miércoles, 20 de abril de 2011

OBIANG NGUEMA, DEBE ABANDONAR EL PODER.

 Armengol Engonga junto a Pablo Ndong Nsema en el Metro de Bruselas

OBIANG NGUEMA, DEBE ABANDONAR EL PODER.

Por: Armengol Engonga.

 El dictador Teodoro Obiang Nguema, acaba de felicitar al Presidente electo Ouattara de Costa de Marfil, cuando hace nada apoyaba a su adversario Gbagbo, este ultimo amigo de Obiang. Le recomienda que sea magnánimo  y que se olvide de la venganza. Tras la crisis política e Institucional que acaba de vivir el pueblo Marfileño.


Desde luego que hay cosas que ya no nos sorprenden nada del sátrapa guineano que: “donde dije digo, digo: Diego”.

Obiang, ya no sabe dónde esconderse. Desde que asumió la Presidencia, de turno, de la Unión Africana, ha visto como sus “amiguetes” caían, abatidos, uno tras otro, ante la fuerza de la razón. 

El dictador Obiang, actúa sin ruborizarse y sin inmutarse, como aquel famoso maestro “Ciruelas”, que puso Escuelas sin saber leer, ni escribir. Pero daba lecciones a todo el mundo y se atrevía con las conferencias. Promete el dictador reformas de manera retorica y siempre permanece en el mismo sitio. Lo cambia todo, todos días, pero se queda igual y en el mismo sitio  
                                        
En la actualidad corren malos tiempos para las dictaduras del mundo y de manera especial, para el continente africano, donde en los últimos 50 años han campado a sus anchas, apoyados por las mismas potencias occidentales que les están ahora combatiendo y donde la degeneración y la borrachera de poder era más que evidente; hasta el punto de creerse los dueños de los pueblos que someten y de los que se han apropiado de los bienes del Estado, para ellos, sus familias y un reducto de fieles seguidores sin escrúpulos.

Hay una fiebre por las libertades de los africanos y un tsunami que recorre de Norte a Sur, de Este  a  Oeste de nuestro continente. Porque los africanos ya se han hartado de sus dictadores que les maltratan, les humillan, les denigran, les marginan, les dividen, les empobrecen porque les roban los recursos naturales que, dicho sea de paso, son de todos. Y encima, quieren dejar de herederos de la “finca” a sus hijos eso sí, como si se tratase de una maldición, nos dejan a los más  tontos, para perpetuar la dinastía tiránica y ladrona. ”Teodorín” es un vivo ejemplo de la impostura.

Ante este panorama y con la que está cayendo; Permítame, Sr Obiang, que le haga llegar mi
seria y dura protesta, como opositor  y disidente  a  su régimen dictatorial, como líder político y como guineano damnificado.

La situación es muy dura y al final, no le quepa duda, le pasará factura la vida y terminará por morir consumido o expulsado, vaya usted a saber dónde.

Me preocupa mucho su decisión, pues de ella dependen muchas vidas y tiene, también, la posibilidad de hacer menos traumático el regreso a la normalidad y a una vida civilizada. Nos lo merecemos, creo yo.
Sr. Obiang, váyase y disfrute los últimos años de su vida en paz y deje al pueblo decidir su futuro. La República en manos de su “niño” es un sarcasmo que no nos podemos permitir. Usted se puede ir como lo hizo el tirano tunecino y pasar a una vida menos ostentosa pero más tranquila. Ben Alí disfruta de la hospitalidad canadiense, puliéndose lo que ha robado durante décadas a su pueblo más lo que se llevó, groseramente, en maletones y bolsas. 

Hay tantas variantes que usted puede elegir pero luego no diga que nadie le avisó. Otra opción es la que eligió el “Faraón” Mubarak y tiempo les faltará a algunos para darle “matarile” como hizo usted con su tío o como hicieron los rumanos con Chauchesku y su esposa. Como ve, en todas partes cuecen habas. Pero si lo suyo es ir de peleón por la vida, emule a Gadafi o a su colega destronado de Costa de Marfil y ya verá que gusto le va a dar.

 Mire, Sr. Obiang, al final todo serán lamentos. Usted, ahora mismo, tiene la oportunidad de salirse de esta espiral que acabará con usted y con su régimen de terror. Si usted sigue oyendo los cantos de sirenas de los delincuentes que le están vampirizando, usted sufrirá y hará sufrir lo que no está escrito. Los delincuentes que le asesoran, le abandonarán a su suerte en cuento caiga en desgracia y usted lo sabe. Usted se está gastando una fortuna en estos criminales pensando que lo que les pasa a otros a usted ni le rozará…! Qué equivocado está!

Sr. Obiang, se agarra usted a una situación que más temprano que tarde, habrá de homologarse con el resto de países africanos. Usted está acabado y su irresponsabilidad va a condenar a los de su banda a una persecución letal y sin contemplaciones. Usted se aferra a su posición de verdugo, tirano, expoliador y enfermo mental sin darse cuenta que los tiempos no están para darle vaselina a los sátrapas. No tire por la calle de en medio pues va a condenar a muchos, entre ellos a inocentes, a sufrir la pesadilla de su agónica salida del poder. No sea tan obtuso y haga, por una sola vez en su vida, las cosa como Dios manda.
Si usted no sabe hacerlo, pida ayuda. Si usted no se atreve a hacerlo, márchese en secreto. No deje pasar los días pues se irán acumulando en su contra. Haga algo y hágalo pronto.

Desde el Gobierno en el exilio estamos trabajando para tener previstos mecanismos y herramientas con las que contener la terrible situación en la que tiene usted sumido al pueblo de Guinea Ecuatorial. Tenemos hechos los contactos con las distintas administraciones de países americanos y europeos. Estamos a la espera de que se materialicen las alianzas con otros partidos políticos, guineanos y extranjeros. En definitiva, estamos preparados para cuando usted de la espantada, como suele ser habitual en personajes de su calaña.

Al pueblo de Guinea Ecuatorial quiero dirigirme para decirles que no han de temer el camino de la libertad y la democracia. El horizonte que se abre es tan esperanzador que vale la pena mantener la calma y controlar la ansiedad. Los militares, policías, funcionarios y clase dirigente del interior están llamados a jugar un papel protagonista en este camino hacia la libertad, la democracia y el imparable camino hacia la dignidad de nuestro Pueblo. Estamos a punto de vivir un momento histórico para nuestra República y es ahora donde la generosidad y el patriotismo ha de ponerse encima de la mesa a favor de nuestra gente. Los egoístas, los especuladores y los que tratarán de impedir este cambio han de saber que están siendo observados desde puntos diversos, algunos muy exigentes y rigurosos. 

Hay que hacer bien las cosas para evitar sufrimientos inútiles. Tenemos la responsabilidad de caminar, todos, en la misma dirección y que no es otra que la de dignificar nuestra existencia y la de saber entendernos. Hay que redactar una hoja de ruta que ha de pasar por los tres sencillos puntos que hemos definido en multitud de ocasiones y que no son otros que:

Punto Primero.- Libertad para los presos políticos.
Punto Segundo.- Retorno en libertad de los exiliados.
Punto Tercero.- Proceso para la democratización de la República.

Hay mucho trabajo por hacer. Hay que construir un país arrasado por el saqueo continuado, irresponsable y criminal de la tiranía. Hay que establecer un marco jurídico, unas normas de juego, de convivencia, que garanticen la igualdad de oportunidades y la seguridad jurídica. Tenemos una responsabilidad histórica que hay que manejar con tanto mimo y sensibilidad como nos sea posible.

El Gobierno en el exilio, del que soy Vicepresidente, agradece las muestras de apoyo sincero que nos han manifestado algunos dirigentes políticos de países como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e incluso España, a pesar de su tibieza e intereses.

El reloj del cambio está marcando los últimos momentos de un régimen estéril que no tiene ninguna posibilidad de perpetuarse en el tiempo. Apelo a la responsabilidad de todos para que el camino a la democracia no se vea truncado por la violencia y el desprecio a los derechos fundamentales que todos los habitantes de la Republica de Guinea Ecuatorial queremos para nosotros y para las futuras generaciones.

Armengol Engonga
Vicepresidente del Gobierno en el exilio y Ministro de Hidrocarburos