sábado, 18 de junio de 2022

GUINEA ECUATORIAL: LA ASIGNATURA PENDIENTE

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

 


Cuando leo en el Confidencial los artículos de mis compañeros no puedo más que sentirme orgulloso de todos ellos. Las ultimas colaboraciones son una muestra de lo que nos mueve y de aquello por lo que queremos luchar. Me agrada observar que una de las grandes preocupaciones es la EDUCACIÓN y lo pongo así, con mayúsculas. La mejor herencia que pueden recibir las futuras generaciones es un sistema educativo sólido, de calidad y que no discrimine a nadie. El futuro de nuestro país tendrá que recaer sobre los hombros de nuestros jóvenes. Si queremos una tierra próspera, moderna, justa y competitiva tenemos que invertir en nuestra gente. No hay mejor ascensor social que saberse preparado para enfrentarse a la vida y contar con las mismas oportunidades que cualquier otro, sea poderoso o rico.



Cierro los ojos y retrocedo en el tiempo. Han pasado muchos años, pero aún guardo el sabor de aquellos sentimientos. Guinea Ecuatorial formaba parte de España y yo había superado las pruebas para estudiar en Tenerife. Antes de salir, de despedirme de la familia, mi padre me dio ánimos diciéndome que iba muy bien preparado, tan bien como cualquier español con los que me encontraría después. Era verdad. Mis años de escuela, de instituto, mis profesores y la calidad de la enseñanza que recibí fueron como una armadura impenetrable. Mi casa era sencilla y humilde pero aun así podía codearme y mirar a los ojos a mis compañeros españoles, muchos de familias adineradas y nobles, porque mi formación era tan sólida como la de ellos. No hay mayor discriminación y desigualdad que la de carecer de armas para luchar.

A pesar de ser diferente a todos, por el color de mi piel, mi acento y mi origen, que era tan exótico para ellos, pude hacerme un hueco y actualmente todavía mantengo buenas amistades de aquellos años. La educación me había puesto a la misma altura, cosa que hoy no se puede decir.



Es un insulto y un delito el condenar a generaciones enteras a la pelea desigual que enfrenta a nuestra gente con otros que tienen todos los recursos. Vencer las adversidades solos, sin formación o apoyo es condenar a nuestros hijos a ser carne de cañón, explotación y desprecio. Es de una injusticia infinita y por eso valoro tanto la sensibilidad de mis compañeros por una educación de calidad para todos, sin excepciones.



La época colonial y el tiempo que fuimos provincias de ultramar y posteriormente autonomía, significó mucho para jóvenes que, como yo, pudimos enfrentarnos a los retos de la vida con suficiente preparación. No existen los complejos cuando no te sientes en inferioridad de condiciones. Siempre me he sentido orgulloso de ser guineano y jamás me han despreciado por ello, al contrario. Nunca me dejé humillar y el respeto se gana cuando se dan cuenta que eres tan inteligente como cualquiera de ellos y sientes lo mismo en situaciones agradables o ante avatares negativos. El sentimiento de inferioridad te condena al miedo permanente por eso hay que apostar por una buena preparación para nuestros hijos, que en definitiva serán los que nos releven en las más altas responsabilidades de Guinea Ecuatorial.



Algunos señalan al colonialismo y nuestra cercanía con España de todos los males de nuestra Patria. Yo, personalmente, creo que el paréntesis malvado y de pesadilla han sido y lo sigue siendo, las dos dictaduras que sufrimos. Hay quién cree que nos falta la asignatura de la verdadera independencia y en eso estamos.



Tenemos la voluntad y el deseo de hacer de Guinea Ecuatorial un país moderno, adelantado y de progreso.

Tenemos las ideas muy claras. Queremos lo mejor para nuestras familias y me gustaría, como al resto de mis compañeros, contribuir a ese cambio que todos ansiamos.

Esta etapa no es la de los herederos de los sátrapas. Que no se acerquen a nosotros los que quieren un país de hombres y mujeres atemorizados. Ha llegado el momento de la INDEPENDENCIA y tenemos que aprovechar la oportunidad. Tenemos que aprobar esta asignatura pendiente y está en nuestras manos. Hagamos el esfuerzo por no reeditar otra versión de la tiranía, del gobierno del más burro y violento, del desprecio por la educación y el conocimiento. Hagamos que las futuras generaciones estén orgullosas de nosotros. Lo podemos conseguir con respeto y, sobre todo, educación.