martes, 31 de mayo de 2016

‘Caso Habré’, un aviso para los sátrapas

Por primera vez un tribunal africano condena a un dictador fuera de su país por sus crímenes

La cadena perpetua contra el sátrapa chadiano Hissène Habré, el Pinochet africano, ha hecho temblar a los que nunca tiemblan. Por primera vez en la historia, un tribunal constituido en otro país del continente ha condenado a un dictador por gravísimos crímenes contra la Humanidad. La impunidad de la que gozaron sanguinarios como Idi Amin (Uganda), Mobutu Sese Seko (antiguo Zaire) o el emperador Jean-Bédel Bokassa (República Centroafricana) puede haber llegado a su fin con la ventana jurídica que se ha abierto en Senegal.
Se trata de un éxito sin precedentes para las incontables víctimas de Habré, que nunca perdieron la fe en sentar en el banquillo al responsable de un régimen de terror que cometía masacres indiscriminadas contra etnias rivales como los Hadjerai (1987) y los Zaghawa (1989-1990) y torturaba con saña a la disidencia. 
Para Reed Brody, jurista de Human Rights Watch, «sin la tenacidad de las víctimas jamás se hubiera celebrado este juicio. El veredicto envía un poderoso mensaje a los tiranos que cometen brutalidades contra su población y saquean sus riquezas para vivir una existencia de lujo. Su tiempo comienza a terminarse». 
El contable Souleymane Guengueng, superviviente de la tenebrosa piscina, uno de los siete edificios de detención del régimen de Habré, recopiló 792 casos de antiguos prisioneros torturados, Human Rights Watch le dio forma legal a toda la documentación y la Unión Africana respaldó el proceso con la creación de una corte especial. Sólo quedaba que la Asociación de Víctimas de la Represión Política del Chad buscara al resto de supervivientes para que declararan contra el tirano. Y lo hicieron. Su victoria legal es una rareza en el continente, pero sienta un precedente. 
El ex presidente de Chad entre 1982-1990 ya fue juzgado por crímenes contra la Humanidad in absentia tanto en Bélgica como en su propio país. Pero Habré se encontraba exiliado en Senegal, país que accedió a procesarle. El actual presidente chadiano, Idris Deby, dijo que este juicio pretendía «liberar a África de la maldad». 
«Esta sentencia dará esperanzas a las decenas de miles de víctimas de violaciones de derechos humanos y crímenes de derecho internacional en África», asegura Amnistía Internacional. No son pocos los tiranos que aún gozan de absoluta impunidad no sólo en sus países, sino en el continente. La Corte Penal Internacional, que mantiene una orden de detención sobre Omar al-Bashir, presidente de Sudán, por cargos de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad, no ha conseguido que países como Sudáfrica o Uganda, que Bashir ha visitado recientemente, entreguen al responsable de las atrocidades de Darfur. 
En la sala de espera de la Historia aguardan, de momento, tiranos como Isaías Afewerki, presidente de Eritrea, la Corea del Norte africana. O Joseph Kabila, el autoritario presidente del Congo. O Paul Kagame, el dirigente ruandés responsable de la sangrienta venganza postgenocidio. Otros cleptómanos de fosa común, como Robert Mugabe o Teodoro Obiang, podrían convertirse en los siguientes, aunque para ello sus víctimas tendrían que intentar juzgar al tirano en otro país. No es fácil, pero la posibilidad existe gracias al contable Souleymane Guengueng y su tenacidad.