miércoles, 18 de noviembre de 2009

Teodorín, el «príncipe» de Malibú


Artículo aparecido en la edición digital del diario español ABC, haciéndose eco de la información del New York Times de la que ya informamos hace unos días.


Queda claro que esta familia de delincuentes y violentos personajes, que detentan el poder en Guinea Ecuatorial, van a hacer lo que sea con tal de no rendir cuentas a nadie.




Está claro que no tienen la más mínima intención de reconocer sus arbitrariedades y salvajadas para con el pueblo residente en la República.


No habrá democracia hasta que los delincuentes y criminales salgan de los mecanismos de poder del gobierno guineano.



En estas elecciones, otra farsa más, actúan de responsables de organismos que, a priori, deberían ser independientes; como la Junta electoral central u otros departamentos que velan por la transparencia e independencia de una consulta electoral; personajes tan corruptos y tan criminales como su jefe y así tenemos que el Ministro del Interior (no nos parece muy independiente que se diga del sátrapa Obiang) es el mandamás de la Junta electoral central y así con todo.



La oposición, tras años de complicidad silenciosa con el régimen, acusa ahora a los sicarios del dictador de insultarles y asaltarles las caravanas electorales.



Hay otra oposición o disidencia que vive en el exilio y que no cuentan ni con el más mínimo reconocimiento.



Tengamos en cuenta que casi medio país vive en el exilio y que estos no pueden volver pues se exponen a los siniestros calabozos de la tiranía o, sencillamente, a la muerte más animal y brutal, deporte favorito de los secuaces de Teodoro Obiang Nguema.



España está jugando una baza del todo impresentable y duramente criticada en el seno de la disidencia.



Apoyar a Obiang es estar de parte y de acuerdo con uno de los mayores violadores de Derechos Humanos de la Tierra. Su corrupto equipo de pistoleros, terroristas en toda regla, mantienen un pequeño país, el tercer productor de petróleo de África, en unos niveles de indigencia que son intolerables, a pesar de las sonrisas del Ministro español Moratinos.



La salida de estos delincuentes corruptos y de acreditada crueldad serían suficiente para salvarle la vida a todo un pueblo. Tan sencillo y al parecer, tan complicado.



Algún día sabremos la verdad.



El artículo del diario español ABC:



PEDRO RODRÍGUEZ | WASHIGNTON



El hijo del dictador Teodoro Obiang Nguema disfruta en Estados Unidos de la opulenta vida de una estrella de Hollywood. El Departamento de Justicia norteamericano dispone de detalladas evidencias sobre el origen corrupto de su fortuna.



Como ministro de Agricultura y Bosques de Guinea Ecuatorial, el salario de Teodorín Nguema Obiang Mangue es de unos 3.000 euros al mes. Pero en Estados Unidos, a donde viaja varias veces al año con pasaporte diplomático, el hijo favorito del dictador de la ex colonia española mantiene un multimillonario estilo de vida que no cuadra con sus limitados ingresos.


Ni tampoco con la política oficial de Washington de negar visados de entrada a cualquier gobernante sospechoso de corrupción y sus familiares.



De acuerdo con una informal declaración de patrimonio publicada ayer por el «New York Times», Teodorín dispone en California de una apabullante mansión.


Propiedad situada en primera línea de la playa de Malibú, con un valor estimado en 23,5 millones de euros.


Y para satisfacer sus necesidades de transporte, el hijo de Obiang disfruta de la comodidad de un jet privado, modelo «Gulfstream V», de los que cuestan más de 25 millones de euros.



Un millón por excursión



Además, según estas sospechosas cuentas, Teodorín sufre una cierta debilidad por los coches de súper-lujo.


Con un exclusivo parque móvil compuesto por cuatro ferraris, tres rolls-royces, dos maybachs y, por supuesto, un bentley.


Además de un par de lanchas motoras para completar un estilo de vida por tierra, mar y aire más propio de una rutilante estrella de Hollywood.


Sin olvidar el detalle de que para financiar cada una de sus escapadas, el supuesto sucesor de Obiang se trae un millón de dólares en metálico y sin la debida declaración.



Toda esta opulencia no ha pasado desapercibida ni al Departamento de Justicia ni a la agencia federal ICE, encargada de inmigración y aduanas.


Hasta el punto de generar hace un par de años una pesquisa que llegó a la conclusión de que la riqueza exhibida por Teodorín tenía su origen en «extorsión, robo de fondos públicos u otras conductas corruptas» vinculadas al descubrimiento hace década y media de grandes reservas de petróleo y gas en las costas de Guinea Ecuatorial.



El «sueño americano» de Teodorín, financiado también con un «impuesto revolucionario» sobre la riqueza forestal de su país, contrasta con la legislación federal de EE.UU. y una directiva del presidente Bush, que prohíbe otorgar visados de entrada a altos cargos extranjeros corruptos y su parentela.


Restricciones que no requieren sentencias judiciales firmes.



Aunque el Departamento de Estado no ha querido dar explicaciones oficiales sobre el visado de Teodorín, altos cargos diplomáticos en activo y retirados han destacado los intereses de grandes empresas petroleras de Estados Unidos en Guinea Ecuatorial.


Con una producción de casi 400.000 barriles de crudo al día, canalizada a través de compañías como ExxonMobil, Hess y Marathon.



Malestar del Congreso



John Bennet, embajador estadounidense en Guinea Ecuatorial entre 1991 y 1994, recalcó que la tolerancia demostrada hacia Teodorín se explica sólo por intereses petroleros. Según el diplomático, Washington está haciendo la vista gorda a la corrupción y represión del régimen de Obiang por cuestiones de energía.


Doble rasero en evidencia al compararse, por ejemplo, con las restricciones impuestas a otro régimen africano como Zimbabue, sin recursos petrolíferos.



Todas estas acusaciones de interesado favoritismo estarían sentado especialmente mal entre ciertos sectores del Congreso de Estados Unidos.


Con insistencia en que la negativa de visados fue inspirada precisamente por dictaduras corruptas como la de Obiang en Guinea Ecuatorial.