miércoles, 17 de junio de 2020

EL OCASO DE UN TIRANO


Unos minutos de comparecencia en la televisión pública guineana han bastado para comprobar el penoso estado de salud en el que se encuentra el dictador. Su aspecto decrépito, tembloroso y jadeante, nos anuncia que el final de su reinado se acerca, da la impresión que la desaparición de  Obiang es inminente. 
Tanto al Presidente, Severo Moto, al Vicepresidente Armengol Engonga, como al resto de la directiva del Partido del Progreso, nos ha llenado de indignación y de vergüenza que el dictador vuelva a echarle la culpa al pueblo de los desastres que ha llevado consigo la pandemia en nuestro país, por la desidia, la negligencia y la incompetencia de un gobierno que se encuentra en plena descomposición. 
El caradura de Obiang se atreve a manifestar que su gobierno ha venido luchando eficazmente contra la pandemia, solo porque ha decretado el confinamiento y ha informado sobre las normas de comportamiento a la población. Con solo esas dos medidas le bastan para sacar pecho y presentarse como el gobernante que mas ha hecho por frenar los efectos de la pandemia. Solo tiene que mirar a su alrededor y comprobar como la pandemia ha hecho mas estragos en Guinea que en el resto de los países limítrofes. Gabón, que no es precisamente un ejemplo de buen gobierno, con el doble de población que nuestro país, solo ha registrado 29 muertos. O la propia Nigeria con una población 220 veces superior a Guinea, presenta solo 455 muertes por Covid. 
Como es costumbre en Obiang, y en esto no ha cambiado, vuelve a echar balones fuera, haciendo responsable a la población  (especialmente a los jóvenes) de la gran extensión de la pandemia, por no haber cumplido las normas que su gobierno ha decretado. Obiang Nguema sigue siendo el mismo mentiroso, el tramposo que tira la piedra y esconde la mano y que intenta cargar sobre los demás su propia incompetencia. Para ilustrar  un poco sobre la verdadera condición de este farsante, quiero reproducir aquí un episodio relatado por Severo Moto, un opositor que conoce a la perfección la falsedad del personaje: 
"El rimbombante y atractivo titulo de "Golpe de Libertad" con el que el, entonces,Teniente Coronel Teodoro Obiang Nguema bautizó el sangriento golpe de Estado del 3 de agosto de 1979, fue la culminación de tantos "intentos de golpes de estado", atribuidos" falsa y malignamente a otros militares y civiles, que había que quitar de en medio, para abrirse paso al poder. Lo confesó Obiang al asesinado Arzobispo guineano, Dr. Rafael Maria Nze Abuy CMF: "Yo he dado el golpe de libertad para salvarme, yo mismo; por que Macías ya me perseguia. Si la gente se alegra por el golpe, no es mi proyecto"  A pesar de haber reconocido publicamente en su primera rueda de prensa ante medios internacionales -organizada por mí- en la Cámara de Malabo, siete dias despues del golpe de estado, dijo: "Por mi escasa preparacion, sé que no merezco esta responsabilidad...Despues de un tiempo, entregare el poder a los civiles..." Lleva 41 años conectados a los 11 años con Macías. Echar las culpas a otros, de sus graves delitos, está en el ADN del presidente Obiang y es característico de la "valentía" de militar. Según me contó el Abogado de Macías en el Juicio contra el primer dictador Obiang Nguema, ya presidente tras el golpe de estado, mandó a Macías el mensaje de que si citaba su nombre en el juicio, sería condenado a muerte; si no, se salvaría. Macías no citó el nombre del "jefe de cárceles" (Teodoro Obiang Nguema); a pesar de eso, Macías fue condenado a muerte y ejecutado. En uno de los primeros mitines, tras el golpe de estado, Obiang Nguema, con el ceño fruncido, aseguró, ante el público del poblado de Rebola origen de otra de sus mujeres (de etnia bubi): "!!Vosotros sabéis que yo nunca os he dicho la verdad...!!" Luego, rectificó; tarde. "Un militar (?equato?) nunca debe aceptar o reconocer nada"- me confesó el cabo NVE que me vigilaba y controlaba en mis años de cárcel en Blacbeach" En Guinea Ecuatorial todos tienen la culpa; menos el principal y único... " 
El decretar el final del desconfinamiento, sin haber hecho un estudio serio sobre la evolución actual de los contagios y apelar a ese "sálvese quien pueda" en su comparecencia, está enviando un mensaje terrorífico a todas las familias. 
No basta con haber distribuido unas raciones de pescado seco a 32.000 familias en una población de 1.000.000 de habitantes. No son dádivas ni limosnas lo que los guineanos necesitan. Hace falta un plan serio de apoyo a las familias, con subsidios vitales mínimos, que les permitan de forma temporal hacer frente a los efectos de la pandemia. Es necesario un plan de apoyo financiero para sostener los pequeños negocios de los guineanos que se han venido abajo por los efectos de la pandemia. Se necesitan ayudas serias para poner en marcha huertos familiares que proporcionen alimento y una ayuda urgente a la pequeña flota pesquera de bajura, que permita aumentar sus capturas. Y una larga lista de medidas que un gobierno incompetente como el suyo, no es capaz ni de planteárselas. Solo se ha limitado a un copia-pega  de algunas de las medidas que ha tomado España, sin molestarse en adaptarlas a las particularidades de nuestro país.
No es posible que se decrete el inicio de la actividad escolar presencial, habidas cuentas de que el periodo escolar natural ha finalizado. Las diferentes pruebas de fin de curso y selectividad se pueden llevar a cabo de forma excepcional en septiembre, cuando previsiblemente haya sido minimizado el riego de contagios. Creemos que la asistencia de los chavales a los centros, teniendo en cuenta la natural inconsciencia de los mismos, supone un grave riesgo para ellos y sobre todo, para los familiares, especialmente para las personas mayores de la casa. 
Es un triste espectáculo ver a un moribundo aferrarse al poder de esa forma, con lo fácil que sería para el dictador convocar a la oposición y preparar la transición a la democracia. Pero, como en todas las ocasiones, a Obiang le falta valentía para afrontar los problemas y le sobran falsedad y marrullería.