ABC: Obiang se perpetúa en el poder con unas presidenciales sin garantías
Silvia Nieto ABC, Madrid 20-11-22
El presidente de Guinea Ecuatorial concurre a las elecciones tras 43 años al frente de uno de los países más corruptos de África, sin que la oposición tenga posibilidades reales de ganar
Que mucha gente se ponga de acuerdo no es lo habitual, por lo que los porcentajes demasiado elevados causan un poco de estupor y bastante desconfianza. Guinea Ecuatorial celebra hoy elecciones presidenciales, legislativas y municipales, pero no lo hace con la expectación que corresponde a una cita de esas características, sino con la desesperación que provoca conocer el futuro y no poder cambiarlo. Según datos oficiales, su presidente, Teodoro Obiang Nguema, de 80 años, ganó las presidenciales de abril de 2016 con el 93,5 por ciento de los votos. No se espera que hoy obtenga un resultado muy inferior, pues las fuentes consultadas apuntan a que el mandatario, que llegó al poder en agosto de 1979 con un golpe de Estado, desea perpetuarse.
«Para nosotros, las elecciones son ilegales e ilegítimas», explica Armengol Engonga Ondo, de 72 años, presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial. «No le doy mucha importancia a estas elecciones, no creo que vaya a haber novedades», añade Juan Tomás Ávila Laurel, de 56 años, escritor ecuatoguineano y opositor al régimen. «Las elecciones se han convocado de forma ilegal, porque no cumplen los plazos establecidos por la Constitución», señala Justo Bolekia Boleká, de 67 años, profesor, escritor y miembro del Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko. «La oposición no tiene ninguna opción en un régimen absolutamente dictatorial y represivo, que ejerce un control capilar de la población mediante el partido oficial», concluye Gonzalo Álvarez-Chillida, historiador y especialista en Guinea Ecuatorial.
Aunque debían ser convocadas en el primer cuatrimestre de 2023, el Parlamento de Guinea Ecuatorial aprobó a principios de septiembre que las elecciones presidenciales pudieran ser adelantadas y coincidieran con las legislativas y municipales, una decisión que el presidente Obiang confirmó a través de un decreto firmado el día 21 del mismo mes. Para justificar esa medida, se argumentó que era la mejor solución para ahorrar gastos y sortear la crisis económica provocada por la resaca de la pandemia, las consecuencias de la explosión de un polvorín militar en la ciudad de Bata y la guerra en Ucrania, pero los opositores creen que hay otras motivaciones menos generosas.
La sombra del hijo
«Las elecciones presidenciales siempre deben celebrarse aparte, pues el sistema es parecido al francés y estadounidense y las cámaras deben renovarse en un momento distinto», explica Engonga Ondó. «Obiang no ha cumplido con su propia legislación, lo ha decidido por su propia conveniencia, por lo que consideramos la convocatoria una manipulación», añade. «Parece que su intención, no confesada, es dejar el poder dentro de unos meses a su hijo, Teodorín». «Creo que Obiang quiere que nos acostumbremos al hecho de que va a poner a su hijo», coincide Ávila Laurel. «Conocemos sus pocas credenciales educativas y académicas, pero eso no le ha impedido llegar donde está ni cometer todos los abusos de los que es responsable», denuncia el escritor. «Tiene divisiones militares a su mando porque es general del Ejército, no podemos decir que su padre no confía en él», concluye.
Teodoro 'Teodorín' Nguema Obiang, de 54 años, es el primer vicepresidente de Guinea Ecuatorial y también una de las figuras más controvertidas en el régimen de su padre. Los escándalos provocados por su suntuoso estilo de vida, marcado por las viviendas y los coches de lujo, los viajes y la exhibición descarada del despilfarro, contrastan con las penurias a las que se enfrenta a diario la población de su país, donde se estima que el índice de pobreza es del 67 por ciento, según datos de 2020 del Banco Africano de Desarrollo. Sin ir más lejos, el Tribunal Supremo de Francia confirmó en julio de 2021 la condena de Teodorín por blanqueo de capitales, con tres años de cárcel exentos de cumplimiento, 30 millones de euros de multa y la confiscación de sus bienes en ese país.
«Su hijo es un incompetente que no debe formar parte del Gobierno», describe Engonga Ondó. «Es un hombre que no se ha preparado a lo largo de su vida, que ha vivido con mucho dinero y tiene conflictos judiciales por medio mundo», lamenta. «Si Obiang pudiera, hubiera puesto a Teodorín hace tiempo. Si no lo ha hecho, o bien ha sido porque no le ve capacitado, o bien porque los intereses de los países inversores no le permiten hacerlo», explica Bolekia Boleká, que hace hincapié en el agotamiento de la población tras décadas de dictadura. «La gente está harta. Los bubis, que somos autóctonos de la isla de Bioko, estamos hartos. Incluso los propios fang [la etnia del presidente] están hartos. Pero Obiang controla a los militares, a los que da buenas prebendas y sobornos. Ellos disponen de las armas del país, así que nadie puede rebelarse», denuncia.
Según datos de Transparencia Internacional, Guinea Ecuatorial figura en el grupo de los veinte países más corruptos del mundo. La corrupción no es solo una palanca para enriquecerse o adquirir relevancia y poder político, sino también una poderosa herramienta de coerción. «Obiang ha establecido una red clientelar de ministros que nombra a dedo y hacen expresamente lo que él les dice. Su objetivo no solo consiste en tejer una red, sino en que todos sean corruptos, porque de esa manera nadie le puede echar nada en cara», resume Ávila Laurel.
«El grueso de la economía está en manos de la familia Obiang», cuenta Álvarez-Chillida. «El régimen de Guinea Ecuatorial es cleptocrático, y, antes del petróleo, se vinculó al tráfico de drogas», recuerda. «Pero ahora hay problemas económicos, la situación empeoró a partir de 2010 y 2015, cuando empezó a caer el precio del petróleo», añade el experto, que denuncia la persecución a la que se ve sometida la oposición en un país que no conoce la alternancia política. «Las fuerzas del orden rodearon en octubre la sede de un partido, Ciudadanos por la Innovación, y entraron por la fuerza, matando a varias personas y llevándose a otras detenidas, incluidas mujeres y niños».
Pluralismo capado
Como sucede en otros regímenes autoritarios, Guinea Ecuatorial procura cuidar las formas. A pesar de que no se esperan sorpresas en las presidenciales, lo cierto es que concurren otros dos candidatos: Andrés Esono Ondó, de 61 años, que se presenta por la Convergencia para la Democracia Social (CPDS), un partido opositor legalizado de corte ideológico socialdemócrata y miembro de la Internacional Socialista; y el exministro Buenaventura Monsuy Asumu, del Partido de la Coalición Social Demócrata (PCSD), una formación que fue atenuando sus posturas opositores hasta convertirse en afín al régimen de Obiang.
«Al anterior líder del CPDS, Plácido Micó, se le dejaba un escaño de diputado, pero Andrés Esono ya no lo es y no tiene ninguna posibilidad de ganar, porque las elecciones son fraudulentas», explica Álvarez-Chillida. «Si yo estuviera en su lugar, no me hubiera presentado», comenta Engonga Ondó. «No tengo que opinar sobre los intereses de los demás partidos, pero el pueblo se lo reprocha», señala. Su postura es similar a la de Ávila Laurel, que también lamenta la concurrencia del CDPS, pues cree que la población recibe el mensaje de que se puede participar «en farsas», lo que contribuye al desaliento de una sociedad cansada.
También se presenta Andrés Esono Ondó, de 61 años, por la Convergencia para la Democracia Social (CPDS), un partido opositor legalizado
«Alguien le tiene que demostrar al régimen que no estamos conformes con su manera de organizar las elecciones, y creo que es mejor que se presente el CPDS, que está ahí dentro y legalizado, aunque los que no lo comparten también están en su derecho de pensar así», opina sin embargo Bolekia Boleká. «Los mítines del CPDS demuestran que la población quiere que haya un cambio y aprovecha esos momentos de mínima libertad para decir que están hartos del régimen», añade.
A pesar de sus diferentes sensibilidades, todos los opositores confluyen en un anhelo democrático común y hacen hincapié en su deseo de que la comunidad internacional se posicione del lado de su causa. Mientras tanto, la oposición interna y externa sigue debatiendo e incluso construyendo propuestas de transición, como en el caso de Engonga Ondo. El objetivo siempre es el mismo: que llegue un día en que el resultado de las elecciones de Guinea Ecuatorial no esté escrito.