Guinea Ecuatorial está a punto de cerrar una fase para enfrentarse a un
futuro que todavía se ve como lejano e incluso inalcanzable. Los acontecimientos,
cuando llegan, pueden ser más o menos previsibles como, otras veces, suponer una
ruptura con lo anterior que nos deja totalmente descolocados.
Si a alguno de nosotros
alguien nos hubiera dicho, hace medio año, que estaríamos obligados a ir con mascarillas por
la calle, que tendríamos que permanecer encerrados en nuestras casas durante
meses o que muchas personas, en España más de 40 mil, morirían en un espacio
corto de tiempo; como si se estrellaran cada día tres o cuatro aviones llenos
de pasajeros, no nos lo creeríamos. Y, sin embargo, así ha sido. La vida es lo
que es. A veces podemos predecir, anticiparnos, prepararnos para lo que va a
suceder y otras nos coge completamente por sorpresa.
La República de Guinea Ecuatorial está a punto de cerrar un ciclo más desde
que se declaró independiente de España a finales de 1960. Lo que podía haber sido
una experiencia gratificante y edificadora se convirtió en un retroceso de gravísimas
consecuencias. La segunda oportunidad, tras el ascenso al poder de Teodoro
Obiang Nguema, se volvió a repetir la historia y ahora asistimos, con el corazón
en un puño, al desenlace de esta pesadilla.
Lejos de avanzar se ha retrocedido en todos los campos. La población está
desarmada en todos los sentidos, sin formación, sin protección, desolada y lo
que es más triste, sin esperanzas. Se han acostumbrado a las precarias
estructuras, a las escuelas sin dotación a una sanidad ineficaz y
tercermundista y a una Administración corrupta y cruel.
Obianga Nguema no puede comprar la eternidad. Su última aparición en la
televisión guineana ha sido muy comentada. Este hombre morirá, como todos los
mortales por más dinero que haya acumulado y se desatará todo un conjunto de
fuerzas que ahora están, para bien o para mal, retenidas a la espera de acontecimientos.
Como en todos los procesos de este nivel, los que alcancen el poder favorecerán
a sus amigos y aliados, perseguirán al enemigo y a los indiferentes, les
aplicaran la legislación vigente.
Ya hemos visto lo que sucede cuando no se defienden los principios o cuando el
temor hace mella entre los aspirantes a gobernar el país y es que los más
violentos, los que menos escrúpulos tienen, ocupan los resortes de la
presidencia. Siempre habrá mercenarios que trabajen en la seguridad, en la
medicina o en las obras públicas.
La población está desencantada y necesita solvencia, personal preparado que
organice un país que, además, cuenta con todos los elementos para convertirse
en un referente del continente africano.
Los que actualmente detentan el poder sabemos que son unos destacados
incompetentes e incapaces en términos absolutos, pero cuentan con la llave de
la caja de caudales con la que pagar, sobornar, corromper y ejercer una
violencia que solo ellos pueden administrar.
Durante años han criminalizado a la oposición exiliada mientras en el
interior del país alimentaban a una manada de estómagos agradecidos que hacen
de bueyes mansos para ocupar el espacio de los críticos y disidentes. En torno
a la familia Obiang existe una bolsa clientelar que desaparecerá en el momento
que no les paguen o venga otro grupo que les pague más y mejor. Es lo que tiene
el tratar con oportunistas que son capaces de vender a su madre con tal de
vivir de las prebendas del poder.
Existe una alternativa muy interesante ante este cambio que se avecina y que
no es otra que la de los opositores exiliados. Se necesitan ideas nuevas para
acabar con tanta necedad, mala administración, corrupción y mezquindad.
Modernizar Guinea Ecuatorial pasa por cuadros de mando que sepan lo que es un
servicio público de salud o tengan un plan nacional de educación, por poner un
ejemplo. No se trata de reconstruir un país, en este caso se trata de
construirlo todo.
El régimen que agoniza y se derrumba pretende suceder al muerto,
perpetuarse, seguir ahí, encontrar alguna fórmula que lo legitime, pero hasta los
más mezquinos saben que los que están con el padre no tienen garantizado el
favor del hijo que, indudablemente, promocionará a sus infames amiguetes en
detrimento de los actuales cortesanos. Nos acercamos, pues, a un escenario muy volátil,
explosivo y peligroso que con el paso de los días se irá agravando.
La tiranía, como casi todas las que existen en el planeta, ha dejado el
país más pobre y miserable de cómo lo recibió en su día. No han producido prácticamente
nada, les basta con comprarlo. Si quiero salud, por ejemplo, no construyo un hospital
en mi país, cojo mi avión y que me traten en una clínica española o americana y
así con todo.
Las alternativas son muy pocas y en algunos casos realmente peligrosas. Si
se deja que el régimen se enroque, el resultado puede ser impredecible. Algunos
analistas hablan de alteración de la paz social, conflictos violentos y armados
como en otros territorios (Libia, Egipto, Nigeria …) y he llegado a escuchar
que la desestabilización puede terminar en la ocupación de Guinea Ecuatorial
por parte de algún país vecino. Esta vía no parece muy atractiva y hasta los
colaboradores más íntimos de Teodoro Obiang Nguema no quieren saber nada del
hijo, “Teodorín”, al que consideran aún más incapaz que el padre y del que no
esperan nada. Otro peligro real que se cierne sobre el futuro es que algunos
hombres significados del régimen, armados, se hagan fuertes y presionen o se
posicionen para intentar imponer a su candidato. Obviamente esta tampoco es una
buena opción.
Una pregunta interesante sería ¿Qué país quieren los habitantes de Guinea
Ecuatorial? Y estoy casi seguro de que nadie respondería, “que siga todo igual”.
La gente guineana quiere, para empezar, sentirse ciudadana y no súbdita. Las
personas quieren seguridad jurídica, que tengan policías que les protejan,
escuelas para los niños, dinero para gastar y una sanidad que vele por ellos.
Quieren agua, luz, casas dignas y puestos de trabajo para desarrollar el
talento y aportar su esfuerzo a la empresa común de construir un país donde
vivir y educar a sus hijos. La gente no quiere dirigentes violentos, que les
traten mal, los miren por encima del hombro y se apropien de las riquezas de
todos los guineanos para su exclusivo disfrute personal.
He estudiado mucho las alternativas al fin de la tiranía en Guinea
Ecuatorial y solo he descubierto un grupo que puede materializar las ilusiones
y deseos de sus compatriotas. La formación que lidera Severo Moto cuenta con
todos los elementos para llevar a cabo una verdadera transición de la decadencia
a
la democracia y al progreso.
He hablado con los dirigentes de esta formación política, conozco su ideología
social y de mercado que pretende estimular la capacidad de trabajo de los
guineanos para la recuperación del país y sé que tienen una tremenda
sensibilidad para no dejar abandonadas a las personas y colectivos más
desfavorecidos.
Los mercenarios que trabajan para la dictadura y cobran grandes cantidades
de dinero por proteger a los altos dirigentes del régimen, hacen todo lo que
pueden por desacreditar a Severo Moto con el objetivo de desmoralizarlo, arrinconarlo
o dejarlo fuera de juego. Lo curioso es que hace ya mucho tiempo que Moto se
convirtió en una marca, en un sello de calidad. Él es solo el director, el
presidente de una formación política que lo respeta y apoya, pero son muchos
los que trabajan en el Partido del Progreso para tener a punto los protocolos
de actuación que requiere la acción de gobierno en un país como Guinea Ecuatorial.
Hablando con el vicepresidente y otros dirigentes encuadrados en la Comisión
Permanente del partido, me comentaron los trabajos que siguen realizando y adaptándo los estudios para cuando necesiten ser aplicados en el territorio.
En principio me adelantaron que están desarrollando procedimientos básicos
para estimular una serie de áreas que son imprescindibles a la hora de afrontar
el futuro con un mínimo de garantías:
· Crecimiento y
productividad. Este apartado busca construir el país de una manera coherente y conseguir
producir lo máximo posible para evitar tanta dependencia del exterior.
· Desigualdad. Hay
que trabajar por dignificar a nuestros ciudadanos y dotarles de herramientas y
oportunidades para que puedan desarrollarse en las mejores condiciones
posibles.
· Desempleo y
precariedad. Organizar la sociedad para erradicar el desempleo estructural y
ordenar el mercado de trabajo para que se trate con dignidad a los trabajadores.
· Los mayores.
Pensiones y actividades para nuestros mayores. Ayudarles a vivir una vejez digna
y gratificante.
· Un buen sistema nacional
educativo y de formación. Todo un verdadero reto.
· Un sistema
nacional de salud y bienestar social. Lucha contra enfermedades endémicas.
· Un uso honesto de
los recursos naturales con repercusión en el conjunto de la ciudadanía.
· Desmontar la
corrupción en el país y promover la convivencia honesta.
· El desarrollo de
los pueblos y la habitabilidad de las ciudades.
· Un programa de
obras públicas, saneamientos e infraestructuras que modernicen el país.
En el fondo, se prevé dotar a los responsables de área de manuales con el
que afrontar el complejo proceso de construcción de Guinea Ecuatorial.
Severo Moto sabe que su fuerza radica en la organización, en el equipo y la
capacidad de acreditados profesionales que han unido sus fuerzas para presentar
un proyecto posible para una Guinea Ecuatorial del siglo XXI.