jueves, 14 de febrero de 2008

El dictador en Argentina. Quejas opositoras, sillas vacías e incomodidad oficialista en el Congreso

Sólo siete senadores y dos diputados del PJ asistieron al agasajo al líder africano
"He leído en algún periódico datos viejos [...]. No pueden exigir que nuestra democracia sea como la de Estados Unidos", afirmó Teodoro Obiang sin disimular su enojo.

Eran casi las 21, y el dictador de Guinea Ecuatorial aprovechaba para hacer catarsis en el Salón Illia del Senado. Lo escuchaban autoridades de ambas cámaras y una decena de senadores kirchneristas. Enojada luego de enterarse por los diarios del pasado del visitante, la oposición decidió faltar y criticó duramente la recepción al militar que desde 1979 maneja con mano de hierro al pequeño país africano.

El rechazo opositor hacia la visita de Obiang comenzó a gestarse a medida que avanzaba la jornada. El diputado porteño Claudio Lozano (CTA) fue el primero en anunciar el faltazo, y lo siguieron Marcela Rodríguez (Coalición Cívica), Federico Pinedo (Pro) y Pedro Azcoiti (UCR). Los cuatro calificaron de "vergonzoso" que la Presidenta y el Congreso recibieran con honores a un gobernante denunciado por violaciones de los derechos humanos y acusado de asesinar a 91 personas.

Los senadores guardaron energías para la sesión ordinaria. Allí, Samuel Cabanchik (Coalición Cívica-Capital) pidió el tratamiento sobre tablas de una declaración de repudio a la presencia de Obiang, pero el pedido -al igual que la solicitud de cuarto intermedio de la bancada radical- fue desestimado por el jefe del bloque oficialista, Miguel Pichetto (FPV-Río Negro).

Así, Obiang llegó a las 20.38 a la escalinata principal del Congreso. Demoró un rato en la firma del libro de visitas e ingresó en el recinto. Lo acompañaron el vicepresidente Julio Cobos; el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Fellner; Pichetto y los senadores oficialistas Ruperto Godoy (San Juan), José Mayans (Formosa), Nicolás Fernández (Santa Cruz), Jorge Colazo (Tierra del Fuego) y Roberto Urquía (Córdoba). Luego se sumó el titular del bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi (Santa Fe). Ante la ausencia opositora, las sillas vacías fueron completadas por asesores.

El ambiente en los pasillos no era, precisamente, de alegría. "Tiene un rol institucional y lo va a cumplir como corresponde", afirmaron cerca de Fellner. "Esto es lo más parecido a una reunión clandestina", afirmó un veterano radical. "¿Vienen a aplaudir al dictador?", dijo a los periodistas un senador peronista disidente antes de abandonar raudamente el recinto.

Para romper el hielo, el vicepresidente Cobos intentó dar calidez a la recepción. "Los países de Africa y América latina hemos hecho de alguna manera un camino común", dijo el mendocino, y destacó "la vocación del gobierno y el pueblo de Guinea" por avanzar en su proceso democrático.

A su turno, y algo molesto, Obiang defendió en un español ibérico las reformas democráticas de su gestión y desafió los datos publicados por los medios masivos del país.

"Hemos tenido dificultades en el pasado, pero ahora que tenemos el petróleo queremos utilizarlo racionalmente para desarrollar al país", dijo. Acusó a los medios de publicar "datos viejos", afirmó que en la actualidad "las Naciones Unidas están sobre Guinea", y dijo que en su país "hay pluralismo político y 13 partidos".

Cuando todo terminó, llegaron las justificaciones. "Somos más papistas que el papa. Lo recibió Francia, Estados Unidos... ¿por qué no nosotros?", se quejó Rossi. "Vine a acompañar al vicepresidente... los datos que tengo hay que chequearlos", se defendió Colazo. Eran las 21.05, y Obiang ya había partido hacia la Cancillería.