Carta desde Guinea, de un empresario español.
Fui a Guinea atraído por los parabienes de la Cámara de Comercio Hispano-Guineana y por la recomendaciones de algunos compatriotas que estaban operando en este país, la verdad es que después de dos años de trabajos, no encuentro la forma de retirarme. Estoy pillado, atado de pies y manos, envuelto, sin quererlo, en una terrible pesadilla. De mi peripecia empresarial, no voy a comentar nada, por temor a represalias, Guinea es una aldea, al final todo se sabe. Ademas existen muchos oídos esperando enterarse de algo interesante, para hacer méritos ante el régimen.
Aquí todo es pura apariencia, las cosas no son como parecen, o aparentan ser. Lo hemos podido comprobar en el V congreso del PDGE, como han movilizado a sus fieles, a ese pequeño porcentaje de enchufados que se benefician exclusivamente de las riquezas, que son de todos los guineanos. En una vergonzosa horgía, todos defendiendo sus intereses personales, sin importarles la miseria que padecen aquellos que han sido excluidos. Todos los empresarios que vienen a hacer negocios, entre los que (por desgracia) me encuentro yo, sólo les interesa sacar beneficios, sin importarles las comisiones que tenemos que destinar a los gerifaltes del régimen o las penurias que sufren la mayoría de los guineanos.
En lo político pasa exactamente igual. Todos sabemos que aquí en el interior de Guinea, no es posible hacer oposición al régimen (lo ha repetido en un informe el Departamento de Estado de los EEUU). Sabemos también, que existen una serie de partidos que se arrogan la categoría de opositores (principal partido de la oposición, se denomina uno de ellos, con un diputado en la "Asamblea" incluido) aprovechando la forzada ausencia de los opositores reales. Otra monumental mentira.
Igual pasa con ciertos políticos españoles, que desfilan ante Obiang y tienden alianzas con este régimen, con las que contribuyen a perpetuar la dictadura y alargar el sufrimiento del pueblo guineano. Todos estos son destinatarios de sustanciosos regalos, que reciben como premio de Obiang. Por este motivo se aplican con pertinaz constancia a silenciar a los medios de comunicación para que no cuenten la verdad de la gran tragedia que sufre este pueblo. Algunos de estos políticos, una vez que han perdido su cargo, pasan a formar parte de los más eficaces lobbys que mantiene la dictadura para intoxicar a la opinión pública internacional o frenar la ación de la justicia, sobre la corrupción de la familia Obiang.
Tengo información de una fuente fiable de cómo el régimen está desviando barcos de petróleo sin pasar por el control al que tienen que estar sometidas las transaciones internacionales de crudo. Y que las extracciones de crudo se acercan hasta el millón de barriles día, no los 550.000 que declaran las autoridades guineanas.
Todos sabemos que este régimen no puede aguantar más, es imposible que pueda seguir ocultando sus muchos castillos y grandes mansiones, distribuido por todo el mundo, fruto de muchos años de corrupción. Esto parece que va a estallar de un momento a otro. No sabemos exactamente lo que ocurre, pero parece algo grave, al menos eso es lo que manifiestan abiertamente hasta los altos cargos del gobierno. Por esos todos se apresuran a poner a buen recaudo, fuera del país, todo lo que han robado. Sabemos, por otra parte, que el propio Obiang en su delirio, está reprimiendo con más fuerza a su pueblo y que se está gastando todo el dinero del petróleo en hacer grandes túneles, para poder escapar y está preparando grandes arsenales, por lo que pueda pasar.
Todo el mundo teme que, debido a la presión de las grandes potencias, el propio régimen pueda evolucionar, junto con los partidos políticos del interior que le sirven de cobertura, hacia una falsa democracia, que no cuente con la verdadera oposición exiliada. Sabemos fehacientemente que alguno de estos líderes, los que se declaran la oposición legal, han pedido a Obiang que no permita el regreso de los exiliados, para que ellos, junto con el propio PDGE (en una falsa reconversión) puedan liderar una engañosa transición a la democracia.