Durante una ponencia del Partido del Progreso
Artículo de Opinión
“¡No
sé por qué el africano no puede hacer lo mismo que los blancos; cuando un
africano pierde el poder, el pueblo le saca todo, hasta costarle la vida; pero
los blancos, no…!” (Palabras
del presidente “equató”, Obiang Nguema Mbasogo)
El
estado decrépito que revela, físicamente, Obiang Nguema, no consigue
disimularse, por más sensación que da el dictador de estar en forma, a base de
convocar cumbres africanas; llevar de acá para allá a un gobierno “gallinero”,
y realizar giras por el país. Si la naturaleza no da saltos, está claro
que Obiang Nguema no puede dar saltos para atrás. Lo peor es que no solo no
pude dar saltos hacia atrás, por más que se quite los años en los papeles (74,
en vez de 84) y se pinte de negro el pelo. Lo peor, decimos, es que no puede
dar ya ningún paso hacia atrás para devolver al país, la ingente cantidad de
vidas que se ha llevado por delante, en casi 50 años, para ser un presidente
vitalicio en el poder, y evitar -matando- que lo maten.
En
casi 50 años de presencia activa en el poder de Guinea Ecuatorial, Obiang
Nguema (Primero, como Jefe de Cárceles; y luego, como Presidente del país, ha
matado a todo aquel que pudiera estorbar su camino hacia la presidencia
(rezagado bajo la sombra del Presidente Macías). Y ha seguido matando, siendo
presidente; siempre para anular mortalmente a gente molesta, crítica, rival o
claramente enemiga…
Da
la sensación de que hasta el propio Obiang Nguema siente vergüenza, y le
extraña que, después de tantos asesinatos y tantas muestras de crueldad contra
un pueblo sencillo y humillado, guineo, no le haya pasado nada. No solo es
cierto y sabe que se merece un castigo; sino que sabe que podría y
debería llegarle ese castigo.
En
sus declaraciones en la gira de campaña electoral abierta, en solitario, para
él, por el país, este sentimiento de culpabilidad, de pronto, se le ha
despertado. Y aunque en tono prepotente, lo ha expresado en forma de “dictar
la norma” de que lo disculpen y olviden; sin previo reconocimiento y
arrepentimiento. En el discurso del lunes, a Obiang Nguema, de pronto le surgió
el deseo de ser un presidente blanco y tener un pueblo blanco. Y se extrañó de
que eso no fuera así: “¡No sé por qué el africano no puede hacer lo mismo
que los blancos; cuando un africano pierde el poder, el pueblo le saca
todo hasta costarle la vida; pero los blancos, no…!
¿Obiang
Nguema estará pesando, quizás, en Don Leopoldo Calvo Sotelo, o en Don Adolfo
Suarez González? ¿En Don Felipe González, o en Don José María Aznar? ¿Acaso,
incluso, en Don José Luis Rodríguez Zapatero? ¿O,
en fin, en Don Mariano Rajoy Brey? (Eso Por referirnos
a presidentes blancos de un país de blancos que le apoyan protegen y
cuidan…)
¡Que
desvarío! ¡Que esquizofrenia! ¡Qué cacumen mental, sufre Obiang Nguema! Tan
pronto prohíbe y obliga a los negros de Guinea Ecuatorial a no hacer caso a las
“ideas importadas de los blancos”; a su vez, él quiere ser “blanco”. ¿Cuál de
los presidentes españoles, blancos, señalados, ha matado a tantos blancos, como
negros ha matado el presidente negro Obiang Nguema?
Subido
a la cúpula más alta de la “montaña rusa” de una prepotencia mezclada de
miedo a perder el poder y a la muerte, Obiang Nguema se tambalea, incapaz de
agarrase a la mano tendida que le ofrece el propio pueblo guineano esquilmado y
diezmado por él. Sus familiares más íntimos le han aconsejado acercarse y
pactar, con un personaje relevante de la oposición exiliada, su “bajada”
institucional de esa “montaña rusa” de la que está colgado. Pero
Obiang Nguema Mbasogo, como si se tratase de la reencarnación del “CONDENADO
POR DESCONFIADO” prefiere, a pesar de tanta matanza, robo, delincuencia y
destrucción del país, ser tratado “como un blanco” cuando pierda el poder.