Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial
Es impresionante la fuerza que algunos compatriotas ejercen contra cualquiera que cuestione el régimen. Nos ponen como ejemplo países de nuestro entorno que son victimas de grupos terroristas o de sucesivos golpes de estado cuando no están abiertamente en guerra. Nos venden de que estamos jugando con fuego cuando atacamos este modelo de autoritarismo violento con consecuencias como el advenimiento de algún clan familiar peor que el que sufrimos. Como si quisieran hacer bueno el dicho: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Hay guineanos que viven muy bien
bajo el paraguas de la familia Obiang Nguema. Solo tienen que reír las gracias
del patrón, criticar al disidente y quejarse lo justo. Los delatores y los que
se toman la justicia por su mano, gozan de simpatía por parte de estas élites
cobardes que son incapaces de medirse en igualdad de condiciones con nadie,
pero carecen de escrúpulos a la hora de que sean sus sicarios los que les hagan
el trabajo sucio.
Nadie se convierte en médico
porque se compre una bata blanca. No hay democracia porque se repartan urnas y
se obligue a los habitantes a votar si no hay garantías de unas elecciones
libres. Todo es una gran mentira.
Antes de hablar de democracia,
hay que abrir el país para que los que tengan alguna propuesta de gestión la
haga sin temor a terminar en la cárcel o en el peor de los casos apaleado o
muerto por los secuaces de los que detentan el poder.
Mientras no se entienda que
nosotros, el pueblo, somos los que decidimos lo que queremos ser o cómo
queremos vivir, seremos rehenes de la violencia y el miedo.
Somos los dueños de nuestro país, Guinea
Ecuatorial. España no le vendió nuestra tierra a nadie. No somos esclavos ni
braceros de ningún déspota. Muchos tuvieron que huir, otros jamás pudimos
volver, los hay que penaron en los calabozos del dictador y tristemente,
también, los que nunca verán el triunfo de la libertad por la que lucharon.
Estas cosas me hacen apretar los puños y contener mi rabia.
Entiendo que hay mucho ignorante
y hasta los que prefieren no pensar en nada con tal de que los dejen en paz.
Muchos creen que el tirano es un padre y su mujer la madre. A mí, me parece,
que estos sátrapas no han aprendido nada de la historia. No cabe duda de que
las cosas pueden cambiar y la mayoría de las veces no es como uno se lo imagina
¿Recuerdan esto?: El juicio a Nicolae y Elena Ceaușescu. Pues ocurrió y fue
llevado a cabo el 25 de diciembre de 1989 por un tribunal militar y organizado
por el Consejo del Frente Nacional de Salvación que terminó con la ejecución
del dictador rumano y su esposa. La mujer se encaraba con un joven soldado al
que le exigía que la soltase y que si no sabía que ella era su madre y su
marido, el dictador rumano, su padre ¿les suena a algo?
Tienen la cara muy dura y van a
organizar otra farsa de elecciones. Ya no engañan a nadie. Nosotros, los del
Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, nos negamos a participar en
semejante tomadura de pelo. Bueno, tampoco nos dejarían presentar a nuestros
candidatos y seguramente que nos impedirían hacer campaña, explicar nuestro
modelo económico o social. Ellos no quieren que nadie les fiscalice ni que
compitan en igualdad de condiciones. A ellos les gusta el fútbol, pero con el
otro equipo sin portero y los jugadores con los ojos vendados y las piernas
atadas. Así, igual ganan.
Son una vergüenza de guineanos.
La democracia es paz social y
Justicia. La voz del pueblo es desde donde emanan las órdenes que los políticos
han de cumplir. Nosotros, el pueblo, somos soberanos y no pertenecemos a un
ejército de esclavos que ha de hacer lo que el amo quiera.
Yo entré en política para decir
¡basta! Me uní a mis compañeros para cambiar las cosas. Hay que acabar con los
privilegios de unos pocos sobre el resto de los habitantes. Vamos a luchar por
la igualdad de oportunidades y por la solidaridad con los que más difícil lo
tienen.
Está en nuestras manos cambiar el
curso de esta siniestra historia. El 20 de noviembre vamos a decir NO a esta
nueva gran estafa. No seremos cómplices de vuestros oscuros negocios. Ya no
engañáis a nadie. Nosotros, el pueblo de Guinea Ecuatorial, aspira a ser libre
y decidir como enfrentarse al futuro y eso pasa porque vosotros os vayáis de
una vez.