Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial
Desde el exilio, he observado durante años cómo la dictadura de Guinea Ecuatorial sigue aplastando los sueños de nuestro pueblo, convirtiendo la vida diaria en una lucha constante por sobrevivir bajo el yugo de la corrupción, la arbitrariedad y la represión. Pero hoy, más que nunca, estoy convencido de que la democracia es el único camino hacia la liberación y el bienestar de nuestra gente. La democracia no es solo un ideal lejano, es una herramienta poderosa que nos beneficiará a todos, incluso a aquellos que hoy sostienen el régimen.
El ciudadano común, ese hombre
o mujer que se levanta cada día para buscarse la vida, será el gran ganador en
una Guinea Ecuatorial democrática. En lugar de temer a las autoridades que
cambian las reglas a su antojo, podrá iniciar un negocio con la seguridad de
que las leyes serán claras y estables. No más extorsión, no más incertidumbre.
Con la democracia, sabrá que hay justicia para protegerlo, incluso cuando las
amenazas provengan de los poderosos.
No nos equivoquemos: la
dictadura y la democracia son incompatibles. Un régimen democrático trae
consigo nuevos actores, nuevas voces que representan los intereses de todos los
guineanos, no solo de una élite corrupta. Tendremos una prensa libre que pondrá
luz sobre las injusticias y los abusos, y las malas prácticas de los corruptos
no tendrán dónde esconderse. El miedo y el silencio dejarán de ser la norma.
Con la democracia, las mejoras
no serán solo políticas; tocarán cada aspecto de nuestra vida. La sanidad
mejorará, y las escuelas dejarán de ser centros de adoctrinamiento para
convertirse en lugares de formación y esperanza para nuestros hijos. La administración
del Estado ya no será una máquina opresiva, sino una institución al servicio
del ciudadano. Por fin, la voz de los guineanos será escuchada en cada proceso,
en cada papeleo, en cada instancia laboral o social.
Y algo crucial: la democracia
atraerá inversiones. En lugar de depender de contactos con miembros de la
dictadura o pagar sobornos para que se nos permita trabajar, la ley será igual
para todos. Los empresarios nacionales e internacionales podrán invertir con la
confianza de que el sistema es previsible y justo. No más cambios arbitrarios
cuando el poder pase de padre a hijo. La corrupción no solo destruye a los
oprimidos, también acaba lastimando a los corruptos. Con seguridad jurídica,
sabremos a qué atenernos y podremos construir un futuro próspero para todos.
Incluso aquellos que han
sostenido la dictadura durante años encontrarán su lugar en una Guinea
Ecuatorial democrática. La democracia no busca venganza, busca justicia. Y esa
justicia es buena para todos, incluso para quienes han sido parte del sistema opresor.
Una Guinea Ecuatorial democrática no será un país de revanchas, sino un país
donde todos podremos trabajar juntos por un futuro mejor.
La dictadura ha despojado a los
habitantes de Guinea Ecuatorial de su dignidad como ciudadanos. Nos ha tratado
como súbditos, sin derechos ni voz. Pero el día en que llegue la democracia,
nos convertiremos en ciudadanos plenos. Ciudadanos a los que no se les puede
tratar a patadas, porque habrán recuperado su dignidad, su voz, su derecho a
ser respetados.
La democracia nos pertenece a
todos, y con ella, todos saldremos ganando. Es hora de que Guinea Ecuatorial
deje atrás el miedo y abrace el futuro que merece. Juntos, como ciudadanos
libres y respetados, construiremos un país donde la justicia, la igualdad y la
prosperidad sean una realidad para todos.