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sábado, 10 de agosto de 2024

La Crisis de Guinea Ecuatorial: Reflexiones desde el Exilio

Por Armengol Engonga Ondo. Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial




En los últimos días, a pesar de la sobrecarga de noticias tanto en España como en el mundo, he recibido numerosas solicitudes de entrevistas en diversos medios de comunicación. La atención hacia Guinea Ecuatorial, un pequeño país africano que ha sido silenciado y martirizado desde su independencia, está creciendo. Es un país que no ha conocido más que la corrupción, la incompetencia absoluta y un desprecio intolerable hacia su humilde población.

En un mundo tan convulso como el actual, donde las injusticias están a la orden del día, victimizarse puede parecer inútil. Países como Venezuela y Cuba también sufren bajo regímenes opresivos, y hasta los mismos británicos enfrentan una espiral de violencia que parece no tener fin. Pero hoy quiero hablar de la tierra que me vio nacer y a la que siempre he querido regresar, aunque el exilio me lo haya impedido, como a tantos otros.

Mi patria es Guinea Ecuatorial, un país con abundantes recursos naturales que, paradójicamente, atraviesa una de las peores crisis económicas y políticas de su historia. La corrupción y la incompetencia del régimen actual han paralizado el desarrollo y bloqueado cualquier esperanza de un futuro próspero. Este artículo busca explorar la situación actual, subrayando la inestabilidad política, la corrupción galopante, y la urgente necesidad de una transición hacia un gobierno más efectivo y democrático, beneficioso tanto para los guineanos como para la comunidad internacional.



El Ocaso de un Régimen Corrupto

Desde las elecciones presidenciales, legislativas y municipales de noviembre de 2022, Guinea Ecuatorial se asemeja a un barco a la deriva, sin capitán y a punto de naufragar. El presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, que ha mantenido su control férreo durante décadas, se encuentra en el ocaso de su poder, evidenciando un deterioro físico notorio. Sin embargo, el país no parece estar en mejores manos con su hijo Teodorín, vicepresidente y presunto sucesor, quien podría inaugurar una tercera dictadura en la nación. Esto es lo último que necesita Guinea Ecuatorial.



Un Gobierno Paralizado

El país está sumido en una parálisis total, algo lógico cuando quienes gobiernan consideran el Estado como su propiedad personal, en lugar de ser líderes que apoyan e impulsan las iniciativas de su pueblo. La reciente disolución del gobierno por parte del presidente Obiang es un reconocimiento implícito de la ineptitud absoluta de sus miembros. Ministros, secretarios y directores, la mayoría de ellos ancianos, han vivido del erario público sin ofrecer soluciones reales a los problemas del país. Están a sueldo del dictador y no se les permite siquiera pensar por sí mismos. Esta situación ha derivado en una crisis económica sin precedentes, al punto de que el gobierno ha anunciado que no podrá pagar los salarios de los funcionarios en el corto plazo. Es una vergüenza que un país tan rico y pequeño haya llegado a este extremo.



La Sombra de Teodorín

Teodorín, conocido por su vida extravagante, frívola y obscenamente lujosa, así como por su desprecio hacia las normas democráticas, es visto como el sucesor natural de su padre. Sin embargo, su ascenso al poder podría significar la consolidación de un régimen aún más corrupto y autoritario. Su total falta de preparación y sus tendencias autocráticas no presagian un futuro esperanzador para Guinea Ecuatorial.



La Necesidad de un Cambio Urgente

El futuro de Guinea Ecuatorial depende de un cambio urgente en su liderazgo. Es imperativo que el actual régimen reconozca su incapacidad para gobernar y permita una transición política pacífica y democrática. Solo así podremos los guineanos recuperar el control de nuestro país y trabajar por un futuro mejor, basado en la libertad, la democracia y el desarrollo sostenible.



Reflexión Final

Guinea Ecuatorial se encuentra en una encrucijada. La incompetencia y la corrupción del régimen actual han llevado al país al borde del colapso. Es hora de que los guineanos tomemos las riendas de nuestro destino y trabajemos juntos para construir un futuro más próspero y justo. La rendición de cuentas y la transparencia deben convertirse en los pilares de un nuevo gobierno que represente verdaderamente los intereses de todos los guineanos.