domingo, 1 de agosto de 2021

Guinea Ecuatorial: el imperio de la Ley.

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial

 




Llenarse la boca con palabras como democracia, libertad y Justicia, no te hace siquiera mejor persona. Algunos tiranos hasta han mandado que las borden con hilos de oro en banderas y estandartes. Cuando oigo a estos personajes, con sus huecos discursos y engolando la voz, me doy cuenta precisamente de lo que nunca hay que hacer.



A los sátrapas, les gusta el boato, los títulos de nombres largos, estar rodeados de la familia (aunque esta no les aguante) y repartir altos cargos, con buenos sueldos, para tener así un ejército propio de siervos, lacayos y asistentes. Los tiranos quieren que les traten con respeto y como son muy poca cosa, se pagan los aduladores y palmeros que les rían las gracias. Los déspotas se envuelven en la bandera nacional y tienen tantas leyes que raro es que alguna no le venga bien para acabar con los desobedientes. La Ley no va con ellos pues hacen lo que les da la gana. Pueden decir una cosa y la contraria en la misma frase y no pasa nada. Nadie les va a contradecir.



Un compañero mío del partido me decía que esto de la democracia es como un cuchillo de cocina que, en manos de un cocinero es una herramienta muy útil, pero si se lo damos a un psicópata … ¡Que razón tiene!

A título personal, en mi opinión, creo que las leyes han de ser ampliamente consensuadas. Todo el mundo ha de participar, de una u otra manera, en la redacción de las normas que han de servirnos para vivir en paz y en comunidad. Soy de los que creo que las leyes han de ser sencillas, como las del tráfico. Todo el mundo ha de cumplirlas si no queremos sufrir un accidente. Hay normas que son globales, como las de la dignidad y los Derechos del hombre. Lo que tenemos que conseguir es que se respeten las leyes que entre todos nos hemos dado para construir la nueva sociedad.



En los encuentros que tenemos con otras formaciones políticas, insistimos mucho en que hemos de respetar las reglas del juego. Si no estamos de acuerdo con alguna norma, la discutimos antes que infringirla. Los políticos tenemos que ser los primeros en cumplir con la Ley.

Entre nosotros también los hay que no son trigo limpio. Tenemos algunos lobos con piel de corderos, aunque creo que el pueblo tiene la madurez suficiente como para no dejarse engañar.

Hay personajes que creen que son miembros de una particular mitología, familia, casta o grupo llamados a gobernar el país.



En el Partido del Progreso creemos que el único “grupo”, “familia”, “casta”, “tribu”, “poblado” o “ser mitológico” llamado a gobernar el país es el PUEBLO SOBERANO.

Sólo unas elecciones limpias, libres, monitorizadas por organismos solventes, nos dará al grupo dirigente que los habitantes de Guinea Ecuatorial han señalado como los conductores de la política del país.



Tenemos mucho trabajo por delante. No es cuestión de postularse como el presidente de los guineanos, como hacen algunos. Es tiempo de esfuerzo, de negociaciones, de levantar un escenario donde la democracia sea posible. Ya llegará el día en que los partidos hagan campaña electoral y expliquen al pueblo cuáles son sus propuestas.

Algunos piensan que con solo su “carisma” se levantan escuelas y hospitales. Hay quién se cree que está tocado por una “varita mágica” para sentarse en el “trono” presidencial. Creo que no nos vamos a dejar engañar. Tenemos que elegir buenos equipos capaces de poner en marcha un país. Hay que construir infraestructuras, dotar de acreditados profesionales las áreas gubernamentales y lo que es más importante que hacer presidente a un impostor; convertir en ciudadanos de pleno derecho a los habitantes de Guinea Ecuatorial.



Largo está siendo el camino, pero el tiempo termina por poner las cosas en su sitio. Está en nuestras manos. Aprovechemos esta oportunidad para devolver al pueblo guineano el poder sobre su futuro.