domingo, 28 de octubre de 2012

LOS PAISES OCCIDENTALES, CON ESPAÑA A LA CABEZA, DEBEN IMPEDIR QUE OBIANG SIGA MASACRANDO A NUESTRO PUEBLO.


                                                                 
Por estudiante guineano en España


Obiang, como todos los dictadores, quizás viendo cercano el ocaso de su régimen, está entrando en una etapa caracterizada por un  recrudeciendo en la violencia con la que ejerce la represión contra nuestro pueblo. Iniciamos la semana denunciando el secuestro, tortura y encarcelamiento del abogado  Fabián Nsue Nguema, después hemos ido añadiendo otros nombres a la lista, hasta seis, víctimas también de la locura y la sed de venganza de un dictador que está viendo como está siendo amenazada  la pervivencia de su régimen.

En Guinea Ecuatorial, parece que nos hemos ido acostumbrando ya a que existan desapariciones, encarcelamientos, torturas y muertes de inocentes. Han sido innumerables las palizas que han recibido algunos jóvenes a manos de las fuerzas de represión de Obiang, los "atropellos" con resultado de muerte, las desapariciones -sin más- de muchas personas, el ajusticiamiento en plena calle de unos militares fugados de la cárcel, la represión silenciosa y todo un simnúmero de actos de violencia contra nuestro pueblo. Sólo cuando Obiang emprende un acto criminal contra una persona relevante, como es el caso de este valiente abogado, existe una reacción en masa de todos los grupos de oposición y de la comunidad internacional en su conjunto. Entonces es cuando sale a la luz ese instinto ciego por matar que siempre ha acompañado a este dictador. Es momento de decirles a todos esos que quizás se puedan rasgar las vestiduras ante estos actos criminales de Obiang, que esto es lo que ha venido haciendo este asesino dictador durante más de treinta años y ningún país ha levantado una mano para defender a nuestro pueblo.

En una charla ocasional con Don Severo Moto, me manifestó su profunda indignación al ver como ha ido aumentando la insaciable sed de sangre de este dictador asesino, dispuesto siempre a matar a todo aquel que se atreva a cuestionarle. Y hacía un desgarrador reproche a  España y a los demás países occidentales, que conociendo la verdadera naturaleza asesina de Obiang, hayan estado reconociendo y dando cobertura a su régimen, ignorando la terrible tragedia que estamos padeciendo todos los guineanos. 

En muchas ocasiones hemos manifestado como, a medida que va pasando el tiempo, la dictadura aumenta su represión y se va haciendo más violenta. Sabemos que este es un camino sin retorno, con un final anunciado: el sacrificio de miles de inocentes y por último, el derrocamiento del dictador. Y Obiang lo sabe, sabe cual será su final, pero ya no ve posible la marcha a tras y prefiere morir matando, a ser humillado y tal vez, condenado por crímenes contra la humanidad. Lo hemos visto con Gadafi y con todos los demás dictadores que han corrido la misma suerte. Por ello es el momento de solicitar a las grandes potencias, con España a la cabeza, que denuncien públicamente estos atropellos  y todos los asesinatos de un régimen absolutamente repugnante, como el de Obiang. Que ejerzan todo tipo de presiones contra esta dictadura para que deje, de una vez por todas, de  robar, encarcelar, torturar y asesinar a nuestro pueblo.

Es bueno recordar que en Guinea Ecuatorial no se dan las mismas circunstancias que en los países árabes del Norte de Africa. Nuestro país es pequeño en territorio y en número de habitantes, sus gentes son poco belicosas y pacíficas por naturaleza. Por otra parte, la dictadura cuenta con una gran fortuna dispuesta a su único servicio, un exagerado aparato represor, compuesto por  milicianos del PDGE, por el ejercito -que controla el dictador y su familia-, por el resto de fuerzas del orden público y miles de mercenarios extranjeros -bien pagados- de la peor calaña. Con esta enorme desigualdad de fuerzas, es imposible que nuestro pueblo pueda salir indemne en un eventual enfrentamiento contra la dictadura. Por este motivo Obiang, consciente de su superioridad, está aterrorizando a todos los guineanos y utilizando la tortura y la muerte, como en estos casos que hemos denunciado. Las grandes potencias sí que cuentan con diferentes instrumentos  emanados de la legislación internacional y muchas otras formas de presión, para poder doblegar a un Obiang que se muestra valiente con los débiles e indefensos y tremendamente cobarde con los más fuertes.