con una exclusión total de la mayoría de los habitantes, que no quieren, o no pueden, arrodillarse al Tirano Jotapé.