Hoy traemos este artículo de un libro sobre historia de la II Guerra Mundial que , como telón de fondo, está Guinea Ecuatorial.
Datos del libro:
El libro de donde sale este artículo se titula Objetivo Africa. Crónica de la Guinea española en la II Guerra Mundial. Es de gran formato (tamaño folio), contiene 200 fotografías de época y consta de casi 400 páginas. Su precio es de 36 euros, gastos de envío incluidos y si le interesa se lo podría mandar contra-reembolso a su dirección.
Jesús Ramírez Copeiro del Villar
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El 15 de Enero de 1942, el ayudante de Marina de Santa Isabel comunicaba al jefe del Estado Mayor de la Armada en Madrid “A las 23.30 h de ayer fueron puestos varios petardos en el muelle, causando gran alarma las explosiones. A las 23.55 dado el alumbrado, se notó que los buques refugiados Duchesa d’Aosta, italiano, la Likomba y otra lancha Alemana, habían desaparecido fuera de boyas, remolcadas por buque desconocido”
En estas breves líneas se describe un episodio muy poco conocido de la SGM en el cual se produjo el asalto por parte de la Marina Británica del puerto de la capital de Guinea Ecuatorial en el que se produjo el robo o desaparición de tres barcos del eje allí refugiados sin dejar rastro.
En el curso de la tensión que se vivía en Europa durante la segunda mitad del mes de Agosto de 1939, los mercantes alemanes recibieron la orden de regresar urgentemente a casa o de buscar refugio en puertos considerados neutrales, Berlín quería tener todos sus mercantes a salvo, antes del sábado 26 de agosto.
Cerca de un centenar de barcos alemanes se refugió en puertos españoles. Uno de los elegidos fue el de Santa Isabel: allí fondeó el 27 el Pionier , un bananero de 3.285 Tm ; le siguieron , en la mañana del miércoles 30 ,la lancha Likomba de 199 Tm y la barcaza Bibundi de 100 Tm, que además de carga y provisiones transportaban a cincuenta y ocho alemanes contratados en las plantaciones de Tiko , en el Camerún Británico , que escapaban de la colonia inglesa ante la inminencia de la guerra.
El Pionier abandonó Santa Isabel dos meses después, llegando a Hamburgo tras cuarenta y dos días de navegación, en los que hubo de sortear numerosos buques de guerra británicos. Esa singladura constituyó una hazaña náutica de primer orden.
En la mañana del 10 de junio de 1940, mientras Mussolini declaraba la guerra a Inglaterra y Francia, el buque italiano Duchesa d’Aosta se refugiaba en Santa Isabel, era un vapor mixto de carga y pasaje de 7.872 Tm , el cargamento que portaba lana, pieles, copra, cobre etc .cuyo valor fue estimado por los ingleses en 250.000 libras. Quedó fondeado en el extremo de poniente del muelle y a unos 100 m del mismo incluso con el tiempo la luz eléctrica del barco le fue suministrada desde una fábrica termoeléctrica de Santa Isabel, la autoridad portuaria no procedió a sellar o retirar el equipo de radio del Duchessa contraviniendo la norma internacional aplicada a los buques beligerantes refugiados en puertos neutrales, que no permitía el uso de estaciones de radio en esas aguas.
Los tres buques del Eje refugiados en Santa Isabel, constituían el primer motivo de atención de los agentes británicos en la isla, Charles Guise, teniente británico que actuaba bajo la cobertura de correo diplomático en la isla, preparó un informe que contenía tanto las características de los buques como sus posiciones así como el estado de ánimo de las tripulaciones, confirmó la existencia de un equipo de transmisión y la presencia de una guardia indígena las 24 horas del día en el cuartel de la guardia colonial y advertía del peligro de cañones de cuatro pulgadas que cubrían el puerto. A su vez uno de los vicecónsules británicos Charles Michie entabló gran amistad con el piloto de la avioneta del Gobernador .Michie era muy aficionado a la fotografía y disfrutaba libremente de su Hobby durante los vuelos que realizaba con el piloto sobre la bahía de Santa Isabel, sacando fotografías que por supuesto incluían a los tres barcos fondeados en el puerto.
A los británicos les preocupaba que esos barcos salieran a la bahía y abastecieran a los numerosos submarinos que operaban en la zona y que habían convertido las inmediaciones de Freetown en una trampa mortal para los mercantes aliados. Había que conjurar ese peligro: así se engendró la Operación Postmaster .En un principio se pensó en la posibilidad de capturar las lanchas alemanas e inmovilizar al barco italiano inmovilizando su hélice pero debido al valor de las mercancías que transportaba y el hecho de que el barco podía utilizarse en labores de suministro y transporte de las propias mercancías aliadas se pensó que valía la pena intentar capturarlo.
El secuestro de esos mercantes recibió el nombre en clave de Operación Postmaster y los detalles fueron elaborados en Lagos, con los informes y fotografías realizadas en Santa Isabel. Se propuso que el comando asaltante entrara en el puerto una noche sin luna en dos grupos a bordo de sendos remolcadores. Uno de ellos se encargaría del Duchessa y el otro, simultáneamente, de las lanchas. Los asaltantes deberían anular la radio del Duchessa , sofocar cualquier atisbo de resistencia y proteger con hombres armados el timón, válvulas de cierre y cables de remolque, la fuerza sólo sería usada en caso de necesidad. A continuación, y desde el mismo buque volarían las cadenas del ancla y los amarrajes de popa .Por último, los barcos enemigos serían atados a los remolcadores y sacados del puerto. Toda la operación debería realizarse en quince minutos. La corbeta Violet , de la Royal Navy , esperaría fuera de las aguas territoriales, para hacerse cargo de las presas y escoltarlas hasta Lagos, de esta forma se oficializaba la captura, figurando que los barcos del Eje habían sido apresados en alta mar.
El plan recibió luz verde del Foreign Office y del almirantazgo, en Noviembre de 1941 .El gobernador de Nigeria autorizó, también, el uso del remolcador Vulcan y de la lancha Nuneaton , de la marina colonial nigeriana , con sus tripulaciones. Los preparativos se llevaron a cabo a la mayor celeridad, con la colaboración del teniente Charles Guise, cuyos conocimientos sobre la bahía y el puerto de Santa Isabel contribuirían al éxito de la empresa.
El grupo asaltante estaría formado por cuarenta hombres, al mando del capitán Gus March-Philipps , un especialista en operaciones especiales, y en el comando figurarían tres exiliados españoles republicanos que habían pertenecido a la legión extranjera. Su presencia allí podía ser útil no solo para contestar en castellano al centinela del buque italiano, sino por aprovechar su experiencia militar y su disposición a participar en cualquier acción. El sábado 10 de enero habían finalizado el entrenamiento y los preparativos. Dada la ausencia de luna en los siguientes dias, el comando salió de Lagos al amanecer del domingo y se fijó el asalto para las 23.30h del miércoles 14 de enero.
Aquella noche, el puerto estaba silencioso, a oscuras y solitario. El cañonero Dato, de servicio en la Colonia, y el vapor intercontinental Gomera, se hallaban en Río Muni. Aparte de los buques refugiados no había en la bahía más que unas cuantas gabarras, pequeñas lanchas y un barco maderero fondeado a la salida. La luz de la ciudad se apagaba a la una de la madrugada, pero la falta de gasoil desde hacía varias semanas había obligado a restringir su uso de seis de la tarde a once de la noche, quedando la ciudad a oscuras. Todo pues parecía favorecer a los planes del comando.
El comando se movió con menor agilidad de la prevista. Media hora tardaron en controlar las tripulaciones, pese a que sólo estaban vigiladas por tres nativos, que saltaron al agua en cuanto les vieron. En el mercante Italiano no tuvieron que disparar ni un solo tiro para controlar a los 28 tripulantes que había a bordo. El mayor problema fue el corte de las cadenas del ancla del mercante italiano. Todo ello propició que se diera cierta alarma en tierra, pero una serie de circunstancias impidió la reacción de la guardia colonial y que dos piezas de 7,62 mm emplazadas en Punta Ferranda , recibieran la orden de abrir fuego, quizás porque sólo pudieron hacerlo cuando ya los barcos habían desaparecido en la oscuridad, dejando en su huida algunas gorras de marineros franceses en la bahía , en un intento de embarullar las pistas.
Con la luz del día, el gobernador en funciones ordenó que el Dragon Rapide , de la compañía Iberia , tratara de localizar los tres barcos. Fue artillado con una ametralladora y bombas de mano, siendo la primera vez que un aparato de Iberia y su tripulación eran militarizados, pero la operación de rastreo por las costas de Camerún y Gabón no obtuvo éxito, pese a que la Nuneaton, con problemas continuos en su motor, estuvo dos días a la vista de Fernando Poo.
El 19 de enero de 1942 el Gobierno español, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, envió a la embajada británica una enérgica protesta por la violación de sus aguas soberanas. En la citada nota se mantenía que las tres embarcaciones se encontraban refugiadas en un puerto neutral, con arreglo a los tradicionales usos del derecho internacional y que los datos obligaban a pensar en un atentado realizado por buques y elementos al servicio de intereses británicos o de colaboradores directos. La nota finalizaba exigiendo al Gobierno inglés la restitución a la soberanía Española de los buques apresados injustamente, así como de sus tripulantes y merecancías que se custodiaban a bordo.
La embajada del Reino Unido respondía a la queja Española con un comunicado del Almirantazgo británico, según el cual ningún buque de guerra británico o aliado se hallaba en las inmediaciones de Fernando Poo en el momento del incidente, pero reconocía que navíos ingleses habían interceptado y capturado en alta mar a los tres barcos y los había conducido al puerto de Lagos. El gobierno de Su Majestad no podía aceptar protesta alguna del Gobierno Español, al no ser responsable de lo ocurrido, que no podía aportar una explicación sobre los sucesos acaecidos en el puerto de Santa Isabel y que no se sentía obligado a devolver buques enemigos capturados en alta mar.
Aparte de la humillación y de la burla británica, el Gobierno Español hubo de afrontar las reclamaciones y recriminaciones de Alemania e Italia por no haber sabido defender el puerto de Santa Isabel y garantizar la seguridad de los barcos en él refugiados.
La operación resultó un éxito rotundo, uno de los primeros logrados por los comandos ingleses, y sirvió de patrón para otras acciones del género. El apresamiento del buque italiano constituyó entonces la captura más importante de la guerra, una gota de agua para la maltrecha flota mercante británica. Lo mismo sucedió con las lanchas alemanas, especialmente la Likomba, en perfectas condiciones de maquinaria y casco.El buque italiano fue puesto bajo bandera británica, cambiado de nombre y utilizado como transporte de tropas y material de guerra entre Canadá y los puertos británicos. Tras la guerra, fue vendido a una sociedad italiana, que lo rebautizó y matriculó en Roma. Finalmente fue desguazado en La Spezia en 1952. El Duchessa d’Aosta terminó así sus singladuras bajo bandera italiana.
Fdo.: Totemkopf.