lunes, 15 de enero de 2018

GUINEA ECUATORIAL: DE "ELDORADO" A PAIS FANTASMA

Guiné Equatorial: De 'Eldorado' a país-fantasma© Reuters
Por PAULO JORGE AGOSTINHO

Guinea Ecuatorial tiene cinco aeropuertos nuevos, dos puertos, decenas de escuelas y universidades y kilómetros de autopistas por donde pasan coches de contratistas.

En muchas de estas obras, algunas faraónico como el centro de congresos de Sipopo dos veces el tamaño del Centro Cultural de Belém, hubo trabajo portugués.

Es el caso de los peajes en la capital, Malabo, un sistema electrónico que hoy es completamente manual, con funcionarios que levantan las cancelaciones.

Gregório era conductor de taxi antes de ser obligado a pagar una licencia de circulación hace un año. Hoy está desempleado y pasa el tiempo vendiendo tarjetas de saldo de teléfono móvil en los paseos de Malabo. Y casi nunca pasó por esos peajes.


"A la vuelta, sólo pasaba cuando alguien me pide ir por ahí", explica Gregorio, de zapatillas, sentado a la sombra de un arbusto al lado de una placa donde se puede leer "Se vende saldo". En Guinea Ecuatorial "no hay dinero para nada, ni para los extranjeros ni para nosotros, sólo para ellos", dice.

"Ellos" son los gobernantes, aliados de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, en el poder desde 1979. "El dinero que había sido para los extranjeros construir cosas para ellos ganar dinero, después vino la crisis y esto acabó", añade Jerónimo Ndong, activista y, dirigente político de la oposición.

En los últimos diez años, Guinea Ecuatorial se transfiguró. Fueron construidos miles de nuevos equipos, con millones de toneladas de cemento (un montón de origen portugués, Secil) en todo el país. Algunos de los edificios de Malabo 2, una nueva ciudad construida de raíz en la selva junto a la vieja ciudad, de traza colonial, ya presentan signos de degradación evidentes.

"Aquí conquista la selva de todo, si no tenemos cuidado," un empresario portugués que vive en el país.

Hace tres años, al entrar en el país de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), que estaban cerca de un millar de portugués en el país. Hoy no son más que 50. "Y la mayor parte está aquí sólo para recibir atrasados", dice otro empresario, que prefiere mantenerse anónimo.

"No es una cuestión de miedo, es porque todavía tenemos negocios pendientes", explica.

La crisis en los precios del petróleo diezmó la liquidez del país. "Ellos pagaron siempre, sólo que ahora no hay dinero", dice uno de los empresarios contactados por Lusa.
A diferencia de otros países, el Estado de Guinea Ecuatorial reconoce la deuda, pero eso no es suficiente para que las empresas portuguesas. "Se necesita una gran cantidad de dinero que tenemos aquí y muchos han fracasado", dijo el cónsul honorario portugués, Manuel Azevedo, teniendo en cuenta que los retrasos de distancia muchos inversores.

"Tengo millones para recibir, es sólo reuniones, reuniones, conversaciones y nada de dinero", desabafa a un empresario.

A eso se suman dificultades nuevas en retirar el dinero del país. "Es una cosa nueva: ahora las transferencias son más difíciles, es necesario justificar y se demora más en el proceso", subraya Manuel Azevedo.

"No hay dinero para los gastos corrientes, los empleados reciben y trabaja el país. Hay dinero para la inversión", dijo un constructor portugués, que está preocupado por la degradación de los trabajos más recientes. "Como están debiendo dinero, aceptan cualquier obra y en cualquier condición", dice, mostrándose pesimista con el escenario del país.

"El problema no es invertir, sino garantizar la inversión y que las cosas funcionan después de la inversión", dice.

El país fue una vez un 'Eldorado' para las empresas portuguesas invertidos en África. Pagaban bien, rápidamente, exigían obras y no existía burocracia. "Hoy el escenario se ha cambiado:" los chinos están tomando cuenta de las obras, ellos (los equato-guineanos) pagan con petróleo y todos se ponen contentos. Muchos extranjeros están saliendo y los que quedan son los que no pueden hacerlo porque tienen cosas que recibir ", explicó un empresario.

Manuel Azevedo se muestra ahora preocupado por el futuro del país. "Tenemos muchos edificios sin gente, cerramos las universidades y edificios que no fueron abiertas", el cónsul portugués.

"Está todo por hacer, tenemos escuelas, con aulas con equipamiento de última generación, todo montado, y luego no hay alumnos", dice un empresario. "Parece que el tiempo se ha detenido, no se decide nada", añade.

El cónsul honorario portugués cree que la "primera fase de desarrollo" del país se ha completado. "Ellos ya tienen infraestructuras, ahora tienen que ocuparlas, son necesarios alumnos, cuadros, gente", defiende Manuel Azevedo.

En su opinión, su ubicación estratégica permitiría a Guinea Ecuatorial ser la "puerta de entrada en África Central". "Tiene" todas las condiciones logísticas ", dice Manuel Azevedo. Lo que falta es "abrirse al mundo". Sin embargo, este detalle es el más difícil de concretar.

Manuel Azevedo admite que el país "no tiene otro remedio que no sea abrirse al mundo", so pena de convertirse en un "país fantasma", con "inversiones paradas", sin ninguna viabilidad económica. Son decenas los palacios del Presidente y de su hijo, que es también vicepresidente. "No hay futuro aquí, nuestro futuro es esperar que se vaya", dice Jerónimo Ndong.

En el continente, en la ciudad de Oyala, también conocida como Djibohlo, se construyó una nueva megalópolis para un país con poco más de 1,2 millones de habitantes. Allí, el gran hotel de cinco estrellas, con más de un centenar de habitaciones, tiene una tasa de ocupación del 5%.

El nuevo centro administrativo fue un sueño del Presidente que quería transferir la capital de la isla de Bioko al continente, buscando aproximar al centro administrativo del país de las zonas de influencia de la etnia a la que pertenece, los Fang.

Hoy, la crisis del petróleo y la falta de inversores privados en la nueva ciudad están condenando el espacio al abandono. "Esa ciudad va a ser un problema porque está rodeada de selva por todos lados", admite un gobernante contactado por Lusa.

A pesar de ello, Manuel Azevedo sigue confiado. Guinea Ecuatorial es un "suelo que ya ha dado uvas y va a volver a dar", cree el cónsul, empresario en el país desde hace más de siete años.