Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial
Supongo que, como nos pasa a todos, gran parte de nuestro
interés está centrado en la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso.
Una auténtica catástrofe.
En estos tiempos que corren, la tecnología nos acerca la realidad del mundo de manera inmediata. Anoche, viendo imágenes de esta tragedia, veía como tras un bombardeo una señora totalmente desorientada se preguntaba a dónde podría ir. De golpe se había quedado sin casa, sin coche, sin nada y vagaba por los alrededores intentando sobreponerse a tan dura situación. Me recordaba las fotos de aquella guineana, con la cara ensangrentada, que huía de las explosiones de los polvorines de Bata. Es increíble cómo, en cuestión de segundos, la vida da un giro tan tremendo.
Desgraciadamente, las imágenes de Ucrania no son una película
de ficción, o la catástrofe producida por un accidente, un fenómeno
meteorológico o incluso por una banda de criminales terroristas o bandidos. No,
nada de eso. Lo que sucede en Ucrania es culpa de la política. Un presidente ha
mandado a sus soldados a que, por la fuerza bruta, descabecen un Gobierno
nacido de las urnas para cambiarlo por un ejecutivo afín a Putin. Qué
vergüenza.
Escuchaba al presidente ucraniano decir que iba a resistir lo
que pudiera, pero rogaba al mandatario ruso que evitará más muertes absurdas y
gratuitas. Las fuerzas armadas de Rusia superan en cuatro o cinco veces a las
ucranianas y llegar a Kiev ha sido un paseo a la par que una demostración
obscena de fuerza.
Nadie les va a ayudar, ha dicho el mandatario ucraniano a
través de un mensaje a la población. Han sido desbordados por la superioridad
numérica y técnica del enemigo y no esperan que nadie venga en auxilio de los
ucranianos. Europa no tiene ni fuerzas suficientes ni ganas de enfrentarse a los
rusos y Estados Unidos dice estar más preocupado en otros asuntos que en ayudar
en este conflicto. Política, todo este drama es política.
Los guineanos sabemos muy bien lo que es vivir bajo la
amenaza perpetua de un régimen que gobierna a golpe de caprichos y donde no
tienes más derechos que los que ese día quieran reconocerte. No hay ley y
tampoco quien venga en nuestra ayuda para librarnos del yugo de estos
delincuentes.
A unos les vuelan las casas a bombazos y a los guineanos se
las arrebata el régimen tirándoselas con excavadoras y máquinas de demolición.
No les interesan las personas, les da igual su miseria o la falta de
oportunidades. Cuando los políticos tratan así a la gente, la sociedad se
arruina.
En Guinea Ecuatorial no existen planes razonables para dotar a
los residentes de viviendas. La gente ha de construirse las casas donde vivir
al margen de un gobierno déspota, arbitrario y sobre todo ineficaz. No saben
otra cosa que usar la violencia. No tienen ni idea de gobernar, pero son
maestros a la hora de machacar a las personas.
Perdonad que insista, pero es de vital importancia que los
políticos que estamos embarcados en este trabajo de traer la democracia a
nuestro país no terminemos destrozando el legítimo sueño de un pueblo.
Estamos haciendo bien las cosas. Ya sabemos que no hay nada
gratis y que cambiar de la basura de gobierno que tenemos a un modelo moderno,
respetuoso y de progreso nos va a costar mucho. Yo pido a mis compañeros de
partido que no pierdan nunca de vista a los que estamos obligados a servir.
Tenemos que cambiar la dirección de los acontecimientos y hacer que de servir a
unos gobernantes corruptos pasemos a elegir a unos servidores públicos. El
camino será largo y muchos de los que aspiran a convertirse en los amos de la
finca tienen que tener claro que los guineanos sabemos elegir y estamos
preparados para el cambio.
Debemos cuidarnos de los que buscan el enfrentamiento o los
que exhiben, como razón suprema, la violencia frente a los adversarios. Solo
seremos libres de verdad cuando vivamos en una comunidad que hayamos construido
entre todos. Nadie sobra, siempre que haya respeto y consideración. La tarea a
la que nos enfrentamos es muy delicada y necesita de todas las voluntades.
La fuerza bruta para lo único que sirve es para encumbrar a unos
y someter al resto y si no te gusta, ahí tienes el exilio.
Tenemos que trabajar la colaboración, crear un Gobierno de
Unidad Nacional que nos lleve con garantías a un proceso electoral y entonces,
elegir el modelo social y económico que mejor se adapte a nuestras necesidades
y preferencias.
Tenemos personas muy preparadas en Guinea Ecuatorial. Somos
un buen pueblo que no quiere el mal para nadie. Cuando desterremos esta manera
arbitraria de gobernar, cuando acabemos con la corrupción y la violencia,
nuestro pueblo despegará y veremos con optimismo y esperanza el futuro.
Está en nuestras manos. Hagamos que el
sueño se haga realidad y podamos despertar de esta pesadilla.