Editorial El Confidencial
Guinea Ecuatorial está pasando en estos momentos por una terrible situación, atrapada en una
dictadura violenta -ya en descomposición- y que, como en todos los finales de ciclo,
ha iniciado una loca y suicida huida hacia adelante, con dramáticas consecuencias para los guineanos.
Día a día nos vamos enterando de violentos asesinatos, robos en plena calle, episodios de violencia y escenas de crueles torturas, llevados a cabo por miembros del aparato represor de la dictadura. La vida en nuestro país se ha convertido en insoportable, allí nadie esta seguro. Junto a esto, nuestro pueblo atraviesa por una situación económica sin precedentes: cierre y reducción de plantillas de muchas empresas, altos índices de paro, miseria y, sobre todo, una espiral de corrupción entre los gobernantes, como nunca se había visto.
Mientras tanto, estamos viendo como todos los componentes del clan familiar de Obiang y allegados, siguen acaparando todo nuestro dinero, despilfarrándolo en lujos y fiestas, o escondiéndolo a buen recaudo, dentro o fuera del país.
Esta perversa dictadura siempre se ha caracterizado por tener un gran desprecio a los guineanos, para ellos la gente es un mero instrumento, vasallos a su servicio y carne para su lujuria. Por ese motivo nuestros dirigentes están incapacitados para hacer algo mínimamente bueno para el futuro de nuestro pueblo. De ellos no podemos esperar nada decente, seguirán con sus asesinatos, sus robos, sus violaciones y sus torturas, hasta que algún día, superado nuestro miedo, saldremos todos a las calles para echarles definitivamente del poder.
Como si no tuviéramos bastante con un dictador, ahora tenemos que soportar a otro: al depuesto dictador gambiano Yahya Jammeh. Un molesto huésped que empeora mas, la ya dicidil situación por la que atraviesa Guinea Ecuatorial. El derrocado dictador gambiano, no viene solo: ha traído su dinero, su cohorte de sirvientes, su aparato de seguridad, sus mercenarios y su olor a muerte. A nuestro país ha trasladado su "infraestructura criminal" para boicotear la incipiente democracia de su país y quien sabe, si no, para recuperar el poder. Su presencia en Guinea Ecuatorial es un peligro para nuestra convivencia y una auténtica bomba de relojería que le puede estallar en cualquier momento a Obiang en su propia cara.
Al régimen dictatorial de Obiang solo le quedan dos posibles salidas: abandonar el país de forma voluntaria o esperar a que le echen. Existen dos precedentes en nuestro Continente, cercanos en el tiempo, que encajan en estas dos opciones: Túnez, en su Presidente Ben Alí, que abandonó el poder camino del exilio y Libya de Gadafi, cuyo dramático final de todos es conocido.
Lo acaecido en Gambia establece un precedente y -http://geconfidencial.blogspot.com.es/2017/01/gambia-un-precedente-en-el-contienete.html- apunta a una posible tercera vía, que puede ser válida para aplicar a nuestro país. La Comunidad Internacional debe entender que el régimen de Obiang Nguema, igual que el de Jammeh, no tiene legitimidad alguna. Comenzó con un golpe militar, negándose a entregar el poder a los civiles y continuó manipulando todas y cada una de las elecciones que ha convocado.
La solución por la que apostamos en el Partido del Progreso es el abandono del poder, mediante una salida negociada, forzada por países como, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y algún país de la zona (¿Nigeria?)..., con presencia de la oposición y de Obiang Nguema. A continuación, amnistía general para los presos políticos, regreso de los exiliados, legalización de los partidos políticos y convocatoria de elecciones generales, supervisadas por estos países.
La transición la han de iniciar los partidos políticos que hayan obtenido representación en la Asamblea. Estos pueden invitar a otros partidos no representados, incluso a los diferentes agentes sociales. Ningún partido político debe arrogarse la representación sin haber sido elegido antes por el pueblo. No tener en cuenta esta premisa, equivale a pensar y actuar como el propio Obiang.