viernes, 25 de noviembre de 2022

GUINEA ECUATORIAL: LA CARADURA DE LA DICTADURA

 Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial



No se puede hacer peor. Lejos de facilitar las cosas, el dictador más longevo del mundo quiere someter a los guineanos a siete años más de ineficacia y desprecio. Le ha gustado tanto el poder que su deseo es redondear la cifra de cincuenta años dando por saco al pueblo.


Las elecciones en Guinea Ecuatorial no han sorprendido a nadie. Nuestra pequeña república sigue en manos de los mismos y el futuro, al parecer, seguirá la senda espesa del abandono de la gente y el robo descarado de su clase dirigente.

Los resultados obtenidos por el sátrapa son un insulto, un escupitajo en la cara de todos nosotros. La falta de respeto y la soberbia de la familia que detenta el poder es tal que no han disimulado ni en las formas de presentar esta consulta electoral ante la opinión pública internacional.



Si algún partido o formación política había sido tolerado por el régimen, se han tenido que conformar con un puñado de votos que posiblemente ni siquiera se correspondían con los depositados por ellos mismos en las urnas. Mira que lo advertimos, os van a robar en la cara. La manipulación y el nivel de corrupción ha sido tan evidente que produce bochorno ajeno.



Tan es así que, Teodoro Obiang, el dictador más longevo del mundo a sus 80 años y única opción desde que derrocó a su tío en un golpe de Estado en 1979, se encaminaría gracias a los resultados del pasado domingo a liderar Guinea Ecuatorial durante siete años más, que deberán sumarse a los 43 largos años que lleva en el poder.

Este año deberían haberse celebrado exclusivamente las elecciones legislativas y municipales del país, mientras las presidenciales estaban programadas en un primer momento para 2023. Sin embargo, Obiang tomó la decisión de celebrar todos los comicios en la misma fecha con la intención de “ahorrar gastos”.  Tienen la cara tan dura que hacen lo que les da la gana sin ningún tipo de vergüenza. A principios de octubre cerró las fronteras terrestres del país para evitar “injerencias externas” y anunció que no las volvería a abrir hasta que se supieran los resultados. Según los medios de comunicación de la dictadura, observadores de African Peace Magazine, la Unión Africana y la Comunidad de Países de la Lengua Portuguesa fueron invitados por el Gobierno de Guinea Ecuatorial para garantizar el “correcto” desarrollo democrático de los comicios.



Todos los partidos de la oposición, asociaciones civiles, disidentes y exiliados no hemos dudado en calificar las elecciones de “monumental fraude”, como siempre, desde el momento mismo en que se hicieron públicos los primeros resultados y que ya le daban al sátrapa más de un 90 por ciento de apoyo. No tienen vergüenza ni para disimular un poco. Compañeros en el  interior del país que informaban a nuestro partido (Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial) denunciaban que la jornada electoral estaba transcurriendo “en medio de escandalosas y generalizadas irregularidades”, indicando que las autoridades sólo dejaban escoger una papeleta a los votantes (haciendo así que el voto de cada uno no fuera secreto), los cuales, por miedo a las represalias, no tenían otra opción que tomar la del PDGE, el partido de la familia Obiang. Que no había ninguna garantía de limpieza en el recuento de votos o que toda la organización de la consulta electoral estaba dirigida y vigilada, con absoluta impunidad, por auténticos comisarios políticos de la dictadura.



Varias organizaciones internacionales, así como casi todos los países más importantes del mundo han denunciado a lo largo de los años la inexistente democracia de Guinea Ecuatorial, sin éxito, mientras la diáspora residente en España criticamos duramente la pantomima organizada por Obiang, no solo esta vez. Les pasa como con las riquezas del país: lo que no pueden robar lo reparten entre sus amigos antes que distribuirlo en beneficio de la población. Así son de tarados, tóxicos y egoístas.



Muchos se preguntarán cómo es posible que este dictador siga teniendo quien le apoye. Pues por sorprendente que parezca, hay quienes le apoyan sin ponerse colorados. Lo que pueda haber detrás es algo en lo que no voy a entrar, pero por increíble que parezca, como digo, nuestro torvo dictador tiene una corte que lo apoya y protege. Estas organizaciones, como la Alianza de Civilizaciones, ven impecable el desarrollo que todos, sin excepciones, han tachado de corrupto y descaradamente manipulado. Como presidente del Partido del Progreso, me gustaría saber si la ONU valida las palabras de apoyo y alegría de su Alto representante. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha de decirnos a los guineanos si está a favor de la dictadura, como su compañero Miguel Ángel Moratinos o, por el contrario, apuesta por un proceso hacia una democracia de verdad y de la libertad para Guinea Ecuatorial.

Es muy duro ver como los tiranos son presentados como “seres de luz” cuando son lo más malo que uno puede echarse a la cara. La represión que vivimos los guineanos, la violencia, el exilio, la pobreza y la falta de oportunidades son, en gran medida, fruto de esas alianzas y complicidades “poco transparentes”. Algún día sabremos el precio cobrado por colaborar y limpiar la imagen de tiranos tan despreciables que han amargado y frenado el avance de los pueblos. Los cómplices de los criminales también son responsables.



Los países más civilizados observan con preocupación las actividades de estos lobbies o grupos de presión que impiden el desarrollo humano. El frente opositor a la dictadura está más unido que nunca, lo que posibilita una alternativa válida que desemboque en unas verdaderas elecciones democráticas.  Está en nuestras manos y estamos totalmente preparados.