Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
El régimen despótico de los Obiang se viene abajo como un castillo de naipes. No hay continuidad posible en el reino de los despropósitos. Los amigos del padre no lo son del hijo y los amigos de la madre gozan de la misma simpatía. El régimen se hunde en su propio lodazal y todos son enemigos de todos. Cuando las aguas se calmen, lamentarán no habernos hecho caso cuando les brindamos la oportunidad de una transición sin traumas ni violencias.
Está visto que ni todos los
jueces son corruptos ni tampoco los policías o miembros de los servicios de
inteligencia españoles. No cabe duda que el hijísimo de Obiang gozó de favores
judiciales, era poco menos que intocable y que montó, según denuncia la prensa
española, su cuartel general en Marbella desde donde operaban sus sicarios. En
España hacía lo que quería y se movía con total libertad. Tiene propiedades,
dinero para financiar sus tropelías y hasta cierta protección gubernamental. Es
ridículo, pero es así. Conocidos dirigentes de este país están a sueldo del
sátrapa guineano desde hace décadas. Me ahorro los nombres porque se trata de
algo conocido por todos.
Nadie es inmortal y la
inmoralidad dura mientras es rentable. Hay mucha gente repugnante y sin
escrúpulos desde jueces hasta matones barriobajeros. La tozuda realidad es que
cuando declina el poder de los tiranos son estas ratas las primeras en abandonarlos y se convierten en una señal inequívoca de que se está acabando este modelo
inmoral de corrupción, robo, ineficacia y violencia. Se está terminando una pesadilla
que nació con la independencia de nuestro país y que, aunque agoniza, está
dando sus últimos estertores amenazando con más violencia y represión.
Es una lástima que no atendieran
a la llamada de los opositores, disidentes y exiliados. Nosotros les hubiéramos
ayudado a posibilitar una transición civilizada y tranquila. Bien, ellos
prefieren hacer las cosas a “la africana”. Es penoso, pero así es como piensa
esta gente. Muchos años después de la declaración de la independencia de Guinea
Ecuatorial aún estamos sometidos a las arbitrariedades de una familia soberbia
e iracunda que impide el libre y normal desarrollo de nuestro pueblo.
No me cabe la menor duda de que
los guineanos nos vamos a liberar de estos personajes mafiosos y malvados que
han dilapidado las riquezas de nuestra nación y que nos han impedido labrar un
futuro en paz. Más pronto que tarde se abrirán las ventanas y se ventilarán
vuestros cubículos apestosos de corruptelas y sádicos proyectos. Habéis nacido
para el mal y no habrá quien os tienda una mano. Los que ayer os reían vuestros
chistes, los que aplaudían hasta con las orejas, se van silbando, mirando para
otro lado con la vaga esperanza de que no les relacionen con vosotros. Sois una
vergüenza y no representáis los valores de la gente de Guinea Ecuatorial. Lo
único que hemos pedido desde la disidencia es, respeto. Respeto a nuestra
integridad, a los derechos que todas las personas tienen; respeto para
emprender, para educar a nuestros hijos o para vivir en entornos libres de
enfermedades ya superadas. Tenemos derecho a que los recursos de todos se
inviertan con eficacia y honradez, pero nada de eso habéis hecho. Pasaréis a la
historia como una banda de matones, sucios ladrones y gentuza cargada de vicios.
Habéis condenado a generaciones a tener que buscarse la vida en una dolorosa
desigualdad. Muchos tuvimos que huir de vuestra violencia e incompetencia. Tened
claro que no vamos a olvidar el maltrato al que habéis sometido a nuestro país.
Tuvisteis una oportunidad y nos tratasteis con desprecio. No os preocupéis, os
estamos esperando.
En el fondo vais a tener suerte,
la que muchos nunca tuvimos. No somos como vosotros. No creemos en la venganza
ni en el rencor. Si los hombres y mujeres de nuestra tierra quieren, nos
esforzaremos para sacarla adelante, facilitar la prosperidad y el desarrollo,
defender a todos exigiendo la igualdad ante la ley, así como una sanidad
pública de calidad. Defenderemos el derecho de nuestros jóvenes a enfrentarse a
la vida con buena formación y herramientas que los iguale a los de los países
más desarrollados. Está en nuestras manos. Todo está por hacer. El pueblo de
Guinea Ecuatorial puede con este reto de ser el auténtico dueño de su destino.