Por Severo-Matías Moto Nsa, Periodista.
ASODEGUE (Asociación para la Solidaridad Democrática con Guineas Ecuatorial) viene haciendo referencia, de forma reiterada, sobre la situación (no precisamente muy grata) que en Guinea Ecuatorial podría estar pasando Ricardo Mangue Obama Nfubea. La última referencia nos habla de que podría estar (hace tiempo) fuera de Guinea Ecuatorial, con familiares; en el propósito de cuidar, durante tres meses, de su salud. La Asociación de referencia vaticina sobre la posibilidad de que Ricardo pudiera haberse entregado al exilio.
Quizás de lo primero y único que podría hablar con cierta alegría y satisfacción cristiano-humana es de no le haya pasado lo peor al equatorguineano Obam Nfubea. No es fácil haber llegado a las alturas del Pamir, haber tocado tan suculentas miles del poder, haber frisado el umbral del poder hereditario de Obiang Nguema; salir, de malas maneras, de ahí y seguir viviendo. Todo un extraño milagro, más aún cuando no se pertenece de forma muy directa al clan Obiang Nguema. No hay más que mirar a los que siendo del clan, han caído en desgracia y no han sido liquidados y “enviados al infierno” –como tan frecuentemente repite Obiang Nguema, extraño buen conocer de lo que es el infierno-.
En Guinea Ecuatorial, la caída en desgracia de Ricardo Mangue Obama Nfubea, ha tenido que ser uno de estos acontecimientos que divide a la sociedad guineana en dos facciones de diferentes sentimientos. Unos (naturalmente los familiares, amigos íntimos y compañeros que se movieron a su sombra cuando jugaba a todo poderoso y omnipresente Secretario General de la Presidencia de Obiang Nguema; habitual Ministro en Funciones del Interior en suplencia de Julio Ndong Ela Mangue; Primer Ministro suplente, y enfurecido jabato en defensa y protección del entorno de Obiang Nguema; temible amigo y compañero íntimo de fatigas de Armengol Ondo Nguema, hermano paleto de Obiang Nguema, factótum de la insegura Seguridad del estado de Obiang Nguema; hombre que compartía su lento y mortecino monovolumen azul, día y noche, con Ricardo Mangue Obam Nfubea, en un extraño concubinato que, a la vez que daba miedo, levantaba todas las sospechas de rara cohabitación… Otros sintieron de pronto, con la caída de Obam Nfubea, como si el miedo y el terror se desprendieran de sus cuerpos, y un suspiro de alivio acudiera a sus fosas nasales desde lo más hondo de sus pechos.
Si personajes como Agustín Nsé Nfumu (flamante Embajador de Obiang en el Reino Unido de la Gran Bretaña, reciente corresponsal de la Real Academia española de la lengua) o Miguel Oyono Ndong Mifumu, imparable proclamador de las virtudes del régimen y de Obiang Nguema; o, quizás Alfonso Nsue Mokui, ocasional e insultante portavoz del gobierno de Obiang Nguema y algunos otros, son sonoros defensores -de palabra-, Ricardo Mangue Obam Nfubea era un acérrimo y lacerante defensor -de obra- del régimen.
Salido de la Universidad Complutense de Madrid, y del Colegio Mayor Universitario Ntra. Sra. de África de España, con el flamante título de Abogado, era de esperar que Ricardo Mangue, se sumara al elenco de profesionales e intelectuales guineos llegados de España; pero su extrema cercanía y entrega ciega al régimen y a Obiang Nguema (especialmente a Armengol Ondo Nguema) parecía haberle contagiado del profundo complejo de inferioridad cultural que aqueja a esos dos hermanos y a todo el equipo de Obiang Nguema.
1.- Llegué por primera vez a mi país, el 5 de Junio de 1.988, tras haber fundado el Partido del progreso de Guinea Ecuatorial en mi primer exilio (1.982-88) El entonces Ministro del Interior, Isidoro Eyi Monsuy, se encargó de dejarme muy claro que no estaba el “horno” de la tiranía para “bollos” de democracias y multipartidismos. Me libré, de milagro, de la acusación y condena de muerte, acusado de haber intentado un golpe de estado. Retomé el exilio. El 2 de Mayo de 1.992, retorné de nuevo a mi país para solicitar, otra vez, el reconocimiento o legalización del Partido del Progreso. Esta vez le tocó a Ricardo Mangue Obam Nfubea, demostrarme que podían existir en el régimen más peligros y terror que el que desarrollaba el propio Obiang Nguema. El celo por el poder, por el poder absoluto marca a todo el equipo de Obiang y muy especialmente al “núcleo duro” donde los intelectuales ponen su cuota de inteligencia para reforzar la tiranía y protegerse en ella. Absolutamente apabullado, asustado y con el miedo cubriendo los poros de mu cuerpo, viví los primeros días de mi llegada a Guinea Ecuatorial, el2 de mayo, atenazado por la durísima persecución activa que Don Ricardo Mangue Obam Nfubea, ejercía sobre mí, subido que estaba en la Secretaría General de la Presidencia de Obiang Nguema; llenando los vacíos del Primer Ministro lo del Ministro del Interior y refugiado en el regazo de Armengol Ondo Nguema. Las citas o citaciones para comparecer ante el binomio Mangue Obam-Ondo Nguema, eran diarias. Parecían llamadas a hacer de mi vida en Guinea Ecuatorial un verdadero asco; un infierno del que había que huir o esperar la muerte. Incontables las veces que Mangue Obam Nfubea, supliendo al Ministro de Justicia y al propio poder ejecutivo me llevaba a los tribunales; luego el letrado José Luis Nvumba, se encargada de vaciar de argumentos las denuncias de Ricardo Mangue. Naturalmente que yo suponía y casi sabía que Obam Nfubea ejercía de látigo manejado, de lejos, por Obiang Nguema… Estaba absolutamente convencido de ello, hasta un buen día recibí la llamada del Presidente del Supremo de Justicia, Leoncio Edjang Avoro:
- Oye, yo estaba presente cuando el Presidente le dijo a Ricardo Mangue en todo de enfado, que lo estaba haciendo contigo no era, ni bajo sus órdenes, ni tampoco para satisfacerle; que era asunto particular suyo.
Las denuncias y citaciones a comparecer en los tribunales se apaciguaron. Mangue Obam Nfubea seguía metido en el lento y parsimonioso “monovolumen” azul de Armengol Ondo Nguema, donde se fraguaban los planes de acabar con migo
2.- Las citas pasaron a celebrarse en el bunker de Armengol Ondo Nguema. Ahí me llevaban, a veces, solo; otras, acompañado de algún miembro directivo del Partido del Progreso. La queja y la denuncia de Ricardo Mangue Obam Nfubea y su gran padrino, Armengol Ondo Nguema, que yo estaba preparando un grupo paramilitar en la sede central del Partido del progreso; a donde se refugiaban los militantes que eran expulsados de sus casas por haberse afiliado al PP.
Bajo esa escusa y esa acusación vacía y falsa, Ricardo y Armengol tramaron y diseñaron la invasión y destrucción de la sede central del Partido del Progreso en Malabo, el 1 de Septiembre de 1.992, secuestraron los archivos del Partido, robaron los ahorros de las cajas fuertes y trasladaron, en furgones policiales, a las cárceles de la Policía y Blay Beach a todos los miembros, trabajadores y visitantes que encontraron en las dependencias de la sede; mientras me recluían en el despacho de Ricardo Mangue Obama, cerca del campamento marroquí, lugar de asesinatos oficiales.
-Te lo advertimos, ¿no?. Ahora entiendes lo que es la democracia, ¿no? –me recriminaban, al alimón, Ricardo y Armengol.
3.- Era aquel fatídico día 25 de enero de 1.995. Manuel Nguema Mba acababa de ponerme en las manos del Juez de Instrucción, con la recomendación de que inmediatamente me enviara a la cárcel de Black-Beach, por haber denunciado la tenencia, depósito y tráfico de droga, por parte de Obiang Nguema.
Mientras el Juez me interrogaba, su pequeño despacho era permanentemente invadido por militares, especialmente el llamado “Comisario X”, que venían a urgir al Magistrado mi envío inmediato a la cárcel. Hasta que el Juez amenazó con abandonar el despacho, si no dejaban de presionar.
Cayo Ondo Mba, el terrible y despiadado asesino oficial al servicio de Obiang Nguema, se movía furiosamente en los alrededores del Palacio de Justicia, mientras un pelotón de militares aguardaba la orden del Juez, de llevarme a Black-Beach. Un número cada vez mayor de militantes del Partido del Progreso y curiosos, se agolpaban en las inmediaciones, para seguir de cerca el espectáculo.
A todo eso, un durísimo “sanedrín” formado por los más recalcitrantes torturadores y asesinos, presididos por Manuel Nguema Mba (Recuérdese el asesinato de Pedro Motú Mamiaga) se reunía y tomaba decisiones a unos cuantos metros del Palacio de Justicia, justo en la casa de Don Ricardo Mangue Obam Nfubea.
Ni cuando le hubiera sucedido algo peor que esos ceses de cargos y de su partido PDGE,y ese despeñarse de tan altas alturas de poder tan cercanas a la toma del país, me hubiera nunca alegrado. No puedo jugar con mis profundos sentimientos y convicciones cristianas y de humanismo. Ni siquiera este recuerdo que hago de mi amarga experiencia vivida bajo su omnímodo y omnipotente poder feroz, a la sombra impune e inmune de Obiang Nguema, debe considerarse un gesto de enemistad.
En esa línea cristiana y humanista hay que recurrir a la alegría que debemos sentir por cada uno que logra salvarse del infierno de Obiang Nguema. Ante los pecados de cada uno, aun cuando son tan proyectados a veces tan violentamente hacia la sociedad, siempre hay que repetir lo de “peccatum meum mihi” (Mi pecado es mío) ante Dios y, en todo caso ante la Justicia.
Pero, dejar pasar este “primer final” de Ricardo Mangue Obam Nfubea, sin sacar conclusiones y experiencias –y eso va dirigido a los que siguen jugando junto a Obiang Nguema y Armengol Ondo Nguema, ese peligrosísimo juego a ser y actuar con más dureza que “ellos mismos”- es, precisamente eso, ser peor que “ellos mismos”. Lo que ya es decir…
Ante el caso de Don Ricardo Mangue Obam Nfubea es muy difícil resignarse a no gritar eso de “Sic transiit gloria mundi” (“Así pasa la gloria del mundo”)
POST DATA. He dicho “primer final” de Ricardo Mangue, porque estamos muy acostumbrados a asistir a “segundos finales”, (Eloy Eló Nve Mbengono…) que en manos de Obiang Nguema son siempre más nefastos. Por cierto acabo de recibir la noticia confidencial de que Don Ricardo Mangue Obam Nfubea, está en España. Bien venido a donde ningún guineano hubiéramos debido venir, huyendo de la tiranía de la que ha sido Primer Ministro.