miércoles, 24 de junio de 2020

DEMOCRACIA Y MULTICULTURALIDAD


Redacción El Confidencial

En esta nueva entrega intentaremos defender porqué la democracia es el único sistema de gobierno que es tolerante con las diferentes sensibilidades etnográficas. 

La historia nos demuestra que los líderes políticos autoritarios han tendido a utilizar el argumento nacionalista para justificar la segregación y el abuso de poder. Con esto no estamos diciendo que la naturaleza misma del nacionalismo tenga carácter autoritario. Existen múltiples ejemplos de grupos etnográficos diversos que han sabido reconocerse en la diferencia y articular un sistema de convivencia que les permita gobernarse de forma pacífica y equitativa. 

Los regímenes autoritarios, como el perpetrado por Teodoro Obiang, persiguen la diferencia porque supone la pérdida de la justificación irracional -a veces divina- de los mismos. También en tanto que significan una pérdida de control de la población. Y lo más importante, porque en el diferente encuentran la figura que todos los dictadores ansían: el excluido, el paria, el diferente, el culpable de todos los males, en su forma más idealizada, el culpable de que no podamos vivir en democracia.

Durante siglos, los sociólogos y politólogos se han esforzando en elaborar planes para articular la diferencia dentro de las sociedades democráticas. Está claro que en estas la discriminación no se hace en forma de persecución, sino que toma otro cariz, más subjetivo. Las minorías étnicas dentro de las democracias modernas corren el riesgo de ser excluidas de las instituciones, olvidadas económicamente, ignoradas en el aspecto cultural, etc. Todas las políticas multiculturales están encaminadas a reconocer esas diferencias y darles cabida en el diseño institucional. Estas pueden ser más simbólicas, más orientadas a la protección económica o centradas en el aspecto político, como mayores cuotas de representación, descentralización de los instituciones y centro de poder, cogobierno, fueros… 

La democracia desarrolla mecanismos para incluir a las minorías y para evitar que unos grupos étnicos determinados subyuguen a los otros. Es sensible a las prácticas culturales siempre que estas no supongan una violación de los derechos humanos. Genera marcos de convivencia que minimizan la lucha de poder de los diferentes grupos porque les otorga vías para el debate político y gestión de la disparidad de intereses. Por ese motivo Severo Moto nunca preguntaba a los nuevos militantes que se incorporaban al partido de qué etnia y a qué grupo social pertenecía, se incorporaba al proyecto como uno más. 

Tanto en el Consejo Nacional del Partido del Progreso, como en su Comisión Permanente, están presentes personas de diferente etnias, de diferentes grupos sociales y de zonas geográficas distintas. Crear un proyecto común fuerte, formado por diferentes grupos sociales, capaz de defender los derechos de todos, respetar y defender el acervo cultural de cada grupo, era la mejor forma, según Severo Moto, de acabar con la marginación y la exclusión económica, social y cultural.

Sin embargo, creer que puede haber en la alternancia de las etnias en el poder una mayor representación o justicia es algo empobrecedor. El turnismo es caciquista y provoca que se instauren dinámicas revanchistas que generan rencores y ponen en jaque la convivencia. Es decir, nos devuelven a la dictadura, de la que tanto nos está costando salir.

El acuerdo a priori de todos los grupos y partidos de una determinada zona para imponer a un presidente, "suyo", y excluir a otro, por el simple hecho de no pertenecer a esa zona geográfica, es caciquil, antidemocrático y hasta dictatorial. 

Guinea Ecuatorial tiene muchos retos por delante. Sin duda uno de ellos es el de la provisión de un sistema constitucional que garantice y reconozca las diferencias y que genere un lugar para cada grupo, pensando en la equidad y no tanto en la igualdad. Pero también tiene dilemas en la política interna que deben ser resueltos. Una distribución del poder que atienda a las diferencias etnográficas será más eficiente en la implantación de los sistemas de salud, del tejido industrial, de la educación, etc. 

Del mismo modo, pensemos por un momento en la fragilidad de la nueva Guinea democrática, mientras intenta recomponerse de años de dictadura y desgobierno. Es urgente que se desarrollen mecanismos para acabar con la corrupción y la idiosincrasia de Obiang. También que se garantice la separación de poderes y la igualdad de condiciones en la concurrencia a las elecciones. 

Por último la nueva Guinea democrática tendrá que aprender a competir en un mercado globalizado con los estados cada vez más agregados en unidades supranacionales de libre comercio. Y en este contexto, las empresas buscarán la forma de sacar partido de la fragilidad democrática del país. 

Todos estos desafíos pueden ser abordados con mayor éxito si el país permanece unido. La división por motivos étnicos y/o nacionalistas puede parecer atractiva para diferentes grupos, pero, a la larga, ninguno se verá beneficiado por la atomización. En vez de eso, es preferible buscar vías de entendimiento, encajes democráticos originales y sólidos, mirarse en el espejo de las grandes democracias occidentales y encontrar soluciones que conjuguen la pluralidad con la cohesión necesaria para abordar este reto.