NAIROBI, (dpa) - El empresario danés casi no puede creer en su suerte en el aeropuerto de Pader, en el norte de Uganda. "En realidad quería comprar tierra en el sur, cerca de Kampala -revela- pero el gobierno me ofreció tierras en el norte por un tercio del precio. La gran cantidad de terreno compensa las malas infraestructuras".
Que el norte del país se esté recuperando apenas de la guerra civil y que en muchas zonas aún haya minas le preocupa poco. Lo que le quita el sueño es la competencia: "Cuando llevaba a cabo mis negociaciones en el Ministerio de Agricultura había allí muchos otros inversores. Espero que el precio no se ponga demasiado rápido por las nubes".
Los grandes compradores han echado ojo en los últimos años a las extensas superficies de África. Según un estudio de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación y del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola han aumentado de forma considerable las compras de tierras para producción por parte de inversores extranjeros al sur del Sahara.
Tan sólo en los cinco países que engloba el estudio, un total de 2,5 millones de hectáreas cambiaron de dueño, y eso sólo teniendo en cuenta las compras superiores a las mil hectáreas.
Entre los proyectos se contaban uno de biocombustibles en 450.000 hectáreas de Madagascar, otro de riego en 100.000 hectáreas en Mali (África occidental) y 150.000 hectáreas en Etiopía, donde el rápido crecimiento de la población está llevando a una escasez de tierras, incluso en términos africanos.
Los autores del estudio advierten del error de pensar que sobra la tierra en muchos países del continente, y de la existencia de numerosos campesinos que no tienen ningún tipo de documento formal de compra o alquiler de las tierras que trabajan. Por eso los pequeños productores son los que se llevan la peor parte cuando hay conflictos.
En un documento de la organización de ayuda alemana Welthungerhilfe, la experta en nutrición Constanze von Oppeln y el especialista en desarrollo Rafael Schneider advertían el año pasado que se le está quitando "el suelo a los más pobres".
Por eso se habla ya de un "nuevo colonialismo" y de robo de tierras. La compra se ve impulsada por el aumento de la demanda de alimentos y a la vez por la producción de biocombustibles.
En vista de los efectos del cambio climático sobre sus ya reducidas superficies fértiles, los países árabes están adquiriendo a gran escala terrenos en Uganda, Etiopía o Sudán. Y a ellos se suman interesados de China, Corea del Sur y Europa.
Todos subrayan los beneficios que sus proyectos tendrán para la población: se construirán sistemas de riego, carreteras, se crearán puestos de trabajo y una parte de los alimentos producidos llegará al mercado africano.
Con esos argumentos se enmarcan en la línea del Earth Institut de la Universidad de Columbia en Nueva York, que acompaña en África varios proyectos científicos. Pedro Sanchez, experto del instituto, señala que son necesarias con urgencia inversiones en la agricultura.
Sobre todo porque casi tres cuartas partes de las personas afectadas por la pobreza en todo el mundo viven en el campo, sin electricidad, a menudo sin acceso a agua potable y con escasa infraestructura. Para ellos los proyectos de los inversores pueden ser una oportunidad de supervivencia.
También Welthungerhilfe reconoce que es así. "Muchas veces falta el acceso a los mercados regionales e internacionales. Aquí los inversores extranjeros pueden ser el vínculo que falta para unir estructuras locales con socios comerciales", señala el informe de la organización.
Por eso, en vez de fomentar la "apropiación de tierras", los gobiernos de los países afectados por el hambre deberían aprovechar el buen clima de inversiones para aplicar una nueva política agraria, y sobre todo sustentable.
Fuente: http://www.elpais.cr/articulos.php?id=24795