MIS REFLEXIONES DE DOMINGO. N°CLXV.
Lo nuestro, lo que se vive en nuestro país es como una pesadilla, es una pesadilla pero que en vez de que nos pase mientras dormimos en los sueños, nos pasa en la vida real. No importa que haya pasado mucho tiempo, no importa que el país haya contado con ingentes recursos por la extracción del petróleo, la tala de árboles (indiscriminada), la pesca (furtiva) o por la venta de otros minerales; tampoco importa que los dueños del país, la familia real de Akoakam, lo haya hipotecado hasta las generaciones futuras con deudas por los préstamos que va cogiendo en todo el mundo; el sufrimiento del guineoecuatoriano en su propio país es exactamente el mismo; los problemas, los avatares que tiene que pasar son los mismos.
En verano parece que la realidad se oculta detrás de las vacaciones de los niños y de los que pueden permitirlo que hasta eso resulta también un privilegio poder llevar a la familia al pueblo entre que han desaparecido prácticamente los pueblos, desplazarse o viajar en el interior del país para pasar las vacaciones resulta un calvario por las trabas, barreras donde los militares cobran los impuestos revolucionarios y maltratan despiadadamente, ahora con la excusa del estado de la pandemia; pero, como la realidad es tozuda, con la vuelta a las clases volvemos a vivir la cruda realidad de toda la vida para la inmensa mayoría de los guineanos con hijos, que son todos; familias con numerosísimos hijos, el futuro de toda nación, pero con nulos recursos llorando por no tener medios para matricularlos en los centros públicos en un país donde proclaman que la enseñanza es gratuita pero hay que pagar la matrícula, los libros de texto, el material escolar y el uniforme que es obligatorio cuya empresa que lo confecciona y vende en exclusiva es de la primera dama, una de las esposas del rey Obiang y madre del príncipe heredero, y a la que todos llaman ¡¡¡madrina!!! de todos los niños del país y la 'santa Teresa' de todos los desamparados y las capas más vulnerables de la sociedad; tras el verano volvemos a vivir y ver escenas donde los padres piden ayuda desesperadamente y exponen a sus hijos con malformaciones congénitas y requieren imperiosamente intervenciones quirúrgicas y tratamientos especiales pero que el país no ofrece y nadie se interesa por ellos ni la administración, ni el superpoblado gobierno ni mucho menos la 'augusta' familia real de Akoakam, si no es por los simples ciudadanos de a pie que por sí también son pobres. Además de esa triste realidad, volvemos a ver en el famoso 'Horizonte 2020' donde nos prometieron que íbamos a vivir en plenitud con todo lo necesario: salud para todos, educación para todos, viviendas para todos, agua para todos, luz para todos y trabajos para todos; cómo desahucian a una anciana octogenaria en plena ciudad de Bata, viuda y paupérrima, donde había vivido durante más de 40 años, según el vídeo que circula por las redes sociales; en ese atropello y salvajada ordenado por un ¿juez? y un prohombre del régimen, no se ve ni al alcalde, ni a los presidentes de los Consejos de poblados o barrios, ni siquiera los vecinos de la anciana solidarizando con ella ni para darle alguna alternativa habitacional; la anciana se quedó abandonada en plena calle con sus escasísimas pertenencias. En esa misma línea, nos llega la noticia de que el régimen haciendo uso de su modus operandi ha vuelto a secuestrar otro guineano refugiado en Camerún y hasta ahora está en paradero desconocido y se teme por su vida.
En ese mismo país vemos cómo el niño - grande de sus padres, el heredero de la corona de Akoakam - Angong, el vice de su padre y próximo a ser coronado, Teddy para sus amigos, incondicionales y seguidores, ajeno a la que está cayendo va probando en los jardines de sus innumerables mansiones las joyas de su parque automovilístico, los cochazos costosísimos que ha comprado por dos veces (primero los compró y los escondió en Suiza hasta que los tribunales helvéticos los confiscaron por corrupción, y por segunda vez cuando los subastaron; hay que ser muy tonto), y sus padres dijeron que al igual que el palacete de la Avenue Foch, 42 de París eran propiedad del Estado (vehículos y sede diplomáticos); claro, 'l' état c'est à eux, c'est de la famille d'Obiang'. Ni el padre, ni la madre ni el hijo oyen, ven ni sienten todos esos sufrimientos de sus súbditos, vasallos.
En ese país que se acaban de nombrar a 52 ministros, 18 secretarios de Estado, 22 secretarios generales, 51 consejeros presidenciales, de momento; no hay un solo hospital digno de ese nombre equipado y con el personal cualificado donde llevar a los niños y mayores con enfermedades graves, moderadas o leves; no hay servicios sociales donde acudir todos esos padres y madres con dificultades para poder matricular, comprar el material escolar o alimentar a sus hijos, patrimonio nacional; no hay justicia ni una sola autoridad capaz de interesarse por una anciana octogenaria echada a la calle como una rata. Secuestran, torturan desde las comisarías y las cárceles y eliminan a los paisanos con total y absoluta impunidad, y los familiares ni siquiera tienen derecho ni a preguntar ni a llorar por sus seres queridos.
Mientras todo eso ocurre día sí día también, año sí año también los hay que nos obligan a decir que todo va bien, el país ha conocido un desarrollo espectacular y se vive muy bien, en paz y se respira la libertad por los cuatro costales; el lema de "hacer el bien y evitar el mal" del régimen se está cumpliendo en todos los rincones del país, ¿en serio? ¿Dónde está la madre de todos los niños y niñas del país, la madrina de todos los guineanos con enfermedades congénitas, impedimentos físicos y huérfanos? ¿Dónde está el Hermano Mayor, el papá Noël, de todos los niños del país? ¿Dónde están todos esos ministros de sanidad y bienestar social, asuntos sociales, justicia, etc que sonrientes y enfundados en trajes de Armani, Pedro del Hierro o de Ágatha Ruiz de la Prada habían vuelto a jurar a servir a la patria y a los guineanos con fidelidad y lealtad? ¿Quién realmente se ocupa de Guinea y de los guineanos?
Ningún país del mundo puede vivir solo y únicamente de la asistencia y caridad, máxime si la inmensa mayoría, el 80% de la población, vive en la pobreza; los casos e historias que vemos y vivimos cada día en Guinea de niños con enfermedades terminales, con malformación o en situación de extrema pobreza; ancianos abandonados a su suerte, otros expulsados de sus chabolas donde habían vivido desde siempre; o guineanos en paradero desconocido, secuestrados y torturados desde las estancias oficiales tuteladas por el régimen, etc nos interpelan a todos, nos obligan a no permanecer indiferentes, a tomar partido y a exigir que los wue están beneficiando y aprovechando de los recursos nacionales destinen aunque las migajas wue caen de sus mesas a esa población que también ha nacido en el mismo país llamado República de Guinea Ecuatorial y se merece otro trato, otra vida. Si no podemos ayudar materialmente, al menos hagámoslo alzando la voz, la iglesia primero porque se fundó precisamente para que fuera la voz de los sin voz y la defensora de los desamparados; Guinea Ecuatorial y los guineoecuatorianos estamos desamparados. A ver si se entera la cúpula de nuestra iglesia.
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?