ENTREVISTA DE GUINGUINBALI AL ESCRITOR ECUATOGUINEANO QUE LLEVA DESDE EL VIERNES EN HUELGA DE HAMBRE CONTRA OBIANG
Autor: José Naranjo
Hoy cumple su tercer día en huelga de hambre, bebiendo tan solo agua. Ha dejado su domicilio y se ha trasladado a casa de un amigo, del que prefiere no dar su nombre, en la ciudad de Malabo. El escritor ecuatoguineano Juan Tomás Ávila Laurel se nota cansado y han comenzado los primeros calambres, pero está dispuesto a llegar hasta el final. Que Obiang se vaya y comience una transición democrática en Guinea Ecuatorial. Eso es lo que pide. "¿Miedo? Todo el mundo tiene miedo, pero Egipto y Túnez nos enseñan que los dictadores pueden caer", asegura.
- Antes que nada, ¿cómo se encuentra después de más de dos días sin comer nada?
- Es duro, pero ya sabía que iba a ser así. Este fin de semana he tenido que ir a hacer gestiones y a conectarme a Internet (aquí no tenemos) y siento debilidad y cansancio, así como calambres. Lo previsible.
- ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar?
- No establecí metas, pero ahora los guineanos tienen que saber que la pelota está en su tejado. Yo estoy inmóvil, paralizado por esta huelga, son otros los que deben moverse ahora y empujar en la misma dirección.
- ¿Cuál fue el detonante de su decisión?
- Quienes me conocen saben que llevo años escribiendo en mi blog sobre la situación política de Guinea Ecuatorial. Llevamos 30 años en una mala situación, caminando en la dirección equivocada, y ya era hora de hacer algo. No podemos seguir así, con esta dictadura.
- Su decisión coincide con la visita a Guinea de una representación del Congreso de los Diputados de España encabezada por José Bono, ¿fue quizás la gota que colmó el vaso?
- Cuando me preguntaban por esta visita antes de ponerme en huelga de hambre ya dije que no supone ninguna novedad respecto a la voluntad de acercamiento de España hacia Guinea. En realidad me he puesto en huelga de hambre por un cúmulo de emociones, de sentimientos; pero sí, aproveché esta visita para iniciarla, toda la atención mediática. Es un insulto a la democracia que un país democrático como España apoye a Obiang de esta manera.
- ¿Llevaba tiempo dándole vueltas a la posibilidad de iniciar esta protesta?
- No. Sí llevaba tiempo pensando que teníamos que hacer algo y hace una semana le comenté a un amigo que teníamos que expresar nuestro parecer a las personas que vienen a Guinea a reunirse con Obiang, decirles que nosotros no estamos de acuerdo. Y las emociones afloraron y todo se precipitó.
- ¿Las revoluciones en Túnez y Egipto y los vientos de cambio en otros países árabes y africanos le han animado a comenzar esta huelga?
- Durante mucho tiempo hemos creído que es difícil echar a un dictador del poder y ahora hemos visto que se puede hacer. Tenemos que intentarlo. Deberíamos aprovecharnos del espíritu de cambios que hay en el Magreb.
- ¿Cuenta con apoyos?
- Esta huelga la he iniciado solo, pero sí, hay mucha gente que está comenzando a mostrarme su apoyo. Estas cosas, en Guinea, no se saben a la primera, el Gobierno trata de ocultarlo, pero los guineanos ya se van enterando, poco a poco se va sabiendo.
- ¿Ha habido alguna reacción por parte del Gobierno de Obiang?
- Ninguna. Y yo tampoco soy la persona indicada para tratar con el Gobierno, no pertenezco ni represento a ningún partido político. Existen fuerzas políticas y sociales guineanas que deben mover esto en la dirección adecuada, tanto desde el interior como en el exilio. Todos tienen que empujar.
- ¿Algún partido se ha puesto en contacto con usted para mostrarle su apoyo?
- Ayer mismo (el sábado), Convergencia para la Democracia Social (CPDS, el único partido opositor con escaño en el Parlamento, dirigido por Plácido Micó) sacó un comunicado manifestándome su apoyo y pidiendo al Gobierno que reaccione. Han puesto carteles por la ciudad.
- Hay lectores que ya nos han preguntado dónde mostrarle su respaldo, ¿cómo pueden hacerlo?
- Por todos los medios. Existe un grupo de apoyo en Facebook (este domingo ya tenía 1.150 miembros) y cuando se entra en Internet rápidamente se puede localizar la manera de apoyarme. Yo no estoy muy al tanto, porque no tengo Internet en casa.
- ¿Qué pide exactamente, cuál es el objetivo de su huelga de hambre?
- Que acabe el régimen de Obiang, estos 30 años de dictadura. A Obiang no se le puede pedir una transición. Tiene que dejar el poder y abrir el camino a una transición protagonizada por otros.
- ¿Cree que eso es posible, que se dan las circunstancias para que tenga éxito su lucha?
- Los guineanos deben saber que esta también es su lucha. Aquí hay mucho miedo y mucha comida de coco, pero tienen que saber que esta huelga de hambre no es contra ellos. No es una utopía, ni una locura. Si no apoyan un cambio, si no pelean por él, tendremos muchos años de dictadura. Y los gobiernos extranjeros tienen que presionar a Guinea para que inicie una transición hacia una verdadera democracia, no se puede seguir protegiendo a este gobierno. En Guinea echamos en falta a una Europa cómplice de los cambios hacia la democracia. Y España es el puente entre Guinea y Europa. España se tiene que mojar, es una vergüenza que siga apoyando a esta dictadura.
- ¿Tiene miedo por usted y por su familia?
- No se puede pensar en el miedo antes de empezar algo así. Y esto no ha hecho más que empezar. Muchos aquí tienen miedo y es un sentimiento respetable, pero una vez que estoy metido en esto, el miedo pasa a ser algo secundario. No hay marcha atrás.