Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del
Progreso de Guinea Ecuatorial
Hace unos días recibí el correo de una mujer guineana que me indicaba, antes de nada, que simpatizaba con el Partido del Progreso. Se trataba de un texto largo en que el que me comentaba las dudas que tiene sobre el futuro inmediato de nuestro país y de cómo en las discusiones que tenía le llegaban conceptos que no terminaba de entender. Me he tomado mi tiempo y creo que es bueno que tengamos claro, en primer lugar, hacía dónde vamos. Nuestro objetivo es que no se repitan los modelos de Gobierno dictatoriales y que podamos alcanzar la democracia representativa.
Su escrito está cargado de palabras
que funcionan como interruptores que terminan por meterla en un laberinto de
difícil salida. Me habla de democracia a la africana, del neocolonialismo o de
la pesada herencia de violencia y sometimiento que supuso para el pueblo de
Guinea Ecuatorial la ocupación española, así como las distintas etnias y
lenguas que habitan Guinea Ecuatorial. Por lo que me traslada, ella no había
nacido cuando España abandonó nuestro país, pero aún así parece sentir esa
herida, ese dolor sin cicatrizar. La verdad, no es nuevo este tipo de discursos
que hablan de culpables ya desaparecidos, de situaciones nunca vividas y de
historias que se repiten en bucle sin solución posible.
Es muy difícil convencer a
alguien de lo buena que es una herramienta cuando esa persona jamás la ha usado,
no la conoce y además no sabe ni para qué sirve. El que no sabe es como el que
no ve. Es muy importante tener claro lo que queremos y la manera que estamos
intentando hacerlo realidad.
Hay infinidad de formas de hacer
las cosas, pero no nos engañemos. No hay ingenieros que hacen obras a la
africana ¿qué es eso? Un puente es un puente aquí y en Bata. No hay medicina a
la africana ¿queremos un médico o un hechicero? Creo, sinceramente, que los
guineanos saben de que se trata la democracia y que sabrán elegir al mejor
candidato cuando llegue el momento.
Todos tenemos la responsabilidad
de hacer que el tránsito de esta etapa sórdida y escalofriante deje paso a un
Gobierno del pueblo. Las familias quieren tener un sitio digno donde vivir.
Hacen falta escuelas, comedores infantiles, hospitales, centros de salud y
servicios públicos adecuados como electricidad, agua potable, saneamientos. Los
habitantes de Guinea Ecuatorial han de poder estudiar, formarse, establecer su
negocio o empresa, ser contratados y saber que hay igualdad de oportunidades.
Los guineanos tenemos que ser iguales ante la ley. No puede determinar el
futuro de nadie nacer en una familia o un lugar determinado. La Justicia ha de
garantizar los derechos de los ciudadanos y no tolerar los abusos de poder ni
la violencia de los más fuertes. No tiene más razón el que más chilla o el que
“dialoga” con una pistola encima de la mesa.
Aprovecho la ocasión para
dirigirme a todos los compatriotas. Estamos trabajando muy duro para que la
dictadura abandone su soberbia y facilite el tránsito a una democracia moderna,
civilizada y lo que es más importante, posible.
Nadie debería tener miedo. Hemos
de construir nuestro país sobre los cimientos de la educación y el respeto.
Dejemos la historia para los historiadores y pongamos todo nuestro talento para
encontrar soluciones a los graves problemas que sufre el país. Necesitamos
calidad de vida, oportunidades, que nos apoyemos los unos a los otros. Tenemos
la posibilidad de construir la Guinea Ecuatorial que pudo ser y que se hundió
en el barrizal pantanoso de la tiranía, la autoridad mal entendida, la
corrupción, el desengaño y el desprecio.
Ha de llegar el día en el que nuestros
niños estudien para ser los futuros dirigentes del país, el relevo natural de
buenos profesionales y los que garanticen el no retorno de los tiempos del odio
y la crueldad.
Guinea Ecuatorial cuenta con las
mejores personas, recursos suficientes y una situación geográfica que es una
bendición de la naturaleza. Solo necesitamos buenos gestores y profesionales
comprometidos con el futuro de nuestra Patria.
Lo repito, estoy seguro de que
nuestra sociedad está suficientemente preparada como para emprender la aventura
de la democracia. No somos unos pobres miserables a los que hay que tutelar.
Sabemos sacar a nuestras familias adelante y somos un pueblo pacífico,
solidario y entregado capaces de grandes obras.
La dictadura ha de actuar con
sentido de Estado y no dejar que esta oportunidad se pudra o que cristalice en
alternativas violentas. Podemos encontrar la salida si todos ponemos de nuestra
parte.
Está en nuestras manos. Somos
responsables del futuro que nos espera. Nadie nos va a regalar nada. Es un
trabajo que hemos de hacer entre todos. No echemos la culpa a los demás. Esta es
nuestra hora y la responsabilidad es de todos y de cada uno.