Hope Master, hija del fundador Leon Sullivan, dirige desde la muerte de éste los destinos de esta organización pro igualdad. Hope, dió hace unos meses una fiesta en su apartamento en honor del tirano Oboang Nguema. Ahora es la responsable de llevar a algunos amigos a hacerse una foto con el tirano, con el pretexto de los Derechos Humanos en África. Hope, Obinag y resto de asistentes pisotearán la memoria de miles de asesinados y de los cientos de presos y torturados que agonizan en las mazmorras del régimen. Foto. Web de la Fundación Sullivan; http://thesullivanfoundation.org/about/leadership
Exilio.- España. 20 de agosto de 2012. Un nutrido grupo de actores de segunda fila, , trepadores profesionales, famosetes, vividores, mamarrachos, aduladores y politiquillos chupa cámaras –algunos españoles- se darán en unos días un baño de indignidad en Guinea Ecuatorial al haber accedido – o más bien picado como primos- a prestar su imagen y su conciencia a la celebración de una performance de la Fundación Sullivan en suelo guineano, en la ciudad de Sipopo, un sitio chic para agasajar a los incautos extranjeros, con fuentes y avenidas iluminadas y bien asfaltadas para que Teodorín corra con el Ferrari.
El pretexto de esta juerga a costa del tesoro guineano es hablar sobre los Derechos Humanos en África, aunque de lo que de verdad se trata es de dar la oportunidad al tirano Obiang de retratarse entre rostros sonrientes que parecen amigos, aunque sea una amistad comprada con mil millones de dólares, el precio del guateque. Mil millones por un posado ante las cámaras con progres de medio mundo, poniendo todos los pies sobre más de mil muertos asesinados por la dictadura y cientos de presos políticos bajo torturas y amenazas constantes de muerte.
La hipocresía, la falta de sensibilidad, el servilismo y el oportunismo de los asistentes a este sarao nos causa una profunda repugnancia y vergüenza ajena. Vergüenza como seres humanos, vergüenza como guineanos, pues como nuestro pueblo vamos a asistir a una de las mayores burlas contra nuestra dignidad de toda nuestra historia.
Organizar una cumbre sobre los derechos humanos en África sin contar con la presencia de las organizaciones mundiales en defensa de estos derechos es un acto deliberado de manipulación y desinformación de la opinión pública, así como un enorme desfalco a las arcas del Estado por parte de las emponzoñadas manos de El Tirano Obiang y su clan.
Leon Sullivan, ya fallecido, fue un conocido empresario estadounidense que dedicó su vida a luchar por la igualdad de los negros con los blancos dentro de las multinacionales en suelo africano. En la actualidad, la Fundación Sullivan, dirigida por la hija del magnate, Hope, presta sus oídos y sus bolsillos al dinero contante y sonante que cae de la gestión de los lobbies de Obiang en Estados Unidos. El tirano necesita comprar buenos titulares al precio que sea, pues el tiempo se le ha terminado. Una foto con cadáveres políticos, actorcillos y cantantes desconocidos sirve aunque sea para darse un revolcón marrano a costa de la vida y la dignidad de su propio pueblo.
Este hecho lamentable evidencia que el pueblo de Guinea Ecuatorial tiene un enemigo más en la figura de la Fundación Sullivan. El pueblo de Guinea Ecuatorial no ha sido invitado al evento y de nada servirá la presencia de la prensa internacional para mejorar su calidad de vida. Los asistentes, lejos de expresar una denuncia, mirarán para otro lado para no ver la realidad, se taparán sus narices con pañuelos perfumados para no oler la corrupción y la miseria, pondrán la mano y recogerán las monedas por el pago a su servil abrazo, por su complicidad a Obiang Nguema, el tirano más antiguo de África y uno de sus más frios asesinos y carceleros, Obiang EL Carnicero.
El Gobierno en el exilio de Guinea Ecuatorial quiere transmitir su total condena y repugnancia ante la celebración de esta cumbre financiada con dinero manchado de sangre y corrupción.
El pueblo de Guinea Ecuatorial condena y repudia la presencia de los asistentes a la cumbre en suelo de Guinea Ecuatorial. La consideración que nos merece este asunto es que se trata de un acto de indignidad y de burla contra el pueblo de Guinea Ecuatorial, un aupamiento para el dictador más antiguo de áfrica, para el más sanguinario, para el más corrupto.
La celebración de este acto desesperado evidencia la imposibilidad actual de la dictadura por conseguir una buena imagen en el plano internacional. Pagar semejante suma por un elenco de perdedores como serán los asistentes es un timo de enormes proporciones del que Obiang y su Gobierno tendrán que rendir cuentas tarde o temprano.