Publicado en el blog de Bernardo Pérez Andreo "Rara Temporum"
Fuente: http://bernardoperezandreo.blogspot.com/2011/01/empezamos-mal.html
Las noticias que recibimos del mundo no es que sean muy halagüeñas, el proceso sistemático de destrucción de los frenos que los estados habían construido durante cincuenta años contra el imperio del dinero se acelera y lo hace a un ritmo vertiginoso. Todos los actores implicados toman posiciones y duermen pensando cómo robar un poco más del pan del hambriento al día siguiente, planean maldades e iniquidades incluso durmiendo. Pongamos de esto tres ejemplos tomados a vuela pluma de la realidad global. Un ejemplo del funcionamiento del Imperio Global Postmoderno para extraer las riquezas de los países empobrecidos; otro de cómo se organizan los financieros para expoliar día tras día y el último de cómo los políticos implementan las medidas que permitirán el aumento de la tasa de retorno del capital, vulgarmente conocido como beneficio y que no es sino un eufemismo que designa el medio cómo el capital, esencialmente muerto, vive arrebatando la vida a los que sí la tienen pero que van muriendo en el proceso de reproducción del capital.
El primer ejemplo es el de Guinea Ecuatorial. La empresa petrolera que explota los yacimientos del país reconoce que el dinero que paga para por explotar el preciado recurso supone una cifra per cápita de 35 mil dólares. Es decir, que cada ecuatoguineano debería percibir esa cantidad y así pasar a formar parte del primer mundo, pero no es así. En realidad, cada habitante del país vive con menos de 500 dólares anuales; miseria extrema. Dónde están el resto de dólares. Efectivamente, lo han adivinado, en los bolsillos del presidente Obiang, su familia, amigos y arrimados. Hasta aquí todo normal porque es lo que se espera de un país pobre y corrupto, pero hay más. Lo que Exxon-Mobil no dice es que la cantidad de 35 mil dólares per cápita es una ínfima parte de lo que obtiene. Si Guinea Ecuatorial fuese un país como es debido, los retornos de explotación podrían llegar centenares de miles de millones para un país con medio millón de habitantes. La escasa cantidad que pagan en impuestos proviene de un acuerdo tácito con el dictador: yo pago poco, pero te lo doy a ti. La riqueza que podría estar en manos del pueblo la tiene el dictador y sus allegados en el Banco de Santander principalmente. Esta es la causa de que en ese pequeño país no exista democracia, porque un gobierno legítimo exigiría más por su petróleo y lo dedicaría al pueblo. Pero como está la cosa todo son beneficios para los países ricos: se extrae el petróleo y el dinero queda en sus bancos para hacer negocios.
El segundo ejemplo es de los inversores financieros. Parece que la nueva burbuja se está inflando con el dinero público. Ya han encontrado el medio para hacer rentables otra vez sus inversiones. Mediante la atemorización de la población acerca del futuro de las pensiones, están consiguiendo que más incautos prefieran poner su dinero en fondos de inversión privados que les aseguran su dinero para el futuro. Pero he aquí que este mismo dinero es empleado por los fondos de inversión para especular contra las deudas de los países y así hacer más inviable el pago de las pensiones; la pescadilla que se muerde la cola, pero una pescadilla inducida. Con la inestimable ayuda de los medios de desinformación de masas, están consiguiendo sus propósitos. Los discursos coherentes, como el que creo que hacemos aquí, tienen poco eco en los medios oficiales. Recientemente hemos asistido al cierre de algún medio en el que se podía escuchar otro discurso.
El último ejemplo está tomado del futuro próximo. La reforma de las pensiones no es sino el aperitivo, lo que realmente quiere el capital es quitar las trabas que le impiden obtener el máximo beneficio a largo plazo: la negociación colectiva de los convenios. Se quiere, y parece que es el camino que el presidente del gobierno a adoptado, convertir las relaciones laborales en un apéndice más del Mercado. Que cada cual venda (se venda) su fuerza laboral al precio que determine el mercado en cada momento. Hasta ahora, los trabajadores estamos protegidos por un marco de relaciones laborales pactadas de forma colectiva por los afectados de cada sector. Lo que quiere la patronal es que ese marco de relaciones colectivas desaparezca y que los pactos sean por empresas. Es evidente lo que se quiere conseguir con esto. Una vez que no existan convenios colectivos, la empresa será la que ponga encima de la mesa sus condiciones. Si los trabajadores están muy unidos en la empresa y tienen contratos firmados previos de calidad, estarán en condiciones de negociar en paridad. Por desgracia, esto casi no existe, la última reforma laboral ha dejado a los trabajadores con el único escudo del convenio colectivo. Si este se elimina, los trabajadores, de forma individual, acabarán pactando con la empresa, y esta será la que ponga las condiciones, como en Estados Unidos. No es necesario hacer un gran esfuerzo de imaginación para saber qué sucederá: la empresa pondrá encima de la mesa el marco de relaciones laborales y lo dará como lentejas, si las quieres y si no ya sabes. Dadas las circunstancias, una parte de los trabajadores, si no todos, aceptará. Los que no acepten tendrán que asumir las consecuencias y al final serán despedidos o acabarán aceptando las nuevas condiciones. Al final de este proceso, dentro de los cinco años que el presidente ha determinado para acabar con las reformas, y nótese que su partido no va a gobernar tanto tiempo y que es tácito el reconocimiento de que otro partido lo hará, la realidad laboral española se parecerá más a los inicios de la Revolución industrial que al siglo XX.
Como digo, empezamos mal, de ahí que sea necesario aplicar el adagio Delenda est tyrannia.