Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
Los políticos que tenemos son los que han fallado en Guinea Ecuatorial. No cabe duda de que somos un pueblo amable, trabajador, solidario, así como con mucho ingenio y talento. La sociedad guineana sabe lo que quiere para el futuro de sus hijos y cuales han de ser las necesidades básicas que piden tener. Los hombres y mujeres de Guinea Ecuatorial saben adaptarse a las circunstancias, crear negocios y están dispuestos a trabajar duro a cambio de garantizarse una vida digna.
Se fueron los españoles y lo que
pudo ser el despegue de nuestra tierra se convirtió en una cárcel a cielo
abierto. Dirigentes analfabetos, caprichosos, corruptos y viciosos se hicieron
con el poder. La gente con una mínima formación ya era sospechosa y a muchos no
nos quedó otra que marcharnos para nunca volver. Lo perdimos todo. Más de la mitad de la población está, todavía,
sometida a los vaivenes de estos políticos impredecibles que se hicieron los
dueños del país.
El enemigo de nuestro pueblo no
ha sido nunca un país vecino y belicoso. Nuestra pesadilla de los últimos
cincuenta años ha sido ejercida por compatriotas nuestros a los que no les ha
importado vivir a cuerpo de rey a costa de los recursos de todos los guineanos.
Es de una vergüenza extrema que el país esté peor que cuando lo administraba
España. Han dilapidado todo el talento, las ganas de construir una buena
sociedad y el deber de todo gobernante de dejar la Nación mejor que cuando te
la entregaron. Se hizo una transición a la independencia sin una brutal guerra
civil, pero entre guineanos se sembró el terror y hasta desaparecieron
opositores víctimas de la violencia sectaria del dictador de turno.
Ayer decían que el dictador
estaba enfermo y que había muerto mientras intentaban sanarlo en Francia. En
Guinea Ecuatorial la sanidad no vale para esta gente que prefiere la de otros
países ¿por qué será? Ahora es el régimen el que está enfermo, herido de muerte
y todos corren como pollos sin cabeza.
El mejor desmentido a la cascada
de noticias sobre la muerte del dictador es que aparezca. Así de sencillo. Hace
ya una semana sin saber de él. Desde que
empezaron los rumores, se convirtió en noticia y esta corrió por las redes
sociales sin que el régimen supiera como atajar esta corriente de informaciones,
no han ofrecido una explicación creíble. No se les ocurre otra cosa que amenazar con
cortar los servicios de mensajería, como si eso resolviera algo.
Está claro que la clase política
de nuestro país, las dos trágicas y nefastas dictaduras, son las culpables de
la situación que vivimos en estos momentos. Espero que, desde la oposición, la
disidencia y el exilio sepamos reconducir la necesidad de ofrecer a los
guineanos la posibilidad de expresarse. Yo tengo gran confianza en los hombres
y mujeres que apuntalan la tan necesaria democracia. Tengo, honestamente, mucha
fe en estas generaciones de buena gente que militan en las diferentes
formaciones políticas. Creo que entre todos debemos construir esa Guinea
Ecuatorial de nuestros sueños.
Los nuevos políticos tenemos que
hacer el esfuerzo de cumplir las normas y las leyes que nos demos. Hay que cumplir
y hacer cumplir la ley. Nuestro compromiso no es enriquecernos o parasitar el
Estado. Tenemos que firmar un contrato social con nuestros compatriotas.
Tenemos que comprometernos a no mentir al pueblo. Nos vamos a convertir en
servidores públicos y no en una casta que ha venido a servirse del pueblo.
Juntos tenemos que trabajar por
conseguir una sociedad participativa y exigente. Hay que ser intransigente con
la corrupción, el expolio y la violencia. No debemos dar la espalda a los
hombres y mujeres de Guinea Ecuatorial.
Está en nuestras manos. Juntos podemos
hacer una transición a la democracia sin violencia. Es responsabilidad de
todos. Tenemos que trabajar por un país seguro, tolerante, respetuoso y
moderno. Hay que trabajar con estándares medibles para luchar contra la
corrupción, el nepotismo, la falta de garantías personales, el poder absoluto del
Gobierno y la opacidad.
Todos y cada uno de nosotros
tiene la responsabilidad de trabajar por una Guinea Ecuatorial donde vivir con
dignidad.