sábado, 13 de julio de 2024

Reflexiones sobre el Futuro de Guinea Ecuatorial

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

 


Los pueblos evolucionan y aprenden de sus errores, o al menos eso espero. Nuestra historia es corta, si la comparamos con otras latitudes, y quizá menos dramática que la de aquellos pueblos que han enfrentado invasiones, guerras terribles, expolios, extraordinarias plagas o infames gobiernos. El ciclo de la vida hace que cada día esconda una sorpresa para cada uno de nosotros y esta puede ser buena o no. Afortunadamente, no hemos sido golpeados por esas olas de violencia, guerras cruentas, enfermedades pavorosas o pesadillas como las catástrofes naturales que han padecido otros humanos, tales como tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes o terremotos. Hemos vivido, muy al margen de esas tremendas tragedias que se llevaron por delante, de la peor manera, incontables vidas humanas. Pueblos enteros de África sufrieron la persecución despiadada y caza de los esclavistas y, si miramos el mapa colonial de nuestro continente, casi debemos agradecer que España fuera nuestra metrópoli.

 


Tenemos mucho por hacer. Casi diría que tenemos que empezar de cero. Los españoles se fueron, pero nos dejaron el veneno de los más violentos y corruptos que de manera bestial se hicieron con el poder y hasta hoy. Nadie ha hecho más daño a Guinea Ecuatorial que esta gente que vivía con nosotros, capaces de quitarles el pan de la boca a los más pequeños y a los indefensos. Muchos no olvidamos a aquellos que alzaron la voz ante las atrocidades y en el mejor de los casos tuvieron que irse, porque muchos fueron silenciados o sencillamente desaparecieron. Tenemos en nuestro recuerdo a los que han muerto. Desde aquí, nuestro emocionado homenaje y todo nuestro respeto. Si llegamos a la democracia habrá sido por el espíritu de sacrificio de todos ellos y no lo vamos a olvidar.

 


Nuestro pueblo no ha crecido tras cruentas invasiones, cruce de mil razas, guerras civiles o mundiales. Hemos padecido, como cualquier ser humano, las idas y venidas de la historia, pero nada que ver con las enfrentadas por otras naciones. Es cierto que muchos tuvimos que huir de nuestra tierra y dejar atrás a la familia y al lugar que nos vio nacer. Es cierto que se instaló en el poder personajes que no serían nada si no controlasen la violencia. Ellos han podido hacer lo que querían. El dinero del pueblo se lo han quedado ellos y si alguien alzaba o alza la voz, se acabó. Han vivido sin ser molestados mientras ellos molestaban a todos e impedían el crecimiento al que como pueblo tenemos derecho. Esto, finalmente, va a terminar ya y son muchos los que ya se han dado cuenta de ello. Se les acabó el tiempo.

 


Como he dejado por escrito en otros artículos, el fin de la tiranía no acaba con el problema de Guinea Ecuatorial. Atentos, porque muchos pondrán palos en las ruedas para evitar que el país se levante. Otros seguirán interesados en que la ley del más fuerte sea la única respetada. Ojo, aparecerán falsos profetas con soluciones mágicas para conseguir llegar al poder, pero con el firme propósito de quedarse para vivir de todos nosotros.

 


Durante años, en el Partido del Progreso, hemos estudiado fenómenos similares que se han dado por todo el mundo. El fin de una dictadura no siempre se traduce en la venida de la democracia. Hay países que han acabado con una dictadura y se ha instalado una tiranía. Otros pasaron de una mala democracia a un régimen comunista, como Cuba o Nicaragua, y ya nunca más volvieron al lenguaje democrático, de urnas y elecciones libres. Esto no es una fórmula matemática.

 


En Guinea Ecuatorial, el dictador ha declarado que actualmente hay una situación urgente que debe abordarse antes de suspender el pago de la nómina a los funcionarios del Estado. Este caradura reconoce que se avecinan tiempos muy difíciles y admite que su gobierno ha caído en quiebra técnica económica debido a la extraordinaria corrupción sistémica que él mismo instauró hace 45 años. Es increíble si no fuera por las pruebas fehacientes que existen.

 


El dictador y su familia tienen una tremenda desfachatez. Habla como si no fuera el principal responsable de la situación, donde todos son culpables menos el gran timonel. Este sinvergüenza piensa que nombrando una comisión económica lograrán el milagro de recuperar todo el dinero que han robado y que mantienen en paraísos fiscales o en efectivo en sus casas. Además, han despilfarrado enormes cantidades de dinero, él, su familia y todos los miembros de su partido, dejando las arcas del Estado absolutamente vacías. No se puede caer más bajo.

 


Desde el Partido del Progreso, invitamos al presidente Teodoro Obiang a que se retire cuanto antes junto a su familia a vivir en su pueblo Mongomo, que tanto le gusta, o donde él elija. Que renuncie al poder de forma irrevocable, porque lo peor para él está por llegar, según ha reconocido recientemente. Cuando el pueblo tome conciencia de que este hombre ha hipotecado nuestro futuro, que es un soberano inútil al frente de nuestra república, un asesino y un verdadero incompetente, será demasiado tarde. Pero antes de irse a su casa, debe firmar un decreto ley para la transición política en Guinea Ecuatorial y, por supuesto, debe pedir perdón al pueblo.

 


Aunque la democracia es posible, no va a ser fácil. Si realmente queremos una democracia, debemos implicarnos todos y dejar aparcados los intereses particulares. Será un largo camino, pero lo podemos conseguir. Tenemos que crear, por nuestro bien, una sociedad exigente. Tenemos que desterrar el terror y el miedo. Debemos dar seguridad y certeza a la gente. Juntos podemos hacerlo. Es nuestra oportunidad de salir de la espiral de dictaduras que han caracterizado Guinea Ecuatorial desde que los españoles se marcharon y nosotros abrazamos la independencia.

 


Como siempre digo, nuestra historia y nuestro futuro están en nuestras manos. Con unidad, compromiso y una visión clara, podemos transformar Guinea Ecuatorial en una nación democrática y próspera, donde cada ciudadano pueda vivir en paz y dignidad. La tarea es ardua, pero con determinación y esfuerzo, lograremos el cambio que todos deseamos.