Desde Guinea Ecuatorial, la reflexión de un militante del Partido del Progreso.
El título del presente artículo-reflexión puede parecer insultante, pero no lo es en absoluto. Al menos, esa no es mi intención, ya que me considero incapaz de insultar a mis conciudadanos. ¿Por qué este título y no otro?
He elegido este título porque creo que, para hacer algo, primero es conveniente saber qué es lo que estamos haciendo o qué es lo que queremos hacer. Para luchar por algo o contra un mal, lo normal, lógico y racional es conocerlo, entender para qué sirve y en qué puede dañarnos o salvarnos, según sea el caso.
El motivo de este artículo-reflexión es el desconocimiento de la dictadura por parte de algunos ciudadanos y políticos guineanos.
Antes de explicar los motivos del título con el que he abierto este artículo, voy a aclarar lo que entiendo por dictadura, según mi limitada capacidad de entendimiento:
Una dictadura es un sistema de gobierno impuesto por un grupo de personas (familiares y no familiares) encabezadas por un individuo que dirige un país al margen de la ley. Es decir, maltratan al pueblo, sometiendo a sus ciudadanos a toda clase de miserias y vejaciones, y obligándolos a cumplir las normas y leyes que les imponen. Una dictadura, tras someter al pueblo a la más absoluta miseria, tiende a usar a parte de los ciudadanos para ocultar o blanquear sus atrocidades.
Por esta última afirmación —"usar a parte de la población para ocultar o blanquear las atrocidades de los dictadores al pueblo"— sostengo que "el desconocimiento de la dictadura nos frena".
En un Estado democrático resultaría inconcebible escuchar a un ex preso político, condenado por exigir mediante audios la dimisión o el abandono del poder de alguien que lleva cuarenta y cinco años mal gobernando, alabar al régimen. Sin embargo, hemos escuchado recientemente elogios de dos supuestos activistas, lo cual es aún más sorprendente si consideramos que uno de estos ex presos nos ha informado de que fueron obligados a firmar un documento en el que se les prohibía criticar al gobierno dictatorial de los Obiang. Podemos estar seguros de que los otros dos, Luis y Emilio, ya están adorando y blanqueando al régimen que les prometió la muerte si, tras salir de la cárcel, volvían a hacer audios contra aquellos que los condenaron ilegalmente, violando la constitución que ellos mismos redactaron y aprobaron.
Quien conoce lo que es una dictadura no hablaría como Luis ni actuaría como Emilio.
Queridísimos conciudadanos, no quiero que entiendan esto como un ataque a los dos mencionados ex presos, porque no los estoy atacando. Sí critico, sin embargo, los comportamientos y actitudes de quienes, buscando sus intereses personales o los de sus círculos de amistades, se involucran en política mareando al pueblo, que hoy más que nunca necesita un cambio que nos lleve a la estabilidad política, social, económica y a una mejor convivencia entre los ciudadanos.
Personalmente, he dicho en varias ocasiones que en la oposición hay mucha gente que solo está para destruir y acabar con la verdadera lucha por un cambio real en el escenario político de Guinea Ecuatorial. Estos grandes destructores son quienes fomentan la división en la oposición, abrazando un irracional protagonismo, un protagonismo que, como todos lo estamos viendo, viviendo y sufriendo, está causando la proliferación de formaciones políticas dentro de la oposición, únicamente para evitar que haya entendimiento entre las verdaderas víctimas de la tiranía de los Obiang.
Sé que no soy alguien importante para invitar a las verdaderas víctimas a la unidad, pero también sé que, como una víctima más y como ciudadano, puedo invitar a todos aquellos que, como yo, son víctimas de la tiranía, a la verdadera unidad de los disidentes.
Sumido en lágrimas e impotencia, invito a quienes realmente desean el fin de la tiranía en Guinea Ecuatorial a que hagamos un esfuerzo por no considerar opositores o disidentes a aquellos que solo aparecen con la boca llena de insultos hacia los Obiang. Sobre todo, les suplico que hagamos un esfuerzo por unirnos, apoyando a quienes de verdad pueden hacer de Guinea Ecuatorial un verdadero Estado de Derecho.
Abramos los ojos y los oídos para comprender que, en una dictadura, no se puede formar un gobierno de salvación nacional con el dictador en el poder. A los políticos guineanos les toca recapacitar y entender que, con los Obiang en el poder, no se debe solicitar un Gobierno de Salvación Nacional, porque los Obiang son dictadores, y cualquier primer ministro, vicepresidente o cualquier otra autoridad nombrada por los Obiang acabará siendo reducido a nada por ellos.
El problema de la dictadura no reside en los ministros ni en los primeros ministros; el problema de Guinea son los Obiang y quienes, tras haber aprendido de los Obiang y haber disfrutado de suculentos privilegios gracias a ellos, hoy se empeñan en destruir a la verdadera oposición introduciéndose o introduciendo a los suyos en su seno, con enormes maletas de dinero robado al pueblo guineoecuatoriano.
Si descubrimos a esos falsos opositores, falsos activistas y falsos apoyos a la oposición, acabaremos descubriendo que el desconocimiento de la dictadura y de sus artimañas ha sido un verdadero obstáculo hacia la libertad del pueblo guineoecuatoriano.
También aprenderemos que, si Obiang utiliza a muchos de los que dicen ser opositores para permanecer en el poder, a nosotros nos toca esquivar y evitar a las legaciones de los Obiang dentro de la oposición para acabar con el imperio de la sinrazón, para que ningún león disfrazado de humano vuelva a hacerse con el poder en nuestro país.
En el Partido del Progreso, con nuestro presidente Armengol al frente, hacemos todo lo posible para no caer en las mortales trampas de los Obiang e invitamos a quienes en su día tuvieron la desgracia de caer, a que se sumen al grupo y no vuelvan a caer en las trampas de los Obiang, pues el tirano solo nos tiene garantizada la muerte. Si nos unimos evitando priorizar nuestros intereses personales, lograremos liberarnos de las discriminadoras y mortales manos de los Obiang.