Regina Mañé una política de raza
Como decía aquel sabio: “nada de lo humano me es ajeno” pero
aún así me escandalizan, me irritan o hieren esas actitudes de seres que, con
apariencia humana, se ríen y hasta disfrutan, como alimañas, del dolor ajeno.
Regina Mañé siempre se ha caracterizado por su posición al lado de los Derechos Humanos, la Justicia y la Dignidad.
Anoche me costó conciliar el sueño. Había leído en “El
Confidencial de Guinea Ecuatorial” que una gran mujer era objeto de mofa y
burla por parte de unos seres básicos de la tiranía de Obiang. Leí que Regina
Mañé Ela había regresado a su país, enferma, cansada y lo que es más triste, decepcionada.
Regina Mañé recogiendo su título de Ministra del Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio
El paso por la vida está duramente condicionado por
circunstancias y situaciones que hacen que tu existencia sea más o menos
completa, intensa y que, si pudiera ser, te llene de sentido.
Regina Mañé en uno de los Consejos de Ministros en el exilio.
Hace años, más de diez, cómo pasa el tiempo; conocí a
Regina, doña Regina. Me impactó su mirada limpia y sincera, su humildad.
Alguien me había contado su historia y yo tenía que escribir sobre ella. En mi
periódico se escribía poco o casi nada, para ser más exactos, sobre Guinea
Ecuatorial. Este pequeño país africano, el único de habla hispana de África,
flotaba en un limbo oculto, escondido, de la actualidad internacional. Severo
Moto, disidente guineano, había formado un gobierno en el exilio con el que
ofrecer una referencia al mundo de que era posible la democracia en su país a
pesar del cerrojazo al que estaba sometido por parte de las potencias
mundiales. Una de las ministras de este equipo era ella, Regina Mañé.
Regina Mañé en una de sus visitas a ciudades españolas con miembros de su partido.
Me había informado sobre esta mujer, de pequeña estatura y
aspecto pacífico que tenía la responsabilidad de organizar los protocolos de un
futuro sistema nacional de educación. Regina es maestra pero sobre todo una
persona comprometida y apasionada con la educación como herramienta para alcanzar la paz y
el desarrollo en un país asolado por la incompetencia brutal de una tiranía
absurda y grotesca, encarnada en el golpista Teodoro Obiang Nguema y su pandilla
de bandidos.
Regina Mañé junto a Severo Moto en un acto político
Regina había participado en una de esas elecciones “farsa” que
suelen organizar las tiranías para zafarse de la presión internacional y que
luego queda en una bofetada en la cara de los habitantes que participan en la
consulta electoral. Ella ganó la alcaldía de la segunda ciudad del país, Bata
pero fue ninguneada y soezmente apartada hasta el punto de que tuvo que
exiliarse a España.
Regina Mañé junto a Armengol Engonga.
Con ella entendí el por qué las dictaduras no quieren
personas decentes ni inteligentes cerca. Regina pretendía una red nacional de
centros de educación escolar básica que llegara a todos los rincones de Guinea
Ecuatorial. Quería estimular el conocimiento como una inversión a medio plazo
que haría de su pueblo un ejemplo a seguir. Regina soñaba con estudiantes
universitarios que se formarían en centros de especialización con el fin de
llenar esos insultantes vacíos que hoy existen. Recuerdo que me decía que para
ser un buen médico o una buena ingeniera había que empezar por saber leer y
escribir así como aprender a ser compañeros, a trabajar en equipo y a formarse
como buenas personas y para eso hay que construir una escuela en la que los
alumnos, los niños y las niñas, se alimenten de valores supremos que son los que al
final cambiarán la deriva trágica y espantosa que vive Guinea Ecuatorial. Me
decía que quería invertir la tendencia del africano que huye, se exilia o se
queda en otros países por la de querer regresar y volcar todo lo aprendido en
mejorar su Patria, su entorno más inmediato. Qué gran mujer.
Regina Mañé con sus compañeros de partido.
Anoche la recordaba cerca de Severo Moto como una
colaboradora más, como un miembro activo de su gobierno en el exilio. Regina no
faltaba a las reuniones de su partido y se había convertido en un referente
imprescindible del exilio guineano. Faltarle al respeto es más que una
animalada canalla de gente obtusa y sin alma; reírse de su situación, de su
trayectoria dura y compleja es de muy mala gente. Regina es una Señora que
cuenta con el respeto y la admiración de muchos de nosotros y de muchísimos
guineanos. Regina es ese tipo de mujer que necesita cualquier país. Los que te
conocemos, querida señora, nos sentimos muy orgullosos de haber coincidido
contigo. Ojalá y superes esta mala racha y podamos disfrutar de tu presencia en
breve. Ha sido un honor conocerte y me encantaría hacerte una entrevista como
Ministra, alcaldesa o ciudadana de a pie de una Guinea libre y democrática.
Juanma Aznárez. Periodista