Por Juan Cuevas
Guinea Ecuatorial: La Sombra de una Dictadura y su Impacto en la Salud Mental de la población
El día 5 del presente mes la Human Rights Foundation (HRF) publicó un informe sobre las violaciones de derechos humanos en Guinea Ecuatorial como parte de su contribución al Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. En el informe, se destacaron las violaciones sistemáticas de los derechos humanos bajo el régimen de Teodoro Obiang Nguema, incluyendo detenciones arbitrarias y el uso persistente de la tortura.
Este ha sido el comportamiento habitual en los 45 años de dictadura de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, marcando profundamente la vida social, política y psicológica de los guineanos. Este régimen ha impuesto una sombra sobre el desarrollo humano y ha afectado severamente la salud mental de la población.
Dictadura y salud mental es un vinculo preocupante en nuestro país, ya que la tiranía no solo ha restringido las libertades políticas y económicas, sino que también ha generado un ambiente de miedo y represión que afecta directamente la salud mental de sus habitantes. El continuo estrés causado por la vigilancia constante, la falta de libertad de expresión y el miedo a la persecución política contribuyen a una prevalencia elevada de trastornos psicológicos, incluyendo depresión, ansiedad y estrés postraumático. Eso explica el alto grado de alcoholismo, la drogadicción, la alarmante inseguridad ciudadana y la creciente desestructuración familiar y social que se vive en Guinea Ecuatorial.
Los efectos de la dictadura se extienden más allá de la salud mental, afectando el desarrollo humano general. La corrupción endémica y la concentración del poder y la riqueza en manos de una elite limitan las oportunidades de la mayoría de la población. La falta de inversión en servicios esenciales como educación y salud ha perpetuado la desnutrición y otras condiciones que obstaculizan el desarrollo físico y cognitivo, especialmente en los niños.
Según la teoría de las necesidades humanas de Abraham Maslow, la autorrealización solo se alcanza una vez que se han satisfecho las necesidades más básicas, como la alimentación, la seguridad y la afiliación social. En Guinea Ecuatorial, el estancamiento en las etapas inferiores de esta pirámide es evidente, ya que las necesidades básicas de muchos ciudadanos no están garantizadas. Este déficit impide no solo el desarrollo personal sino también la formación de una identidad individual saludable y resiliente.
Las historias de muchos de nuestros compatriotas que están soportando la dictadura son testimonios elocuentes del impacto humano que les ha supuesto esta situación. Vemos en sus vidas una falta de esperanza y de miedo al futuro que ha afectado su autoestima y su capacidad de planificación a largo plazo. Estas narrativas personales son cruciales para entender la profundidad del daño psicológico y emocional infligido a la población.
Cuando esta locura dictatorial termine, solo un movimiento general de todos los partidos y agentes sociales volcados en un proceso de transición democrática, devolverá la autoestima, desaparecerá el miedo y la incertidumbre en el futuro de nuestros hermanos que viven dentro del país.
Romper con las barreras y condicionamientos psicológicos que afectan a nuestros compatriotas tras años bajo la opresión dictatorial no será tarea sencilla ni rápida. Aquellos que han sufrido bajo el yugo de la dictadura necesitan evidencias concretas de que los opresores ya no están en el poder. Es crucial eliminar cualquier vestigio del poder dictatorial para asegurar que los verdugos no regresarán. Además, será necesario un período de transición, un tiempo prudente para sanar las heridas y preparar a la ciudadanía para ejercer sus derechos civiles y políticos de manera libre y sin temor.
Una vez iniciado el camino hacia la democracia, serán necesarias propuestas claras de reformas políticas significativas, junto con inversiones en educación y salud, que ayuden a restaurar la confianza de la población en su gobierno y en su futuro. Además, el apoyo internacional podría ser vital para asegurar una transición hacia una gobernanza más transparente y responsable.
Tras la caída de una dictadura, marcada por la opresión y el sufrimiento de incontables víctimas, es crucial enfrentar el pasado para sanar las heridas de una nación. Los perpetradores de abusos, tanto físicos como psicológicos, deben dar un paso adelante, reconocer sus acciones y mostrar arrepentimiento de manera pública. Pedir perdón a las víctimas no solo es un acto de justicia básica, sino también un paso fundamental para reconstruir el tejido social y moral del país. Este proceso de reconciliación permite a una sociedad traumatizada empezar a curarse, restablecer la justicia y fortalecer los cimientos de la democracia y el respeto mutuo.