domingo, 12 de junio de 2022

LA EDUCACIÓN ES EL BILLETE A LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA.

 

Por Juan Cuevas 

La educación es el punto de partida para el desarrollo de las personas, ciudades y países. La educación crea líderes  que permiten poner en marcha herramientas para desenvolverse eficazmente en el mundo social, en la política y en los negocios. 
De la misma forma que han hecho otros  países de éxito en nuestro continente, la sociedad guineana necesita  iniciarse  en una dinámica de aprendizaje y de FORMACION permanente que permita un cambio radical en las vidas de las guineanos, en el ámbito del trabajo, en la política, en el conjunto de la sociedad  y en la búsqueda de un futuro digno para nuestros  hijos. 
El conocimiento también nos llevará a crear  una sociedad relacional, conectada con el mundo exterior, una sociedad que se nutra de la cultura, y de los avances tecnológicos de comunidades más desarrolladas, sin olvidar nuestra propia identidad. 
La mala experiencia de la colonización y de la posterior neocolonización encubierta, nos empuja a cerrarnos en nuestro propio círculo por miedo a volver a ser dirigidos por otros. Nada mas lejos, una sociedad preparada, sana e interrelacionada, no cedería su independencia, su autonomía y su capacidad de decisión en los grandes asuntos nacionales a terceros. 
La dañina y obscena relación de nuestros dirigentes con el mundo occidental se ha podido dar porque la mayoría de ellos  han preferido aceptar los sobornos  que les ofrecían, para acto seguido dar la espalda a su pueblo, y más sangrante aún, empobrecerlo y desarmarlo moral y socialmente. Esto ha sido posible gracias a tres factores importantes: 1- la predisposición de los dictadores a ser corrompidos, por falta de formación y de valores, 2- la insana actitud de muchos gobernantes occidentales, dispuestos a corromper a nuestros dirigentes, para así sacar más beneficio personal y 3- la no existencia de una sociedad exigente, formada  y valiente, no dispuesta a transigir situaciones como estas. 
La formación y el conocimiento nos ayudará a superar nuestras malas experiencias y algunos traumas  asociados a estas. Todo dependerá de cómo abordemos nuestro futuro sin Obiang  (que se nos aparece ya cercano) y de cuál será nuestra implicación en la necesaria transición a la democracia que nos espera a la vuelta de la esquina.  
Recordar algunos ejemplos de países africanos que si han sabido  orientar su futuro, nos puede ser útil. Sudáfrica, por ejemplo, después de un largo apartheid (1948-1994), de 25 años de guerra en Namibia, ya en su segunda independencia, Nelson Mandela supo integrar de forma inteligente a los antiguos colonos para que siguieran creando riqueza en el país, un país por fin gobernado por la mayoría negra, sin la interferencia de grupos y de naciones extranjeras. 

El caso de Botswana es bastante ilustrativo: gracias al gran esfuerzo en la escolarización, a su decidida lucha por erradicar la corrupción gubernamental y otro factor no menos baladí: la fuerte presencia de la mujer en la administración del estado y en la política. Junto con esto, han impulsado una economía abierta a la inversión extranjera, con protección jurídica y transparencia. No en vano en la lista de Transparency Internacional, Botswana obtiene muy excelentes resultados en materia de Buen Gobierno. 

El milagro de Ruanda, un país destrozado  después del genocidio tutsi de 1994, ha sido posible también gracias al gran esfuerzo de este país en conseguir una plena escolarización, a la erradicación de la corrupción, a implantar una economía de emprendedores, abierta a la inversión extranjera y sobre todo, a la significativa  incorporación de la  mujer a los puestos de la administración y de la política. 

Hay ciertos factores en común que permiten el éxito en aquellas sociedades y países que triunfan, y que se repiten a lo largo de la historia, en diferentes circunstancias y configuraciones sociales varias, no son otros que: la educación y el conocimiento, la interrelación entre las personas, la capacidad de liderazgo, el emprendimiento y la excelencia. Y sobre todo dar protagonismo en la sociedad y en la política a todos los grupo sociales, especialmente a las mujeres.
El resultado será una sociedad formada, sana y plural, en el marco de una economía abierta que proteja y ayude a la iniciativa privada, a la innovación  y al emprendimiento. En definitiva, un país de éxito.