Al
anochecer, en esta tarde otoñal que parece como si hubiera resucitado el lejano
verano y mirando al cielo, mi compañero de tertulias y charlas de terraza me
dice que todos los hombres nacemos iguales ante Dios pero y ahí es donde está
el quid de la cuestión: “unos más iguales que otros” y nos echamos a reír por
lo obvio del comentario.
Hoy,
celebramos el cumpleaños de un buen amigo; una de esas personas de corazón
limpio y resistente como un diamante. Hijo de Dios, como cualquier persona pero
al que la vida le ha asignado un sitio difícil y turbulento como es el vivir
fuera de su tierra y lejos de sus raíces. Severo Moto, carismático político en
el exilio, disidente y tajante con la tiranía que campa a sus anchas por la que
es su Patria, Guinea Ecuatorial, celebra su cumpleaños en compañía de
familiares y amigos con la esperanza de volver a sentirse libre en su propia
tierra.
La vida no
es fácil para nadie pero para muchos es un auténtico calvario, un verdadero
infierno. No es lo mismo nacer en el seno de una familia acomodada de Suiza a
ser una niña afgana que huye de los psicópatas que controlan su país y así con
todo.
En nuestra
amigable conversación al atardecer de un viernes otoñal repasamos
acontecimientos presentes y nos sumergimos en historias pasadas que parecen que
se han borrado de la memoria colectiva. Pocos recordaran que tal día como hoy o
como ayer de hace 28 años cayó el llamado “muro de la vergüenza” o el malhadado
muro de Berlín. Los comunistas separaban a todo un pueblo hasta extremos
irracionales como el de aquella niña que estaba en casa de sus abuelos cuando
las autoridades de la mal llamada República Democrática de Alemania decidieron
prohibir el libre tránsito de ciudadanos y la pequeña quedó atrapada y no pudo
reunirse con sus padres que vivían en el otro lado. Esta historia fue tan dura
que un soldado, el de la famosa foto, se deshizo de su fusil y saltó la
alambrada. Aquel joven de veinte años terminó suicidándose al sentirse solo y
abandonado en un mundo que fue incapaz de comprender.
Europa ha
sufrido dos guerras mundiales que son un ejemplo de despropósitos y no digamos
nuestra guerra civil, en España o la más reciente, la de los Balcanes. En el
fondo, si lo miramos con cierta distancia, vivimos bien o por lo menos mucho
mejor que en un escenario bélico o de posguerra. Todos conocemos experiencias
de personas que han sufrido lo irracional del combate, los bombardeos o el
hambre. Se han escrito libros sobre violaciones en masa tras el asalto de
militares a ciudades desarmadas o de torturas gratuitas a prisioneros. Qué
decir de los campos de extermino de los nazis o los “Gulags” de los comunistas
y así, suma y sigue.
Lo que hoy
es Guinea Ecuatorial vivía en su mundo mientras las hambrunas mataban a
millones de seres humanos en el mundo o mientras los colonizadores se hacían un
hueco en tierras conquistadas como América y el continente Africano; las
guerras de invasión de unos sobre otros y la explotación de los seres humanos,
primero en el mundo conocido y luego extrapolado a los demás. La historia de la
humanidad no ha sido un camino de rosas y aún así, a pesar de lo evidente, hay
que seguir peleando porque triunfe lo razonable sobre la sinrazón.
Hoy, en
este momento, levantamos nuestras copas por el cumpleaños de Severo Moto,
felicidades, Presidente. Hoy, lo decimos con la mano en el corazón, podemos
afirmar que se puede aspirar a vivir en un mundo mejor. Hoy, con el sentimiento
que da saber que tenemos razón, podemos afirmar que existe la posibilidad de
crear una sociedad avanzada y del bienestar donde ahora solo existe egoísmo,
incompetencia y crueldad.
Presidente,
llevamos muchos años acompañándole en esta larga y tediosa travesía del exilio.
Nos consideramos casi de su familia y hemos compartido con usted momentos memorables
y también, porque no decirlo, momentos muy duros. Hoy, señor Moto, nos unimos a usted con nuestro deseo de que se haga realidad el sueño que guarda para su país, Guinea
Ecuatorial. Con usted, con su familia y sus colaboradores queremos aprovechar
para darle las gracias por alimentar la esperanza de que un mundo mejor sea
posible.
Los
guineanos tienen que saber que, con un equipo como el que dirige Moto, hay
garantías de futuro. El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial no existe o
no puede vivir si no es en democracia. Los cuadros políticos y técnicos que ha
formado y agrupado Severo Moto son capaces de estabilizar el país y de comenzar
su reconstrucción tras el paso asilvestrado de la banda de Obiang Nguema.
Creemos que
todo este tiempo que ha pasado Severo Moto en España, en Europa, no es una
estancia baldía y estéril. En el exilio
se han forjado unos equipos capaces de trasformar Guinea Ecuatorial en un país
democrático, civilizado y moderno, con garantías jurídicas y con la ansiada
igualdad de oportunidades. Nosotros lo sabemos y Guinea Ecuatorial está a punto
de hacer historia con letras mayúsculas.
Felicidades, Presidente.