sábado, 10 de octubre de 2020

EN GUINEA ECUATORIAL ALGUNOS POLICÍAS Y MILITARES SE HAN CONVERTIDO EN LADRONES Y EN ASESINOS




En Guinea Ecuatorial los policías,  los militares y el resto de cuerpos y fuerzas de seguridad de la dictadura, más que auténticos cuerpos uniformados, se parecen más bien a una banda organizada de malhechores. 

Un gran número de miembros de las fuerza armadas (que no todos), así como de policías y gendarmes, son los que extorsionan día y noche a los nativos y extranjeros por las calles, en las comisarías y en los penitenciarios. Los comportamientos mafiosos de estos elementos, que en vez de estar para servir al pueblo, son los que les están provocando grandes sufrimientos. La población extrajera también está sufriendo estos mismos abusos y atropellos que la población nativa.


Esto demuestra que todos, comenzando por el propio dictador, sus hijos y el resto de familiares, también sus ministros,  los altos cargos, la propia administración y el conjunto de las fuerzas de seguridad del estado, forman parte de una banda mafiosa y organizada, que es exactamente en lo que se ha convertido la dictadura de Obiang Nguema..


Así muchos militares y policías henchidos de poder, abusones y desequilibrados, van por ahí con la pistola al cinto y con el cargador lleno de balas. Cuando salen de paseo, llevan su pistola; en la discoteca, en el bar con sus amigos, en las relaciones familiares, cuando van a ver a sus novias; llevan la pistola.  Así que en la primera disputa, discusión, riña o desengaño amoroso, hacen uso de su arma, casi siempre con consecuencia de muertes.


Por desgracia tenemos una larga lista de asesinatos, casi todos los días. Anteayer, a través de las redes sociales, se comentó ampliamente las circunstancias de la muerte en Bata de un joven de 22 años, abatido  por un disparo a quemarropa de un militar. Si se asoman a los grupos de Facebook y WhatsApp de los opositores, pueden ampliar la información. 


Las extorsiones y los robos a mano armada, se han generalizado en todo el territorio nacional y nadie está a salvo de ellos. La situación ha empeorado con la llegado de la crisis sanitaria, ir por la calle sin mascarilla ahora en Guinea Ecuatorial le puede costar la vida a cualquier ciudadano si no lleva dinero encima. Puedes  ir sin mascarilla por la calle cuando tienes suficiente dinero para pagar cada vez que los militares se lo obliguen, por el contrario a una autoridad, a un hijo o familiar de los OBIANG, a esos no se les obliga.


Las barreras y controles que ponen los  militares por cada cinco o diez kilómetros de carretera, son otra forma de extorsión, tanto a los conductores, como a los pasajeros, a los que se les obliga  a pagar si quieren llegar a su destino. También hay  taxistas en Guinea que han perdido sus coches por no poder pagar las irracionales multas que les impusieron en su día las autoridades, sólo por haber cometido el delito de salir a la calle para buscar pan a sus hijos.

Otro tema importante son las cárceles,  que en Guinea Ecuatorial son un infierno, donde los militares torturan, machacan y vejan a los presos malignamente y, en muchos casos los presos suelen acabar muertos en el acto o por la consecuencias de los maltratos sufridos en ellas. Un ejemplo reciente de este estado de cosas lo tenemos en el señor de 40 años que murió el pasado día 7 de octubre en Blak - Beach a las 11 horas. Cary, así le apodaban, era de  Tomasi -Evinayong-.Fuentes de toda credibilidad nos han contado que el joven fue detenido hace un año porque le encontraron cerca de la base de una de las empresas de la primera dama. En el lugar de su detención le torturaron malignamente, le llevaron a la policía y, una vez allí volvieron a someterle a unas fuertes torturas y vejaciones. Así, desde aquella última sesión de tortura, hasta su muerte, no tuvo ningún tipo de atención médica.


En pocas palabras: en Guinea  no tenemos fuerzas de seguridad que nos defiendan, tenemos matones disfrazados de militares y de policías que andan sueltos por la calles dispuestos a hacer todo el mal que pueden, porque saben que sus crímenes van a quedar impunes.