Juan Cuevas, PPGE
La creciente influencia de China en Guinea Ecuatorial no solo representa una amenaza económica, sino también un desafío significativo para el futuro democrático de nuestra nación. El modelo económico chino, basado en asfixiar a los países receptores mediante créditos a largo plazo, ha generado una preocupante dependencia financiera que compromete nuestra soberanía. Esta estrategia, diseñada para asegurar el control de puertos, aeropuertos y otros recursos estratégicos, es un ejemplo de cómo el gigante asiático está cimentando su influencia global a costa de las naciones más vulnerables.
La Estrategia China: Economía como Herramienta de Dominio
A diferencia de otras potencias, China no prioriza la fuerza militar directa, sino el poder económico. Su enfoque se centra en crear tejido empresarial propio en los países donde establece su presencia, consolidando comunidades que se mimetizan superficialmente con la sociedad local, pero sin integrarse verdaderamente. Este patrón, que hemos visto en más de 100 puertos estratégicos de todo el mundo, podría eventualmente sentar las bases para una presencia militar encubierta, disfrazada de apoyo logístico y comercial.
En África, y específicamente en Guinea Ecuatorial, esta estrategia se traduce en una preocupante dependencia financiera. Entre 2000 y 2022, los préstamos chinos al país ascendieron a 3.100 millones de dólares. Aunque estos fondos se destinaron a infraestructuras clave como energía, agua potable y vivienda, los costos ocultos de estas inversiones son evidentes: la deuda con China ya representa casi el 50% de nuestro PIB, hipotecando generaciones futuras y limitando nuestra capacidad de tomar decisiones soberanas.
Además, Guinea Ecuatorial se ha convertido en un punto estratégico en los planes geopolíticos de China en el Golfo de Guinea, una región rica en recursos naturales y con un tráfico marítimo clave para el comercio internacional. China ha mostrado un interés creciente en establecer una base naval militar en nuestro país, similar a la que ya tiene en Yibuti, en el Cuerno de África. Esta instalación, de concretarse, no solo fortalecería la influencia china en el Atlántico, sino que también aumentaría su capacidad para proyectar poder militar en la región, poniendo en riesgo la estabilidad y la soberanía de los países del golfo.
Un Peligro para la Democracia
La presencia china no es solo una cuestión económica. El Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE) ha señalado que el régimen de Obiang, al abrir las puertas del país a este gigante asiático, está comprometiendo aún más nuestro futuro. La deuda masiva, sumada a la falta de transparencia en los acuerdos con China, representa una amenaza para cualquier intento de transición democrática. Una Guinea Ecuatorial sometida a los intereses chinos encontrará extremadamente difícil liberarse del yugo de esta dependencia.
El hermetismo informativo que rodea las actividades chinas en Guinea Ecuatorial también es motivo de preocupación. La posibilidad de que se concrete la instalación de una base naval en nuestro territorio plantea serias dudas sobre el propósito real de la presencia china en el país. Mientras que públicamente se habla de cooperación económica y desarrollo, en realidad podríamos estar asistiendo a una estrategia de militarización encubierta con graves implicaciones para nuestra soberanía y nuestra seguridad.
La Necesidad de un Cambio
La creciente influencia de China en Guinea Ecuatorial es una advertencia para todos. Si no se toman medidas urgentes para limitar esta dependencia y garantizar la soberanía de nuestras decisiones económicas y políticas, el país se arriesga a quedar atrapado en un modelo de neocolonialismo económico. La posible presencia militar china en nuestro territorio es un recordatorio de los riesgos de permitir que una potencia extranjera controle sectores estratégicos clave.
Es fundamental que los ciudadanos, así como los partidos comprometidos con el futuro democrático, exijan transparencia y responsabilidad en los acuerdos internacionales. La soberanía de Guinea Ecuatorial no debe estar en venta, ni sus recursos ni su ubicación estratégica deben ser utilizados como moneda de cambio en el juego de poder de las grandes potencias.
El tiempo de actuar es ahora. No podemos permitir que la dictadura deje un legado de deudas impagables y un país entregado a intereses extranjeros. La lucha por la democracia también pasa por proteger nuestra soberanía económica y garantizar un futuro donde las decisiones las tomen los ecuatoguineanos, no poderes externos. Solo así podremos evitar que Guinea Ecuatorial se convierta en un peón más en el tablero de la geopolítica global.