jueves, 20 de enero de 2011

Anexo II, por Juan Tomás Ávila Laurel

 Artículo recomendado por nuestro compañero y hermano de lucha, Alberto. Recogido de la Bitácora Africana.

FUENTE: http://www.africafundacion.org/spip.php?article7883


Anexo II, por Juan Tomás Ávila Laurel


Queridos guineanos: Acá en la no-república de Guinea Ecuatorial las cosas no se han torcido todavía y eso porque los súbditos del general no creen que ya llevan años torcidas. Entonces, no hay ninguna tos, como se suele decir, y todo el mundo guineano lleva los labios cosidos por cirujanos imberbes. Y como no hay nada que decir, pues las cosas están como las acabamos de contar, seguimos con el anexo que empezamos hace unos días.

Quince: el 15 ni es número religioso ni cabalístico, o sea, no encierra ningún secreto. Es decir, no es nada para las relaciones guineanas. El 15 de agosto es la conmemoración de la Carta de Akonibe. Cualquiera sabe situarlo en el mapa de África. ¿Pero qué es la carta de Akonibe?

Tribunal: En los barrios de Bata, y en muchas partes de la Región Continental, hay unos señores, y también señoras, que porque son los presidentes zonales del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial, actúan de jueces y presiden y juzgan los casos en los que las parejas malavenidas se insultan y luego el hombre pide reclamación de gastos. Nosotros, que no nos sentimos súbditos de ningún general, y el mismo general no se siente patriarca de los guineanos, creíamos que esto de reclamar gastos se hacía cuando los fang eran unos bosqueros y no circulaban en pajeros de cristales ahumados. Pero se sigue haciendo. El hombre y su familia traen unas listas de lo que gastaron a lo largo de la convivencia y la mujer y su familia tienen que satisfacer la petición: ollas, cucharas, camisas, mesas y dinero en metálico y otros metales. Ah, no sabemos cómo cuantifican ciertos cuidados dispensados por la mujer al burro que fue su marido. Bueno, pudo haber sido una burra la mujer. Algunos lo ven insólito todo, y por eso se paran a ver.

Ministerio de Seguridad: Hace poco salió un decreto de estos que se leen por la radio conminando a todos los guineanos a cambiar la libreta del pasaporte, pues la anterior daba tanta pena en los puntos fronterizos del mundo entero que a los agentes les entraban ganas de dejarnos a dormir cuarenta días en este sitio que tienen preparado para los enfermos. O sea, les entraban ganas de meternos en cuarentena. Total, con el dinero que gastamos yendo y viniendo de Qatar, se nos ocurrió tener un pasaporte mejor. Pero para este asunto había que tener en regla el documento de identidad nacional, uno que pone la bandera tricolor, la ceiba, y que firma el mismo Director General de Seguridad. Pero como nunca fue un asunto fácil lo de tener este documento, las salas correspondientes del Ministerio de Seguridad se vieron atestadas de una cosa que es un asco. Oh, Señor, todopoderoso, que escribimos Tu nombre en mayúsculas, por ser Vos quien sois, ilumina a los encargados de certificar nuestra guineanidad para que lo hagan mejor. Con toda la fuerza armada que hay alrededor del ministerio, incluso con las mozas de limpieza que llegan a limpiar en hora de oficina, se puede organizar a los necesitados de documentos para que lo que se vea día tras día no siga pareciendo una cena de gente fugada de otro planeta menos civilizado. Ah, el mismo Ministerio de Seguridad no es nada, y quizá por ello lo llaman Guantánamo.

Militares: Acá en Guinea Ecuatorial, un país con una ceiba espinada como escudo, pero no lo decimos por nada, los militares no saben nada de valentía ni bravura. Entonces como los cuadros superiores no se lo dicen, creen que se es valiente cuando se va a 100 Km/h por las calles en un vehículo del ejército. O sea, los militares de aquí no saben todavía que la causante del movimiento de los vehículos de los que se pavonean es un motor alimentado de un combustible de TOTAL FINA. A veces leen unos requerimientos en la radio, citan a gente encauzada en los juicios militares y civiles y salen los nombres de algunos militares con sus delitos: imprudencia temeraria con resultado de muerte. No dicen que lo ha matado por valiente el militar caído en tamaña desgracia.

Hip hop: No es nada; prácticamente, no es música. Los actores de este movimiento a veces rapean, dicen dos o tres tonterías sobre el culo de quien sea, una mujer viva o muerta, o su madre, de la que dicen que cría bastardos a tutiplén, y los ingenuos del mundo entero creen que el hip hop puede arreglar el mundo, desde Nueva Caledonia, el país de Karembeu, hasta Alaska, un lugar frío lleno de petróleo. De lo dicho arriba y en medio salió la idea de dedicar una semana al año al Hip hop en el Centro Cultural de España en Malabo. Acabamos de cerrar la deuxieme edición. Bueno, también estuvo metido el Instituto Cultural de Expresión Francesa y hay que decirlo todo.
Tonterías: Lo dicen los políticos del mundo entero, tanto que es como una plaga en la boca de ellos. Hacen bien los de aquí, que en rigor no son políticos, sino elegidos por el general, en tener la boca cerrada casi durante todo el año.
Camisas: Las hay de once varas del sistema métrico decimal. Aquí las camisas las venden de segunda mano, llegadas de a saber dónde, salvo las que vemos en ciertas tiendas de gente desesperada, tanto para vender una camisa a 50 Euros, en una ciudad, la nuestra, carente de electricidad para planchar la ropa.
Playa: Qué playa, aquí las costas son lugares para aliviar el vientre, y si no, pregunte el que quiera a los habitantes del barrio Ela Nguema. Gracias a Dios que el agua salada no es cualquier cosa. Si no, el mundo estaría podrido y nos moriríamos de la peste.

En fin: No, aquí se dice que se aguanta. ¿Qué tal estás? –Aguantando.

O sea, no se quiere decir nada de lo que se ve ni del precio de las camisas. Ah, ¿alguien sabe lo que gana uno que no trabaja en una petrolera ni el Ministerio de Minas? Por ejemplo, un maestro, uno de estos que entra encorbatado en clase para dar la imagen de seriedad, pero que no tiene ningún sitio decente para sentarse. No cobra nada, pero tampoco enseña. Está, como se dice aquí. Si no, los periodistas que comentan los deportes en la tele nacional no hablarían tan mal.
Muchas gracias, seguiremos.