sábado, 26 de octubre de 2024

El Futuro Nos Pertenece

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

 


Desde hace más de 40 años, la familia Obiang ha saqueado las riquezas de Guinea Ecuatorial, condenando a nuestro pueblo a la miseria mientras ellos disfrutan de una vida de lujo obsceno. Es una historia conocida: palacios, coches de alta gama, hoteles y apartamentos en Nueva York de 75.000 euros por noche, todo pagado con el sudor y la sangre del pueblo guineano. Mientras tanto, la mayoría de los ciudadanos apenas sobreviven con 3 dólares al día, luchando para llevar una sola comida a la mesa. Este régimen cruel y cleptócrata ha usurpado nuestra riqueza y ha convertido a nuestra nación en un feudo personal, donde el sufrimiento de la gente es el combustible para su opulencia.

 


Se preguntan nuestros hermanos guineanos: ¿cómo es posible que una nación tan rica, con recursos naturales envidiables, dependa de mercenarios extranjeros para su seguridad? Rusos, bielorrusos, ugandeses, israelíes y más, todos pagados para proteger no al pueblo, sino a un dictador que teme a su propia gente. Mientras, nuestro ejército, conformado por miles de compatriotas, es relegado, humillado y reducido a la insignificancia. ¿Qué propósito sirve entonces? Solo existe para mantener el poder de una familia que ha perdido toda legitimidad.

 


El costo de mantener este sistema opresor es incalculable. No solo en términos económicos, sino en vidas, en esperanza, en el futuro de nuestra nación. Familias enteras sobreviven con una pobreza abrumadora, hospitales colapsados que cobran a los más necesitados por medicamentos básicos y una economía que, según el Banco Mundial, está en recesión, con una caída del -5% el año pasado y un -4% este año. La situación es insostenible.

 


Pero esta realidad no tiene por qué definirnos. Guinea Ecuatorial, somos mucho más que la dictadura de los Obiang. Somos un pueblo resiliente, fuerte y con una herencia de resistencia que nunca ha sido doblegada. Sabemos que el cambio está en nuestras manos, que este régimen no es eterno y que su final se acerca. Las presiones internacionales crecen, los mensajes hacia el dictador son cada vez más claros y nítidos: Teodoro Obiang Nguema y su familia deben abandonar el poder, y lo harán.

 


Este cambio no será solo el final de una era de opresión; será el amanecer de una nueva Guinea Ecuatorial. Una Guinea donde la riqueza de nuestra nación será devuelta a su legítimo dueño: el pueblo. Donde las oportunidades florecerán para todos, no solo para unos pocos privilegiados. Donde nuestros hijos podrán soñar con un futuro mejor, y nuestras familias no tendrán que elegir entre comer o recibir atención médica.

 


La diversificación de nuestra economía, la formación de nuestros jóvenes y técnicos, el desarrollo de infraestructura social y económica sólida, son los cimientos sobre los que construiremos nuestro futuro. Guinea Ecuatorial será un país próspero, libre, donde el trabajo duro sea recompensado, donde la justicia sea equitativa y donde la corrupción sea una mancha del pasado.

 


Ya no es tiempo de lamentarse por lo que hemos perdido. Ahora es el momento de mirar hacia el futuro y prepararnos para lo que vendrá. La transición política está a la vuelta de la esquina, y será una transición hecha por nosotros y para nosotros. No más mercenarios, no más saqueadores, no más dictadores. El poder regresará al pueblo, y con él, la dignidad y el orgullo de ser guineanos.

 


Y ahora, mi reflexión. Los Obiang han disfrutado de su opulencia a costa de nuestro sufrimiento, pero su tiempo ha terminado. El futuro nos pertenece, y será mucho más brillante de lo que jamás imaginaron. No es solo un cambio de gobierno lo que buscamos, es un renacer nacional. El día en que Guinea Ecuatorial se levante como una verdadera democracia, libre de las cadenas del pasado, ese día sabremos que todo nuestro esfuerzo valió la pena. La justicia llegará, la libertad será restaurada, y el futuro... el futuro será nuestro.

 


¡Que viva Guinea Ecuatorial, libre y soberana!