miércoles, 15 de julio de 2009

El oro (negro) blanquea dictaduras



CRÓNICAS GALANTES

El oro (negro) blanquea dictaduras

Anxel Vence





Ha suscitado alguna queja la visita que una extraña comitiva encabezada por el socialdemócrata Moratinos y el viejo patrón conservador Fraga acaba de girar a Guinea Ecuatorial; pero en realidad no hay para tanto. Téngase en cuenta que antes de restaurar el viejo Reino de Galicia, Don Manuel ya había firmado hace cuarenta años la independencia de la República guineana: y eso es de por sí un buen pretexto. Aunque acaso existan otros más importantes.


El súbito interés de España por su antigua colonia obedece en realidad al mismo impulso que ha llevado a estadistas e inversores de numerosos países a descubrir los hasta ahora ignorados atractivos de Guinea. Nada nuevo. El hallazgo de una enorme bolsa de petróleo que ha convertido al país-cortijo de Teodoro Obiang en el tercer productor de crudo de África obró también el milagro de transformar a su dictador en un hombre de Estado con el que se puede y debe hablar.


"Madre, yo al oro me humillo", comenzaba la oda escrita por Quevedo hace cinco siglos a la mayor gloria del vil metal. Ahora que ya no hay prejuicios raciales, el oro puede ser negro –como el petróleo- sin que por ello deje de conferir virtudes mágicas a quien lo posee. "Pues da y quita el decoro y quebranta cualquier fuero, Poderoso Caballero es Don Dinero", decía proféticamente don Francisco. Al oro de teocracias como la de Arabia Saudita, por ejemplo, se abajan hoy las grandes potencias del mundo bajo el principio irrefutable de que la pela es la pela.


No podía ocurrir de diferente modo con Obiang, un pintoresco dictador que administra Guinea como si fuera su finca. Obiang se deshizo de su tío Francisco Macías –el mismo que firmó con Fraga la independencia- por el clásico procedimiento del golpe de Estado y la posterior ejecución de su pariente. Pero nada hay de particular en ello. Por mal que se llevasen, tío y sobrino comparten aun hoy similar notoriedad en las listas de organizaciones de derechos humanos que les achacan imparcialmente a ambos toda suerte de brutalidades en sus tratos con la población.
Cierto es que Obiang se ha preocupado por convocar elecciones con tal éxito de público –aunque no de crítica- que en las últimas obtuvo el respaldo de nada menos que el 99,9 por ciento de los votantes. Ello demuestra el carácter incontestablemente democrático de su mando, por más que él, en su modestia, prefiera atribuirse el título de "dictador" y a mucha honra.


Estas y otras amenidades forman parte del folclore de casi cualquier país africano. La única novedad es el descubrimiento de todo un mar de petróleo que de golpe le ha conferido un especial encanto a Guinea para felicidad de Obiang y familia, aunque no tanto para la de los guineanos propiamente dichos. La inmensa mayoría de ellos apenas tiene noticia de que el PIB per capita se disparó desde los 330 a los 5.600 dólares en menos de una década y siguen viviendo en la miseria a despecho de la repentina prosperidad del país.


Tal ha de ser la razón por la que algunos encuentran chocante que un gobierno preocupado por los derechos humanos como el de Zapatero entre en tratos con un gobernante de currículo tan mejorable como Obiang. Pero eso es no entender que la política internacional se rige por el viejo principio enunciado en su día por Lord Palmerston. "Inglaterra", decía el premier británico, "no tiene amigos ni enemigos permanentes; tiene intereses permanentes".


Nada más natural, por tanto, que la presencia de un conservador anglófilo como Fraga para darle el adecuado toque de pragmatismo a la ofensiva comercial lanzada por el Gobierno de España en Guinea. Que ese gobierno sea progresista no ha de importar gran cosa. El oro (negro) tiene entre otras muchas virtudes la de blanquear el historial de cualquier dictador: y en casos así los escrúpulos sobran. Bien lo decía Quevedo: "Madre, yo al oro me humillo".


Fuente: El Faro de Vigo. http://www.farodevigo.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009071400_5_348263__Opinion-negro-blanquea-dictaduras
anxel@arrakis.es