viernes, 3 de abril de 2020

DESDE LA BARRERA. SEVERO MOTO Y EL CORONAVIRUS

 

Mis responsabilidades en el ámbito laboral me han llevado a muchas partes del mundo. Mis cometidos son variopintos y lo mismo me encargan un informe externo, una auditoría financiera o como reajustar equipos de trabajo para que cumplan con eficacia los objetivos del proyecto que tienen encomendado. Mis visitas no suelen ser de larga duración, pero me ofrecen una perspectiva muy precisa de lo que ocurre en los lugares a los que viajo. Ahora, como casi todo el mundo, estoy en mi domicilio a causa de los protocolos impuestos con el fin de frenar este enloquecido ciclo de contagios por coronavirus. Los hospitales ya están colapsados y se suceden las estrategias de confinamiento de la población y la activación de todos los recursos públicos para paliar las demoledoras consecuencias de esta pandemia.

Me paso el día delante del ordenador y desde aquí hablo con mis colaboradores, amigos, clientes y compañeros de trabajo. No es como en la oficina. En casa uno echa todas las horas del día y aún parece que te falta tiempo. Uno de mis últimos viajes antes de que se desatara esta infección fue a Malabo para un asunto delicado de una empresa española. En Guinea Ecuatorial, será por el idioma o por esa cercanía que tenemos españoles y guineanos, hay bastantes intereses en juego desde las Obras Públicas como con empresas relacionadas con la agricultura e incluso la pesca y no hablemos del petróleo que mueve mucha actividad. No faltan, como no puede ser de otra forma, los grupos dinamizadores de la cultura, los asistenciales y como no, los religiosos. Siempre que viajo a Malabo me encuentro con españoles que a fuerza de vernos en los mismos lugares ya casi forman parte de mi grupo de conocidos. Es curioso, pero siempre solicito que me asignen el mismo conductor que me recoge en el aeropuerto. Es el que me trae y me lleva a los sitios que preciso. Quizás es la persona con la que más confianza tengo. Me ha costado ganármela y siempre que viene a recogerme al aeropuerto se alegra sinceramente de verme algo que es recíproco. Me llama señor Manuel y arrastra las erres de una forma muy singular que me hace mucha gracia. “Señor Manuel, yo tengo familia en “Zarragoza” y cuando pueda me gustaría ir a visitarles”. Hablamos de todo un poco en nuestros trayectos. Es más, si he quedado con alguien en alguna oficina o en el restaurante de un hotel me quedo con Zacarías hasta que llega la hora de la cita en vez de entrar a tomar algo y esperar. Me agrada su conversación y solvencia en los temas que tratamos. Sin embargo, entre los españoles que frecuento hay de todo. Los hay muy soberbios y distantes; envidiosos y celosos; corruptos y viciosos; clasistas y también mucha gente normal que hace su trabajo y punto.

                             Severo Moto y Armegol Engonga 
Se me atragantan los que tienen conocidos en la Administración de Obiang, como si eso fuera un mérito. Orgullosos de participar en sus fiestas o las de repartirse comisiones que salen de sobreprecios y otras delictivas fórmulas que muchas veces me toca atajar. La corrupción es moneda de cambio en este mundo siniestro de gente falsa e interesada. 
No suelo admitir que me pongan un coche y siempre que puedo solicito los servicios de Zacarias que a los efectos me es mucho más gratificante que depender de personas que no conozco y que no me conocen.
Hoy, en casa, recibo un mensaje de mi chófer guineano y me dice preocupado si es verdad que el opositor, disidente y exiliado, Severo Moto, está en estado grave en un hospital de Madrid. Yo, la verdad, no sé que decirle y le prometo que me voy a mover a ver si doy con una información fiable y seria sobre el particular y que ya le responderé. Me llama la atención la preocupación de Zacarías que nunca me había hablado de política y que siempre se ha mostrado sumamente discreto. Será por eso por lo que cuento con él. Al rato, a los quince o veinte minutos, me llega otro mensaje suyo con una grabación de una especie de noticiero en el que una voz en off informa que Moto está grave en una Unidad de Cuidados Intensivos afectado por este virus que tantas muertes está causando. En la locución ponen al pobre Severo Moto de golpista, presidente de un partido ilegalizado y no se cuantas cosas más. Es como si desearan la muerte del más representativo de la oposición a la tiranía guineana. Es increíble que hablen así de un exiliado en un país gobernado por un sátrapa medio analfabeto. 
Yo, he tenido la oportunidad y por qué no decirlo, la suerte, de coincidir con Moto en varias ocasiones y siempre me ha parecido un hombre honrado, bueno, pacifista y patriota. Conozco más a gente de su entorno, tanto españoles como guineanos así que tiré de agenda para llamar al vicepresidente del Partido del Progreso, Armengol Engonga con el que me une lazos de amistad tanto con él como con su familia. 
Armengol es un profesional que se ha forjado en España y que ha alcanzado un reconocimiento palmario de sus superiores, compañeros y colaboradores. Hemos coincidido en seminarios europeos, el último en Varsovia dónde él encabezaba una delegación española en un proyecto sobre agricultura en la Unión Europea. Todo un personaje.
Armengol Engonga en Varsovia,  junto a los representantes de la 
asociación de empresarios de Toledo 

Hace como tres horas que hablé con él y con su permanente sonrisa me dijo que cómo me dejaba llevar por unas informaciones que nacían en el mismo epicentro de la tiranía “¿Qué van a decir, Manuel?” y la verdad es que tiene toda la razón. Me comenta que es una maniobra recurrente y cíclica. Aprovechando que el foco está en la afección que está causando tantísimos fallecidos, esta gente, como carecen de escrúpulos, generan confusión con esta falsa noticia. Es absurdo, me dice Engonga, pues hay cosas que no se pueden ocultar y, además tarde o temprano se sabría la verdad. 
El vicepresidente del Partido del Progreso me cuenta que antes de que yo termine este pequeño artículo, ya habrán subido a Internet un vídeo con unas palabras de Severo Moto. Dicho y hecho. Acabo de ver al dirigente guineano dirigirse a los habitantes de Guinea Ecuatorial en un tono y con un talante que ya lo quisieran para sí los corruptos dirigentes de un régimen que está dando sus últimos estertores. Me alegro de que Moto esté bien.
Por otro lado, a lo largo de la conversación que he mantenido con Engonga me ha llamado la atención del respeto que tienen no solo al presidente sino a la estructura del Partido y a su objetivo final que no es otro que el de llevar la democracia a una población secuestrada por un clan, una familia o una banda que maneja los resortes de la violencia y la represión. 
La diferencia entre Severo Moto y Teodoro Obiang Nguema es muy sencilla; Moto construyó una organización política que le sucederá y Obiang solo dejará miseria cuando muera. El Partido del Progreso cuenta con equipos dirigentes y técnicos capaces de darle continuidad al proyecto mientras que la tiranía de Obiang, cuando este desaparezca, se autodestruirá sin miramientos.
Moto ha basado su proyecto en un equipo de dirección responsable que tiene un fin y es el de elevar el nivel de vida de los guineanos. Obiang y su banda solo han perseguido el lucro personal al precio que sea.
La historia pondrá a cada uno en su lugar. Celebro que el dirigente opositor, Severo Moto, esté sano y vital. Es una pena que un país con una pequeña población, con paz social y generosos recursos esté en manos de elementos tan primarios e incompetentes. Son como la típica banda de malos que van armados y drogados y de los que hay que huir. Yo, cruzo los dedos, siempre he tenido suerte y nunca he tenido que negociar nada con ellos, pero conozco sus estrategias, como corrompen a sus colaboradores y la total ausencia de educación en sus relaciones con los demás. Sus complejos, la falta de educación y preparación la suplen con un uso desmedido e indiscriminado de la violencia. 
Cuando le conté todo esto al bueno de Zacarías, se alegró infinitamente. Qué curioso, es un hombre del Partido del Progreso y nunca lo supe. Jamás me dijo nada hasta esta mañana. Supongo que como él habrá mucha más gente en el interior del país. Me da la impresión que ven cercano el final de la oscura era de Obiang Nguema. Ojalá.