domingo, 15 de diciembre de 2019

TESTIMONIO DE UN EX-MAGISTRADO DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE MALABO:YO ESTUVE PRESENTE EN LA EJECUCIÓN DE SIETE PERSONAS (II)


Desde Guinea. 
Escalofriantes confesiones de un Ex-Magistrado: "yo tuve que asistir a la ejecución de siete reos en el Pico Basile.
-En Guinea ecuatorial se ejecutan a los reos de forma oficial, pero a escondidas. 
-A algunos magistrados se nos obliga a estar presentes en las ejecuciones. 
Exilio forzado del Partido del Progreso Primero en España, 14 de Diciembre de 2019.- Todos los magistrados que teníamos que asistir a la ejecución, llegamos a la Audiencia Provincial de Malabo y de allí partimos en el microbús que tenía que llevarnos. De ahí nos dirigieron a la presidencia de Obiang, tras  la cárcel de Black Beach, donde fueron introducidos en el coche, sin saberlo, los condenados a muerte. Después fuimos conducidos hacia el camino del pico Basilé. Los reos de muerte durante el trayecto se les observaba ya con la desesperación de quienes sabían que iban a ser ejecutados en ese día, algunos iban diciendo con las lagrimas en sus ojos a los presentes los últimos mensajes para sus familiares. Eso duró hasta el trayecto, subiendo pico arriba.
En medio del camino, a mitad de trayecto, el jefe del escuadrón de la muerte dio la orden de parar. Eran cuatro vehículos. El del jefe del escuadrón, el microbus, donde estuvimos con los condenados, el de los militares ejecutores y el del sacerdote católico que asistió en última instancia a los condenados. Fueron bajados de mala manera los condenados a muerte. El que era camerunés preguntó a los que les llevaban si habían comunicado eso a su embajada. Un soldado le dice que se callara la boca, que ellos ya tienen prisa. Un chaval guineano de Kogo, que pidió que le permitieran orinar, que le dejarán orinar por la última vez. A eso le dice otro soldado que no hacia falta, pues lo iban a matar en seguida.

Todas estas situaciones las vivía en primera persona, con toda esa presión como si fuera a mi al que iban a ejecutar. Fue algo que uno no debe presenciar, sobre todo si no lo desea. 
Los reos fueron colocados  uno al lado de los otros, al frente de todos nosotros. Eran cinco. Además cada uno de ellos le tocaba un soldado. A cada soldado le daban 50 balas, en nuestra presencia. Entre llantos, y toda la pena y tristeza del momento unos militares empezaron a tapar con cintas blancas las caras de los condenados. En ese tiempo, yo no queriendo ver el momento de los disparos, inmediatamente me fui a sentarme dentro del coche que nos trajo. No era un escondite. El jefe militar dio la orden de fuego. Pensaba que nosotros íbamos a tener algún papel en el momento de la ejecución de estas personas, cuando en realidad no nos necesitaban nada más que para vivirlo en primerísima persona. Pensaba yo que en la ejecución de las personas a cada uno le disparan en la cabeza y que se muere así con la dignidad humana. Empezó cada uno de los militares una infinita serie de disparos, hasta agotar cada uno todas las balas que estaban cargadas en sus fusiles. Para mí este momento fue interminable. 
Agotadas las balas, el jefe del escuadrón de la muerte dio el alto el fuego, y de repente, sacó la pistola de su cinto, y empezó a dispararles a cada uno de los restos mortales de los reos. Fue un momento terrible para mí. Una compañera mía estuvo llorando, conmigo en el coche.
Después los militares procedieron a sacar las esposas a los restantes cuerpos, para meterlos en 5 sacos militares que ellos mismos tenían en su camión militar, y allí nos dijeron que los llevaban al cementerio de Malabo.
Después recibimos la noticia de que fueron enterrados en una fosa común. Mas tarde fuimos conducidos hasta la Audiencia de Malabo, a nuestros  despachos. Al no poder conducir mi coche debido a la impresión por haber contemplado una cosa tan aberrante y tan inhumana, pedí al uno de los compañeros a llevarme a casa. Estuve varios días sin poder ni siquiera comer. Después cogí el avión y me fui a mi pueblo, en busca de un tratamiento tradicional que pudiera purificar mi espíritu, por haber presenciado tan horrendo suceso, del que mis antepasados varias veces me habían advertido. 
Cuando después de todo esto oigo que el gobierno de Guinea Ecuatorial ha adoptado la eliminación de la pena de muerte,  tengo que decir que es absolutamente falso, como le que sucede en muchas otras cuestiones. 
Una cosa es que las ejecuciones de las personas en Guinea Ecuatorial no se publican en los medios de comunicación estatales, pero sí que se llevan a cabo diariamente en todo el ámbito territorial, a escondidas.