viernes, 6 de septiembre de 2019

Los tiranos también se mueren. Adiós, Robert Mugabe









Hoy ha muerto Robert Mugabe, el que ha sido un déspota hasta el final de sus días en Zimbabue y que se mantuvo en el poder hasta el año 2017, fecha en la que fue apartado por sus militares al ser considerado un peligro ya no para el pueblo, que lo era sino para los que le apoyaban.





Mugabe, el sátrapa, murió en un hospital de Singapur. Que degradante es tener que ir a agonizar lejos de tu casa. La incompetencia o la maldad de estos dirigentes hacen que no existan instalaciones sanitarias fiables en el país y tengan que pagar sus cuidados y tratamientos a miles de kilómetros.

La muerte no hace distinciones. No puedes comprar su voluntad. Cuando la dama de la guadaña llama a tu puerta no le puedes gritar eso de “no sabes con quién estás hablando” pues te arriesgas a que esta te conteste: “el que no lo sabes eres tú”.


Mugabe era el segundo tirano africano más antiguo en el poder después de Obiang. Aún recuerdo aquella foto de los dos longevos dictadores con sus sombreros de paja. El tiempo pasa y la vida se va escapando del control de estos personajes que gastan ingentes cantidades de dinero en esquivar el fin de sus días. No lo quieren ver, pero van cayendo, desapareciendo sin que hayan aportado algo notable a las sociedades de las que han abusado de manera repugnante.


El verano se deshilacha con mañanas más frescas y con gente volviendo de sus vacaciones. Atrás quedó el mes de agosto que empezó con la tradicional bronca ante las puertas de la embajada guineana en Madrid. El tráfico se ha vuelto horroroso y las aceras se convierten en ríos humanos de personas que transitan de un lado a otro. Agosto se marchó y nos dejó, un año más, el cumpleaños de Armengol Engonga, vicepresidente del Partido del Progreso y fiel lugarteniente de Severo Moto.



El tiempo pasa muy deprisa y el camino se hace largo. Los disidentes no celebran la muerte de los dictadores cuando fallecen sin abandonar el poder. Severo Moto lamenta que el dictador de Guinea Ecuatorial lleve tantísimo tiempo detentando la Jefatura del Estado y malogrando las aspiraciones de tanta gente. Es increíble cómo arrebatan el futuro de generaciones estos infelices tiranos que, como diría Armengol Engonga, son tan miserables que solo pueden alardear de que tienen dinero.


Cuando felicité por su cumpleaños al vicepresidente, Armengol, este estaba pasando unos días de vacaciones con la familia en la playa. Me mandó una foto por WhatsApp presumiendo de nietos y no era para menos. También, hablé con el presidente Moto y nos pusimos al día hasta de temas familiares. Me contó los esfuerzos que hacen sus hijos para salir adelante en este hostil mercado laboral pero que ahí andaban, sin rendirse. Me encantan estos políticos. Es lo mejor que podría pasarle a Guinea Ecuatorial, sin ninguna duda.


Igual que ha muerto el incalificable Robert Mugabe así ocurrirá, antes o después, con el tirano guineano. Estos tristes personajes solo han sabido robar como dementes. Sus familiares y allegados se disputarán el botín como los carroñeros un cadáver en descomposición. Son una vergüenza para la humanidad, pero ahí están hasta que la muerte los deja fríos para la eternidad.


Me gustaría que la democracia llegara a Guinea de una manera lógica, planificada y moderna.Sería una pena que el país empezara a construirse tras la muerte del sátrapa cuando todavía están a tiempo. No me quiero imaginar a esa pandilla de salteadores intentando negociar una salida. Los guineanos están ante un dilema realmente peligroso. Muchos de los políticos del exilio son “desecho de tienta”, que diría un comentarista radiofónico y podemos encontrarnos de todo, desde los que han escapado de la tiranía guineana a los que están subvencionados por ella. El Partido del Progreso es, en cambio, una sólida formación política, con militancia y estructura que está completamente capacitada por liderar un verdadero cambio en la sociedad.


En mi opinión, los del Partido del Progreso son una garantía de éxito. Son la fuerza más representativa de la disidencia al régimen de Obiang y los que nunca han renunciado a sus principios. Quieren una transición a la democracia en paz, sin enfrentamientos estériles. Moto y Armengol siempre han abogado por alcanzar acuerdos que no frustren el arranque de un proceso que termine en unas elecciones democráticas. Antes de nada, han pedido que se revisen las condenas y se liberen a las personas encarceladas por ser críticos con la tiranía.



Estoy convencido de que unas elecciones libres, abiertas, transparentes y monitorizadas por la ONU y otras organizaciones internacionales, darán la victoria al Partido del Progreso. Lo mejor que le puede pasar al pueblo de Guinea Ecuatorial.



JM Aznárez