Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
El futuro de Guinea Ecuatorial está en nuestras manos. No podemos permitir que la tiranía de la familia Obiang siga condenando a generaciones enteras a la miseria, el exilio y la desesperanza. Llevamos más de 45 años sufriendo un régimen que ha saqueado nuestros recursos, ha destruido nuestro tejido social y ha obligado a miles de compatriotas a huir en busca de un futuro mejor. Pero hay una luz al final del camino: la democracia traerá consigo la justicia, la libertad y la oportunidad de reconstruir nuestro país.
La situación actual es insostenible. La
estampida de guineanos que huyen de la brutalidad, el hambre y la falta de
oportunidades es una prueba clara de que el régimen ha fracasado. Cada día,
nuestros hermanos arriesgan sus vidas en travesías peligrosas, como la que han
realizado los más de mil guineanos que han entrado en Estados Unidos atravesando la
selva del Darién, una de las rutas migratorias más mortales del mundo. Estas
historias de sufrimiento y sacrificio no pueden seguir siendo la norma para
nuestra gente.
La dictadura también está mostrando signos de
desesperación. Mientras los miembros de la familia Obiang intentan vender los
bosques de Ebebiyin a extranjeros para enriquecerse antes de la inminente caída
del régimen, muchos de sus compinches han trasladado a sus familias a España,
conscientes de que su tiempo se agota.
El dictador Teodoro Obiang, con su salud cada
vez más deteriorada y rodeado de mercenarios extranjeros, ya no es capaz de
sostener su propio gobierno. Su única salida digna es abandonar el poder y
permitir una transición pacífica que garantice la vuelta de todos los exiliados
y emigrantes que se vieron obligados a dejar su hogar.
La Guinea Ecuatorial del futuro será una
tierra de oportunidades para todos. Los exiliados regresarán con el
conocimiento y la experiencia adquirida en el extranjero, listos para
contribuir a la reconstrucción del país. Los que huyeron por miedo podrán caminar
libres por nuestras calles sin temor a represalias. Los jóvenes que hoy ven su
futuro truncado podrán prosperar en una sociedad basada en el esfuerzo y la
justicia.
La transición hacia la democracia es
inevitable, y debemos prepararnos para recibir con los brazos abiertos a todos
aquellos que tuvieron que marcharse. El cambio está cerca, y cuando llegue,
será para bien.
No nos resignemos, no nos rindamos. Sigamos
luchando con esperanza, porque Guinea Ecuatorial será libre, y juntos
construiremos el país que siempre hemos soñado.