sábado, 20 de noviembre de 2010

GUINEA ECUATORIAL: ¡¡¡AL RESCATE!!!


Por Severo-Matías Moto Nsa,                                                                                                                     Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial.

Yo llegué, por segunda vez, el 2 de Mayo de 1.992, a Guinea Ecuatorial, en un viaje igual de arriesgado que el anterior, del 5 de Junio de 1.988 para solicitar la legalización del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, en mi país.





La afluencia multitudinaria de guineanos a afiliarse al Partido del Progreso, llamó muy poderosamente mi atención. Me convenció el pueblo guineo-ecuatoriano de que necesitaba imperantemente una alternativa diametralmente opuesta y diferente a lo que representaba y sigue representando Obiang Nguema. La valentía, arrojo y riesgo que supuso el salto cualitativo de plantarse en las narices de un régimen matón, esquilmador de libertades y profundamente anti-democrático como el de Obiang Nguema, pudo significar un serio atractivo para la gente hacia esa persona u opción política que se atrevía a retar a la tiranía. Obiang Nguema  pudo ver detrás  de mi “valentía” y riesgo, la presencia de la España de 1.988 y 1.992, que muy seguro le habría prohibido matarme (Obiang era libre de meterme en la cárcel, y lo hizo, las veces que quiso; pero  no me mató)

Cabría achacarse esa afluencia masiva de la población guineana hacia el Partido del Progreso, a la incuestionable condición de cristiano-católico del pueblo guineano, que podría haber encontrado en la ideología demócrata cristiana del Partido del Progreso, el salto sereno y coherente hacia la actividad política.

La verdad sea dicha: Ninguno de los dos viajes al encuentro de la dictadura de Obiang Nguema lo hice confiado o seguro de mi valentía, o seguro de que no me iba a pasar nada. Los dos viajes a Guinea Ecuatorial -1.988-1.992- los hice hundido en el más profundo miedo y duda de que fuera a salir bien de ellos.

Pero la afluencia multitudinaria de la población guineana a “matricularse” en las Aulas Democráticas del Partido del Progreso, obedeció, por encima de todo, a mi insistente y tenaz anuncio de que con nosotros (con el Partido del Progreso en el poder): “España volverá a ser nuestro compañero de camino”

Este anuncio y la firmeza en su pronunciamiento, por parte del un líder opositor  a la tiranía de Obiang Nguema, fue la verdadera causa, el verdadero motor impulsor de la imparable afluencia de guineanos a afiliarse al Partido del Progreso. Tampoco deja de ser significativo que la población guineana adivinara o supiera que un poderoso partido político español militaba en las mismas filas ideológicas que el Partido del Progreso.

La confidencia recurrente y casi machacona que me susurraban al oído, hombres y mujeres de mi edad, o mayores; jóvenes (ellos y ellas), a la hora de “colarse” por la verja de la sede del Partido del Progreso, y pedir la afiliación, era esta: “Has asegurado que España volverá a ser nuestro compañero de camino; por eso me afilio a este partido..”

En cualquier caso, tengo el honor y debo dejar claro que el pueblo guineano sigue siendo fiel (cierto que cada vez más en solitario, claro) con el compromiso y la confianza que en otros tiempos compartió con España. La prueba está en la fe y confianza depositada masivamente en el Partido del Progreso, por anunciar que “España volverá a ser nuestro compañero de camino”.

Quiero pensar, porque nunca he cambiado de idea y de mensaje, por más duros que han sido los tiempos contra mí) que de cara a mi pueblo mi mensaje sigue siendo válido, vigente y honesto, por nuestra parte.

Los años de exilio que me ha tocado afrontar en España, y por más duros, penosos y desangelados que han sido, de parte del poder español, no han mancillado, en su más mínimo ápice la pulcritud, sencillez y fe que el pueblo guineano mantiene en España.

A esta consigna de que España volverá a ser nuestro compañero de camino, de la mano del Partido del Progreso, añadí, un año después de fundar el Partido del Progreso un mensaje igualmente nacido de mi mis convicciones profundas. Dije, en 1.984, que “Guinea Ecuatorial debería ser cogobernada por Españoles y guineanos”. Consciente plenamente de que la tragedia en la que se debatía y sigue debatiéndose mi país, tiene repartidas sus responsabilidades entre ambos pueblos (España y Guinea Ecuatorial) y sus gentes. Y el mejor gesto de sinceridad, honestidad y dignidad de todos, era (es)  asumir, juntos, dichas responsabilidades.

Mi nuevo grito, nada alejado de las primeras consignas y propuestas es, hoy: “¡¡¡Al rescate!!!” de Guinea Ecuatorial. Un grito lanzado desde la oposición, y que desde luego está llamado a perderse en los espesos nubarrones creados por dos mundos herméticamente cerrados, cada uno en sí mismo. El régimen de Obiang Nguema,  que por su propia decrepitud, vacío de futuro, se halla anclado en su propio final; y el de la comunidad internacional, amorrado al pozo de ciega  corrupción económica que despide el régimen de Obiang Nguema.

Pero el grito y petición de rescatar a Guinea Ecuatorial (ya sé que me dirán que no compare las situaciones. Porque –con todo respeto- esto es Europa. Y  -con todo desprecio- “Aquello es África…”) adquiere plena vigencia y actualidad en estos momentos en que los “rescates” están a la orden del día en el llamado “primer mundo.

De todos modos, mi grito y petición sigue teniendo su pleno valor, toda vez que va anclado en la esperanza del pueblo guineano. Y mi experiencia, después de casi una larga treintena de años en el exilio en España, me permite asomarme entre el marasmo de abandono, relegación y desprecio que sufro, y encontrar a la creciente pléyade de españoles de la sociedad civil, quienes, al margen del poder que se rastrea por el fango del desprecio a mi país, han empezado a construir un puente de hecho de sensibilidad, conciencia y responsabilidad solidaria con Guinea Ecuatorial.

La amplia comunidad internacional, Estados Unidos de América, Canadá, Francia, Alemania, países africanos e hispanoamericanos concretos  (cansados de golpear las opacas conciencias de los responsables directos del abandono de Guinea Ecuatorial) también han comenzado a apuntar con el dedo del desprecio, abandono y denuncia al régimen caduco de Obiang Nguema, decadente.

Desde nuestra obligada e imprescindible posición de protagonistas raíces, (y como parte de la  gran coalición “Ciudadanos por Guinea Ecuatorial”) tenemos la legitimidad de reclamar el “rescate” de Guinea Ecuatorial, de la debacle, caos y desnaturalización a la que fue conducida por una descolonización desastrosa, hecha de enfados, mala voluntad e incompetencia añadida. Toca, hoy,  a los guineanos salir, acompañados de españoles y otros ciudadanos del  mundo, rescatar a Guinea Ecuatorial, de la esclavitud impuesta por  Obiang Nguema y sus amigos…