Por Severo-Matías Moto Nsa, Presidente del Partido del Progreso y del Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio.
En una nota confidencial que me ha llegado de Guinea Ecuatorial, una militante del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, me asegura que el Presidente de Guinea Ecuatorial, ha impartido órdenes estrictas a los Delegados de Gobierno de algunos Distritos de la Provincia de Centro-Sur y de otras Provincias como el Litoral o isleñas, para que ejerzan toda clase de intimidación a la población bajo su mando, para evitar que en las próximas elecciones presidenciales se lancen a votar a “la oposición que va a llegar de fuera”. Ya que -según informa la dictadura a esos Delegados Gubernativos-, “la oposición que está fuera puede llegar en cualquier momento a nuestro país”. La nota recibida, señala que Obiang Nguema advierte a los Delegados Gubernativos de Centro-Sur y Litoral, así como a los de las Provincias isleñas, que ejerzan el máximo de presión e intimidación, “de cualquier forma” sobre la gente, pero “sin meter a nadie en la cárcel”. (sic)
Fue de admirar, y sorprendió a todos el carácter personalizado de las primeras leyes impuestas por Obiang Nguema y su régimen, en cuanto se vieron obligados a abrir los leves pasos hacia la transición democrática, a comienzos de los años 90. Cualquiera que leyera aquellas leyes, especialmente referidas a las posibles elecciones presidenciales o a la simple participación en la actividad política, notaba que las leyes eran unidireccionales; hacia los exiliados y muy en concreto hacia el Partido del Progreso, aún sin legalizar y hacia su líder, en el exilio.
Ni siquiera los incipientes directivos del Partido del Progreso, una vez fundado en Madrid, podíamos calcular con precisión y exactitud el impacto que el Partido del Progreso había causado en el alma y en los corazones de la población guineo ecuatoriana. Los dos peligrosos y arriesgados viajes, en busca de la legalización (5 de Junio de 1988 y 2 de Mayo de 1.992) nos dejaron sentir, ver y vivir la realidad. El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (Demócrata Cristiano) se había hecho, desde su fundación, un “fenómeno” popular de incalculables dimensiones, incluso –repito- para mí, Fundador y Presidente, y para los cofundadores y primeros directivos.
Desde mucho antes de que saltáramos la difícil y larga barrera de la legalización, (17 de octubre de 1.992) el Partido del Progreso desbordaba todos los cálculos de afiliación, peso y popularidad en toda la República de Guinea Ecuatorial. Con el peligroso y siempre libre y voluntario flujo de “hermanos militantes” del PDGE que se desvestían del falso hábito del PDGE y se sumaban al nuevo bautismo político democristiano del PP. El Partido del Progreso ha sido siempre y desde su fundación una opción política que, conectada en profundidad con el alma del pueblo guineano, estuvo, está y estará siempre por encima de los cálculos y suposiciones humanas, incluso por encima de las capacidades y disponibilidades económicas de sus dirigentes y militantes. El lujo, el boato, la exhibición vacía, no son la marca del P.P.
Parecerá inapropiado, presumido o poco humilde decirlo; pero pocas opciones políticas se han abierto paso en la vida política de Guinea Ecuatorial y que hayan encontrado tan sereno acomodo y natural asimilación popular. Es el “ALMA”, como lo dice nuestro Vicepresidente, Armengol Engonga Ondo, y no otras superficialidades, lo que distingue y marca al Partido del Progreso y lo hacer ser lo que es.
No deja de tener su gran significado, el que el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial es la primera opción política guineana que nace con el signo y marchamo de “partido”; -Madrid, 1.983- (ideología y doctrina política concreta, incluida), tras la desaparición o arrinconamiento de los movimientos y grupos políticos que acompañaron la independencia de nuestro país, apartados por Macías Nguema y posteriormente prohibidos por Obiang Nguema.
La ilegalización del Partido del Progreso y su relegación al ostracismo y prohibición oficial, nada han tenido que ver ni afectar a la profunda raigambre que adquirió el PP en el alma del pueblo guineano. Su ausencia en la vida activa del país, ha supuesto una despresurización y pérdida de viveza en la vida política; exactamente como su presencia y actividad supuso y dio sentido a la vida política de Guinea Ecuatorial. Su silencio es tan sonoro que nadie podría pasar desapercibido de su presencia. Se siente y se nota –según todos los observadores y críticos. El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial es un “don” un “carisma” que adorna a sus militantes y al pueblo que en él se inserta. Como democristianos, el dolor y el martirio político, a veces físico, son un signo de identidad, un profundo bautismo para la futura vida en libertad.
El que tanto su Presidente y Fundador, así como el grueso de sus destacados y cualificados directivos se hayan visto obligados a exiliarse fuera del país, huyendo de la redada mortal decretada contra nosotros, apenas unos meses de ser legalizados; y, sin embargo el Partido del Progreso, ilegalizado y prohibido, siga siendo en Guinea Ecuatorial una inevitable referencia nostálgica y clamorosa, (“El Partido del Progreso se lleva en el corazón”), lo dice todo sobre el carácter dogmático y “fundamentalista” (en el más limpio sentido del término) que el pueblo guineano ha dado al Partido del Progreso, en su vida.
La mayor dificultad que encuentra Obiang Nguema y su régimen a la hora de intentar un leve ensayo de pluralismo, limpieza y transparencia en sus elecciones, es, hoy por hoy, el Partido del Progreso. No tanto –ni mucho menos- porque vayamos a disputar sobre quién o qué partido es más violento, más tramposo y más capaz de montar fraudes; (eso ya es característica y patrimonio del PDGE) sino porque somos capaces, y estamos muy preparados para ganar elecciones, si son libres, transparentes y justas. Un mínimo juego electoral coaligado ente el Partido del Progreso y otro u otros, no lo resistiría el PDGE coaligado con todo eso que su presidente ha bautizado como “partidos apéndices” del PDGE.
No es –repito- un estúpido ejercicio de prepotencia o vanagloria. Si el pueblo guineano no lo dejara ver y sentir a cualquier observador, no seríamos capaces de decirlo. Nada seríamos sin nuestro pueblo. Pretendo simplemente señalar que el único miedo que se puede tener al Partido del Progreso, es en las elecciones libres, transparentes y justas. Reconocemos que somos duros, por sencillos y creyentes en nuestra fe política, de cara a una contienda electoral libre. Y precisamente eso hace del Partido del Progreso un necesario y casi obligado compañero de camino, hacia la conquista de las libertades democráticas. Cualquiera que se adentre un poco en el talante político del Partido del Progreso, lo notará. Más, en Guinea Ecuatorial.
Reconocemos estar sorprendidos, intrigados y cargados de una extraña expectación ante los rumores que se comentan sobre la posible presencia, en breve, de los opositores que están fuera y que podrían participar en las próximas elecciones presidenciales. Nos aseguran, incluso, que alguna voz española de indudable prestigio político y social, de las que han visitado recientemente a Obiang Nguema, le han aconsejado soltar amarras, abrir paso al pluralismo y a las alternativas políticas en las próximas elecciones, como fórmula única de salida airosa del atolladero en que se halla.
En medio de las maldiciones y descalificaciones que viene mereciendo dicho viaje, este consejo y esta recomendación bastarían para que, - de ser materializadas-, el viaje mereciera toda la pena y todas las bendiciones.
El Partido del Progreso, su Presidente y sus directivos y afiliados esparcidos en la diáspora, en conexión -corazón a corazón – con la masa popular que nos aguarda en Guinea Ecuatorial, incorporando a la libertad a nuestros compañeros presos políticos encarcelados, somos garantes del “milagro” de ganar unas elecciones presidenciales y abrir para nuestro país el necesario y ansiado camino de la libertad, de la reconciliación social -por la justicia-, y el desarrollo integral de los guineoecuatorianos y de Guinea Ecuatorial.
Libertad de Partidos, ¡¡ya!!
¡¡¡Elecciones libres!!!