viernes, 6 de noviembre de 2015

La Confabulación

Al anochecer, en esta tarde otoñal que parece como si hubiera resucitado el lejano verano y mirando al cielo, mi compañero de tertulias y charlas de terraza me dice que todos los hombres nacemos iguales ante Dios pero y ahí es donde está el quid de la cuestión: “unos más iguales que otros” y nos echamos a reír por lo obvio del comentario.



Hoy, celebramos el cumpleaños de un buen amigo; una de esas personas de corazón limpio y resistente como un diamante. Hijo de Dios, como cualquier persona pero al que la vida le ha asignado un sitio difícil y turbulento como es el vivir fuera de su tierra y lejos de sus raíces. Severo Moto, carismático político en el exilio, disidente y tajante con la tiranía que campa a sus anchas por la que es su Patria, Guinea Ecuatorial, celebra su cumpleaños en compañía de familiares y amigos con la esperanza de volver a sentirse libre en su propia tierra.




La vida no es fácil para nadie pero para muchos es un auténtico calvario, un verdadero infierno. No es lo mismo nacer en el seno de una familia acomodada de Suiza a ser una niña afgana que huye de los psicópatas que controlan su país y así con todo.



En nuestra amigable conversación al atardecer de un viernes otoñal repasamos acontecimientos presentes y nos sumergimos en historias pasadas que parecen que se han borrado de la memoria colectiva. Pocos recordaran que tal día como hoy o como ayer de hace 28 años cayó el llamado “muro de la vergüenza” o el malhadado muro de Berlín. Los comunistas separaban a todo un pueblo hasta extremos irracionales como el de aquella niña que estaba en casa de sus abuelos cuando las autoridades de la mal llamada República Democrática de Alemania decidieron prohibir el libre tránsito de ciudadanos y la pequeña quedó atrapada y no pudo reunirse con sus padres que vivían en el otro lado. Esta historia fue tan dura que un soldado, el de la famosa foto, se deshizo de su fusil y saltó la alambrada. Aquel joven de veinte años terminó suicidándose al sentirse solo y abandonado en un mundo que fue incapaz de comprender.



Europa ha sufrido dos guerras mundiales que son un ejemplo de despropósitos y no digamos nuestra guerra civil, en España o la más reciente, la de los Balcanes. En el fondo, si lo miramos con cierta distancia, vivimos bien o por lo menos mucho mejor que en un escenario bélico o de posguerra. Todos conocemos experiencias de personas que han sufrido lo irracional del combate, los bombardeos o el hambre. Se han escrito libros sobre violaciones en masa tras el asalto de militares a ciudades desarmadas o de torturas gratuitas a prisioneros. Qué decir de los campos de extermino de los nazis o los “Gulags” de los comunistas y así, suma y sigue.




Lo que hoy es Guinea Ecuatorial vivía en su mundo mientras las hambrunas mataban a millones de seres humanos en el mundo o mientras los colonizadores se hacían un hueco en tierras conquistadas como América y el continente Africano; las guerras de invasión de unos sobre otros y la explotación de los seres humanos, primero en el mundo conocido y luego extrapolado a los demás. La historia de la humanidad no ha sido un camino de rosas y aún así, a pesar de lo evidente, hay que seguir peleando porque triunfe lo razonable sobre la sinrazón.



Hoy, en este momento, levantamos nuestras copas por el cumpleaños de Severo Moto, felicidades, Presidente. Hoy, lo decimos con la mano en el corazón, podemos afirmar que se puede aspirar a vivir en un mundo mejor. Hoy, con el sentimiento que da saber que tenemos razón, podemos afirmar que existe la posibilidad de crear una sociedad avanzada y del bienestar donde ahora solo existe egoísmo, incompetencia y crueldad.



Presidente, llevamos muchos años acompañándole en esta larga y tediosa travesía del exilio. Nos consideramos casi de su familia y hemos compartido con usted momentos memorables y también, porque no decirlo, momentos muy duros. Hoy, señor Moto, nos unimos a usted con nuestro deseo de que se haga realidad el sueño que guarda para su país, Guinea Ecuatorial. Con usted, con su familia y sus colaboradores queremos aprovechar para darle las gracias por alimentar la esperanza de que un mundo mejor sea posible.



Los guineanos tienen que saber que, con un equipo como el que dirige Moto, hay garantías de futuro. El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial no existe o no puede vivir si no es en democracia. Los cuadros políticos y técnicos que ha formado y agrupado Severo Moto son capaces de estabilizar el país y de comenzar su reconstrucción tras el paso asilvestrado de la banda de Obiang Nguema.




Creemos que todo este tiempo que ha pasado Severo Moto en España, en Europa, no es una estancia baldía y estéril.  En el exilio se han forjado unos equipos capaces de trasformar Guinea Ecuatorial en un país democrático, civilizado y moderno, con garantías jurídicas y con la ansiada igualdad de oportunidades. Nosotros lo sabemos y Guinea Ecuatorial está a punto de hacer historia con letras mayúsculas. 

Felicidades, Presidente.