Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea
Ecuatorial
Seguimos con fervor, profundo interés y atención la evolución de los acontecimientos políticos en Venezuela, donde el presidente electo, Edmundo González Urrutia, está llamado a tomar posesión como el nuevo y flamante presidente democrático en la fecha prevista. Tras un respaldo masivo en las urnas, el pueblo venezolano ha dejado claro su anhelo de recuperar la soberanía, reinstaurar la democracia, fortalecer el Estado de derecho y garantizar las libertades individuales y colectivas, secuestradas durante años por la dictadura de Nicolás Maduro.
En Guinea Ecuatorial, nuestro amado país,
encontramos una analogía inquietantemente similar. Como hispanos del Atlántico,
compartimos la historia de dictaduras arraigadas: en nuestro caso, bajo el yugo
de Teodoro Obiang y su corrupto régimen durante más de 45 años. Al igual que
Venezuela, Guinea Ecuatorial posee recursos petroleros que, lejos de beneficiar
al pueblo, han sido el combustible de una corrupción sistémica que perpetúa la
opresión y el saqueo.
Ambos países clamamos por el apoyo decisivo de
la comunidad internacional para presionar a los dictadores y facilitar una
transición política hacia la normalidad democrática y la libertad. Este cambio
no solo es deseable; es absolutamente necesario para sanar nuestras naciones y
devolver la esperanza a nuestros pueblos.
En mi reciente participación en una
concentración de apoyo al pueblo venezolano en la Plaza Mayor de Guadalajara,
tuve el honor de compartir con ciudadanos venezolanos que, llenos de orgullo
patrio, cantaron su himno a capela, mostrando una determinación y esperanza que
también inspiraron mi propio compromiso con Guinea Ecuatorial. Su lucha es
nuestra lucha; sus sueños de libertad y justicia son los mismos que anhelamos
en nuestro país.
Desde el Partido del Progreso de Guinea
Ecuatorial, quiero destacar y aplaudir la encomiable labor del Partido Popular
de España. Su compromiso ha quedado demostrado al impulsar dos proposiciones no
de ley en el Congreso de los Diputados: una en favor del cambio político en
Guinea Ecuatorial y otra en apoyo a la democracia en Venezuela. Este trabajo
político es un ejemplo de solidaridad internacional y una muestra de cómo los
valores democráticos trascienden fronteras.
Asimismo, quiero rendir un sentido homenaje
póstumo al expresidente estadounidense Jimmy Carter, cuya labor incansable a
través de la Fundación Carter ha sido crucial en la certificación de elecciones
democráticas en todo el mundo. Su compromiso con los derechos humanos y la
democracia es una inspiración para nosotros en Guinea Ecuatorial, donde soñamos
con un futuro de elecciones libres y justas.
La democracia no es un regalo; es una
conquista que requiere valentía, determinación y solidaridad. Venezuela y
Guinea Ecuatorial son ejemplos vivos de la lucha por la libertad y los derechos
fundamentales. Ambos países comparten un destino común: liberarse de las
cadenas de la dictadura para abrazar un futuro de justicia, prosperidad y
esperanza.
Hoy, hacemos un llamado a la comunidad
internacional, a los líderes políticos comprometidos con los valores
democráticos y a todos los pueblos libres del mundo para que no miren hacia
otro lado. Que nuestra lucha por la libertad y la dignidad humana sea también
su causa. Porque, como enseñó Jimmy Carter, la democracia es el pilar sobre el
cual se construye un futuro de paz y prosperidad para todos.
En palabras de aquellos venezolanos valientes
que conocí en Guadalajara: ¡Nunca perder la fe! Su canto resonó no solo en mi
corazón, sino también en el de todos los que creemos que un mundo mejor es
posible. La misma fe y esperanza nos guían en Guinea Ecuatorial, y juntos,
lograremos la victoria.